El presidente de la afición
Fue el presidente que levantó al osasunismo no solo con la gestión deportiva sino también con su inolvidable carisma
Cuatro años a un ritmo frenético son los que vivió Javier Miranda con aquel Osasuna al que devolvió a la Primera División en el año 2000. Fue el presidente que levantó al osasunismo no solo con la gestión deportiva sino también con su inolvidable carisma. Llegó al corazón de muchos osasunistas desde que en 1998 ganara las elecciones a Pedro Pegenaute y cumpliera el sueño de un socio rojillo ferviente de toda la vida. Comenzó un ciclo corto pero intenso que borraba la desilusión social de la anterior época.
En la memoria quedan imágenes para el recuerdo en celebraciones siempre con aficionados a su lado. Abrazado a ellos cantando y agitando una bufanda o bañándose junto a su amigo y compañero de junta Ángel Segura en la playa de la Concha para cumplir la promesa de la salvación en Anoeta en el año 2001. Llegó a bajar a pie de calle en un partido en El Sadar contra la Real para defender a dos socias a las que la policía les impedía entrar por negarse a ser cacheadas. Aquello le costó una denuncia, pero se ganó el reconocimiento social, también con algunas frases célebres que hablaban de su osasunismo.
Cuando el Celta se aprovechó de un vacío legal para llevarse a Almunia a coste cero no se mordió la lengua y manifestó: "Va a haber que sacar los tanques ante actuaciones como ésta". Recordados son también los momentos de la celebración del ascenso en un hotel de Pamplona bailando y entonando micrófono en mano temas de Nino Bravo, uno de sus ídolos. En otra ocasión mandó que subieran al palco a un chaval que iba en silla de ruedas al que se encontró cerca del estadio. Además, no tuvo miedo en encararse a los radicales que habían agredido a una familia cordobesa.
Era "profundamente creyente", recordaba siempre con San Fermín y San Francisco Javier en sus pensamientos antes de los partidos. Tras el ascenso hizo el Camino de Santiago junto a José María Arrate, que fuera presidente del Athletic, club con el que había roto un convenio vergonzoso firmado en años atrás por sus predecesores. En chándal, no tuvo problema para interrumpir la peregrinación y presentarse en Tajonar para solucionar un conflicto entre el Pipa Gancedo y Miguel Ángel Lotina. Se ganó también la complicidad de Florentino Pérez y llegó a traer al Dream Team del Barcelona con Cruyff de técnico y Guardiola de jugador para el homenaje a Goikoetxea en El Sadar.
No habrá habido seguramente en Osasuna un presidente al que se le hayan pedido tantas fotos, saludos y abrazos en la calle. Siempre tenía detalles con los aficionados en los viajes, en la ciudad, en los hoteles... También era cercano en el trato con la prensa. "Yo no sé utilizar palabras para chorradas como los políticos, hablo con el corazón y se me entiende", exclamaba Miranda, que en su mandato trasladó las oficinas de la plaza del Castillo a El Sadar, regeneró los palcos vip, creó la Fundación Osasuna, impulsó la tienda oficial en la que se agotaron las camisetas y dio vida a Rojillo, la entrañable mascota que años después acabó en un contenedor. En definitiva, modernizó la institución.
"Osasuna era un coto cerrado y he abierto puertas y ventanas con ayuda de los socios", decía, huyendo de quien le tachaba de populista y recordando que una vez con el equipo se personó en el cementerio de Burlada en memoria de un chico que perdió la vida en un accidente yendo a Lleida para ver un partido. A Javier Bacaicoa, que fuera exvicepresidente y falleció en 2001, le tenía un enorme afecto por su osasunismo, y se le rindió una visita tras el partido del ascenso contra el Recreativo.
El ascenso fue la culminación a un proyecto con jugadores de la casa jóvenes que empezó Enrique Martin con Palacios y Cruchaga a la cabeza, y que culminó Miguel Ángel Lotina, junto a Martín González, junto a los aciertos en los fichajes. Especialmente, los de Iván Rosado y Pablo Orbaiz en su cesión. Dejó Osasuna en Primera en 2002 y desde entonces se apartó de la vida mediática. Seguía siendo el pequeño empresario que había montado una cafetería en Pamplona, donde siguió durante años detrás de la barra. Javier Miranda había cumplido el sueño de alcanzar la gloria y despertar el sentimiento osasunista en miles de aficionados.
Descanse en paz.