Alejandro Vergara: “El arte es una expresión de la vida y la apariencia de las cosas nos interesa”

Si tuviera que organizar una exposición en el Museo del Prado que garantizara largas colas de público, no lo conseguiría con Rubens (1577-1640). No porque no sea un artista influyente y máximo exponente de la pintura barroca, sino por su forma de expresarse en el lienzo, muy vinculada a la cultura antigua. Esta afirmación no es fruto del azar, sino la reflexión de una de las personas que más sabe de Rubens, tanto de su obra como de una vida llena de luces y sombras que influyeron en su pintura. Se trata de Alejandro Vergara Sharp, jefe de Conservación de Pintura Flamenca del Museo del Prado, quien considera que no hace falta ser un especialista para admirar un cuadro, al tiempo que reflexiona en su libro La calidad en el arte sobre los motivos que llevan a decir que una pintura es buena o mala. Alejandro Vergara, que también ha investigado sobre la pintura holandesa de los siglos XVI y XVII, estuvo recientemente en Pamplona para participar en un ciclo sobre Rubens organizado por la Universidad de Navarra y la Fundación Amigos del Museo del Prado. El Museo del Prado contiene la mayor colección de Rubens que existe en el mundo. ¿Es mucha responsabilidad? La colección del Museo del Prado consta de 91 cuadros. No es mucho comparado con los 1.500 cuadros suyos que se conservan en el mundo, pero sí es la mayor que existe. Rubens es una de las figuras centrales del Museo del Prado. La sala 12, que es donde se encuentra Velázquez, converge con las zonas donde están Tiziano y Rubens. La distribución es así porque entendemos que el coleccionismo real español, que es lo que acaba en el Museo del Prado, se articula en torno a estos pintores como favoritos. Rubens está presente en todos los libros de historia del arte pero, ¿cómo acercaría su figura a aquellas personas que no saben nada sobre él? Es, con mucha diferencia, el pintor de más éxito y fama de su época, además del pintor más influyente que hay en Europa. Acercarse a Rubens es acercarse a una pintura que otra época valoró de forma muy positiva. Por todo lo que hizo y supuso, lo que tenemos que hacer con Rubens es, no tanto recuperarlo, sino proponer al público que acerque la mirada a un pintor que fue fundamental en otro tiempo. Rubens sigue siendo un pintor muy reconocido. Tuvo tanta fama en vida que es difícil que esa figura pierda vigencia. A pesar de su importancia, dice que una exposición de Rubens no garantiza un éxito de público. ¿Por qué? Si buscamos tener mucho éxito, posiblemente haríamos una exposición con Caravaggio, Rembrandt, con Velázquez. Rubens siempre ha sido un favorito tanto del mundo académico, como de los estudiosos y los pintores, pero es cierto que hay cierta distancia con el público en general. Lo que nos separa de él tiene que ver con una retórica, con una manera de contar las cosas que está muy vinculada a la cultura antigua. Mientras esta cultura de los antiguos griegos y romanos era central para la forma de entender la vida y el mundo en Europa hasta hace un siglo. Ahora no lo es tanto, queda más lejano. Con Caravaggio, por ejemplo, parece que hay una proximidad, pues es más bohemio y parece más natural lo que plasma con la pintura. Aunque tuvo una vida de éxito y reconocimiento, ¿hubo algún hecho que condicionó su vida y su pintura? Vivió momentos duros. Tuvo una infancia difícil pues su padre era un exiliado, además de que fue acusado de adulterio y condenado a muerte. Muere su primera mujer y continúa con una vida de éxito . Se enamora de una chica muy joven, se casa con ella y, viendo su pintura, queda la sensación de que está completamente enamorado de ella los diez años que le quedaban de vida. A través de ese amor personal que vive, está dando forma en su pintura a una idea del amor que tiene que ver con el deseo, el sexo, la fertilidad. Su manera de entender su propio amor y