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El gesto del Falcesino cadete: cede a dos jugadores al rival para terminar el partido

El Falcesino de categoría cadete decidió ceder a dos de sus jugadores al Idoya para que pudieran terminar su partido en igualdad de condiciones después de que el conjunto de Oteiza sufriese varias lesiones y se quedara con nueve

Ampliar Un gesto más valioso que conseguir ganar
Un gesto más valioso que conseguir ganar
Actualizado el 05/05/2017 a las 06:00
El encuentro disputado el pasado martes entre el Falcesino y el Idoya de categoría cadete dejó una lección inolvidable para todos los asistentes. Una historia que se aleja de la rivalidad y las clasificaciones. Que se queda muy por encima de la competitividad y los triunfos.
El equipo de Oteiza llegaba al encuentro aplazado muy mermado por diferentes bajas y jugadores, ya tocados, que se fueron lesionado durante el partido. El Falcesino decidió cederle a dos de sus jugadores para que pudieran terminar un encuentro que, hasta entonces, marchaba con empate a dos en el marcador. De manera curiosa, fue uno de esos jugadores ‘prestados’ el que terminó decidiendo el encuentro. Osama marcó un gol en el último minuto contra su propio equipo para darle la victoria el Idoya.
“No había visto algo así en la vida. He jugado a fútbol desde los siete años y no había visto nunca nada así en la vida”, cuenta Juan Andrés Iriarte, que ejerce de entrenador del equipo de Oteiza junto a Ibai Nieto. El martes se enfrentaron al Falcesino con muchas lesiones y varios jugadores que se encontraban tocados o enfermos tuvieron que jugar. El encuentro se disputó en Funes, ya que el Falcesino está formado por jugadores de ambos pueblos. El conjunto local disputó el choque con seis jugadores del equipo cadete y doce de categoría infantil.
Tras comenzar la segunda mitad, y con todos los cambios ya realizados por lesión, uno de los jugadores del Idoya tuvo que retirarse por un dolor estomacal y dejó a su equipo con un jugador menos. El entrenador del Falcesino, Maikel Manchado, dejó que uno de sus jugadores, Antonio, jugase con el Idoya. Minutos después, y con empate a dos en el marcador, otro de los visitantes tuvo que abandonar el terreno de juego porque se le rompieron las gafas.
De la grada al césped
Osama, jugador del Falcesino, se encontraba en la grada sin convocar y vestido con ropa de calle. Sin embargo, tenía tantas ganas de jugar que pidió a ambos entrenadores que le dejasen, y finalmente consiguió su objetivo. “Le dejaron unas botas, la camiseta y la pantaloneta del Idoya, y se puso a jugar”, explican los entrenadores.
Lo más llamativo es que fue el propio Osama quien marcó un gol en el último minuto para dar la victoria al Idoya contra su propio equipo. “No lo celebró. Nos dejó a todos sorpendidos. Los jugadores del Idoya empezaron a abrazarle y sus propios compañeros también aplaudieron el gol”, explica Maikel Manchado.
El gesto que se produjo el pasado martes en Funes se aleja de los estándares de rivalidad y competitividad que presenta el fútbol base hoy en día y, como el propio entrenador del Falcesino confiesa, es más valioso que cualquier tipo de victoria: “Prefiero perder como perdimos, que no ganar en desigualdad. Además, los chavales también querían que jugásemos once contra once. No tuvieron ningún problema. Lo primero es jugar a fútbol y disfrutar”.
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