Javier Tolentino: "El cine de Basilio Martín Patino es incómodo incluso ahora"

Voz del cine en Radio 3 durante más de veinte años y director del documental 'Un blues para Teherán' (2020), Javier Tolentino presentó este miércoles en la Biblioteca de Navarra el libro que ha escrito sobre Basilio Martín Patino (1930-2017), un cineasta salmantino como él y autor de películas tan audaces como 'Queridísimos verdugos' (1977) o 'Canciones para después de una guerra' (1971), de la que Carrero Blanco preguntó quién había sido el imbécil que había autorizado tamaña ignominia. Tras la presentación, Tolentino bajó dos pisos, a la Filmoteca de Navarra, donde introdujo la proyección de 'Nueve cartas a Berta' (1966), la ópera prima de Martín Patino. ¿La Salamanca de su infancia era tan sombría como la que se ve en Nueve cartas a Berta? Sí. Yo soy más joven, pero allí salen referencias muy fuertes, por ejemplo el primer bar americano que abre en la ciudad, con los primeros sandwiches, perros calientes, esos bares como los pinta Hopper con asientos giratorios... o las calles con bullicio de gente que no ha vuelto a haber. Ahora puede haber turistas, pero aquello era gente que salía a la calle porque las casas eran frías, y eran duros los inviernos, y la gente estaba en las calles con castañas y patatas calientes en los bolsillos, como Carpanta. Era una ciudad muy dura, difícil, pequeña, toda la gente se vigila y en aquellos tiempos la fuerza y el poder de la Iglesia era muchísimo. Y en ese contexto surge un cineasta como Martín Patino, ¿tuvo que ser muy valiente? Sí. Todo lo valiente que no es su personaje en 'Nueve cartas a Berta', que es la historia de un cobarde. Basilio es lo contrario, Basilio va a ser el cineasta español más independiente, más 'outsider', va por libre, no perteneció nunca a ningún partido, fue un ser libre muy censurado primero por el franquismo y luego por la industria. Pero les metió buenos goles. Sí. Creo que era mejor Elías Querejeta burlando a la censura. Basilio admitió que era alguien que tenía que estar habitando la periferia del cine, que no iba a tener nunca grandes ayudas, pero prefirió eso y que su cine fuera como él lo quería hacer. Es un cine un poquito obsesivo por la perfección, por la maquinaria, por la sátira y por los documentos, creo que es el cineasta de la memoria. Lo que es más difícil de entender es que tras el franquismo siguiera estando en esos márgenes, sus películas no se ponían en Televisión Española... Es verdad. Es que su cine es incómodo incluso para ahora. El otro día en el Cine Doré se proyectó 'Casas viejas: El grito del sur' y salieron dos personas gritando. A mí me encantó que lo insultaran, que gritaran, porque eso significa que su cine sigue provocando. Él siempre decía que era más censura la del mercado que la política. La política tenía recovecos, eran tontos, pero el mercado es muy inteligente. Sabe perfectamente qué es lo que le interesa y toda la gente que no esté dentro del mercado, fuera. ¿Qué relación tuvo con él? Yo cuando tenía 14 años conocí a Basilio pero no sabía que era Basilio. Yo estuve en un taller de Pepe Núñez Larraz, un grupo de gente joven, y alguna vez apareció y hablaba de Rossellini, Fellini, De Sica... Yo no entendía lo que hablaban. Empecé a entender de qué iba la historia cuando vi Canciones para después de una guerra. Cuando veo Nueve cartas a Berta aquello era la Salamanca que viví, los miedos... todo. Cuando me empecé a dedicar a la crítica de cine ya empiezo a llamarle, voy a su casa, viene a la mía... Y empieza una amistad que se traduce en diez o doce entrevistas en Radio3 y encuentros. Una de sus últimas películas fue 'Libre te quiero' (2012) sobre el 15-M, ¿le ilusionó aquello? Al principio no se lo creyó. A él le pilló en Salamanca y cuando vuelve a Madrid, que además vivía al lado de la Puerta del Sol, y ve a su hija Teresa que está creyéndoselo a tope, en seguida habla con su equipo y dice: “Esto hay que rodarlo”. Yo le ví varias veces por la Puerta del Sol con el entusiasmo de un crío. Yo creo que dirigió la película más hermosa sobre el 15M, como es su cine, lleno de poesía. Ya hay otros libros desde un punto de vista académico sobre él, ¿qué quiere aportar con el suyo? Yo no soy historiador, ni académico, soy una persona que me he relacionado siempre con el cine como espectador. Quería que fuese un análisis crítico de sus películas desde mi mirada personal. Y que rindiera homenaje a mi propia infancia y a mi relación con Salamanca. Ya Salamanca es la metáfora de Unamuno y de Basilio Martín Patino. ¿Echa de menos la radio? ¡Nada! En 2021 no me veía haciendo la promoción de Un blues para Teherán y luego hablar del cine de Lois Patiño, por ejemplo.. No. Pensé que era el momento de dejarlo. Son 22 años, el año que viene va a salir un libro de los encuentros para mí más cariñosos que he tenido en la radio, se va a llamar Conversaciones, y ya está, etapa acabada. Sin embargo me estaba picando el gusanillo del cine. El domingo por la tarde salimos de Barcelona a México para empezar los primeros rodajes de la segunda película. ¿De qué va? Mar rojo se llama, la protagonista es Marina Rossell, es de música también, pero con Cataluña y México como un puente musical, lleno de libertad e independencia. Hago el cine que me gustaría ver, como Jonas Mekas o Kiarostami... me gusta el protagonismo del paisaje, el bálsamo que da la música, una mirada muy poética.

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