la vida de los humanos está muy vinculada con estos ciclos naturales. Busca con su pintura darle forma a esa manera de interpretar la vida. También se dedicó a la diplomacia y conoció a Velázquez. Vino a Madrid como diplomático, porque estaba negociando una paz entre España e Inglaterra y fue el agente encargado de dicha negociación. Conoció a Velázquez y convivieron durante nueve meses y tuvo mucha influencia sobre el pintor español. Rubens era 22 años mayor, pero para Velázquez fue como si llegara el tipo más conocido de Europa. ¿Que encontró en Rubens para convertirse en un estudioso de su pintura? Estudié Historia del del Arte en Madrid e hice el doctorado en Estados Unidos. Durante mi juventud, me interesaba más la pintura abstracta y la pintura del siglo XX. Pero crecí en Madrid y mi padre me llevaba mucho al Museo del Prado y me decía: “este pintor es maravilloso”, “este cuadro es horrible”... Hablaba de una manera muy apasionada y eufórica, como si tuviera algo en juego. En el Prado aprendí a disfrutar del Greco, de Goya, de Velázquez, pero nada más. Y cuando estaba en Nueva York y tuve que elegir una especialidad para encaminar mi profesión, conocí a un especialista en Rubens y se fue despertando mi interés. Es una figura que te permite no solo estudiar pintura, sino también diplomacia, cultura de la antigüedad. Es un personaje muy rico que tiene muchas facetas. ¿Hay que tener distintas miradas para entender la pintura antigua o esos artistas abstractos de los años 50 que también le atraían? Es un sí, pero también un no. Es diferente, en parte, porque es una transformación de una realidad. Lo que hace un pintor es mirar a su entorno, mira la historia del arte anterior y transformarlo en arte. Consigue o no que nos interese a los demás, pero se basa en la transformación de un mundo real, que nos rodea. Un pintor abstracto europeo de los años 50 o 60, 70 interpreta de otra manera y esa pintura abstracta del siglo XX es más la energía mental de un pintor, su ánimo convertido en movimiento de una mano con un pincel sobre un lienzo con la idea de que eso también transmite algo. ¿Resulta complicado acercar el arte al público? No lo creo. Todos, o casi todos, tenemos en nuestro interior la capacidad de disfrutar del arte, igual que disfrutamos de mirar el horizonte en las playa o una montaña bonita. Todos somos capaces de encontrar belleza en distintos lugares, pero también tristeza. Si sientes dolor, si sufres la pérdida de una persona o un desamor, un día triste o un paisaje te puede hacer sentir más esa tristeza, lo mismo que puede ocurrir al contemplar un cuadro. Amplifica tus sentimientos. ¿Su experiencia en el Museo del Prado, como jefe de conservación y comisario de numerosas exposiciones, le refuerza la idea de que el arte es sentimiento? Lo tenemos todo dentro. Lo que si me parece importante es que alguien te guíe. He sido profesor muchos años antes de estar en el museo y te das cuenta de que es bueno orientar. Mucha gente llega al museo buscando algo, preguntando dónde miro, por qué esto es interesante... Y en cuanto les orientas un poco, con muy poquito que les digas, no hace falta a la gente le gusta el arte. Gusta la pintura, la escultura, la arquitectura, el arte en general, al igual que un paisaje o la naturaleza. Todo lo que es estética en nuestra vida, la apariencia de las cosas nos interesa. ¿El arte es una fuente inagotable de estudio o llega un momento que se pierde frescura? Nunca se acaba de aprender, es algo muy vocacional. Dedicar la vida a pensar en el arte y compartir esos pensamientos con los demas, es gratificante. No debemos olvidar que el arte es una expresión de la vida, una manera de entender esa otra parte donde no somos concretos, con aspectos que son intangibles y no son fáciles de describir. Nuestros ánimos, donde nos vinculamos al pasado y avanzamos hacia el futuro.

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