Antxiñe Mendizabal, escritora: “La violencia es no poder mostrarse tal y como uno es”

El título original de la primera novela de Antxiñe Mendizabal en euskera era 'Odolekoak'. Se podría traducir como “consanguíneos”, o “los de la sangre”, pero en la edición en castellano cambió a 'Vínculos'. Un matiz diferente. Mendizabal (Zumarraga, 1968), que además de escritora es editora, explica que cuando se hace una traducción en el fondo también se hace una relectura, y se repasa el discurso del libro. 'Odolekoak' es posible que sugiriera una relación más cercana, los de casa, el clan, la familia; 'Vínculos', sin embargo, se abre a otros ámbitos, a una época, a una ciudad, a las personas que compartieron unas circunstancias difíciles. La novela recorre desde 1941 hasta hoy en día a través de una familia carlista de Pamplona, con tres protagonistas principales de tres generaciones distintas que tienen algo en común, una difícil relación entre madres e hijas. Vínculos está lleno de detalles concretos, la cafetera marca Orbegozo, las coplas del ritual de año nuevo de Urdiain... ¿Ha sido costoso además de escribir investigar la época? Sí. Cuando empecé el proyecto para nada estaba en mi idea darle esa estructura histórica social. Lo que más me interesaba era esa relación tan tumultuosa de madre e hija, pero llegó un momento en que opté porque mis personajes pusieran pie en algún sitio, y fue en Pamplona. Sin darme cuenta se me empezaron a entrelazar las historias particulares, la historia social de Pamplona, y abrí más el abánico y me di cuenta que estaba relacionado con la historia de Navarra, del País Vasco, la dictadura franquista.. ¿Cómo fue la documentación? Contaba con una ventaja que es que hice un trabajo de divulgación de la Segunda República y la Guerra Civil en Zumarraga. Conociendo ese contexto ya fui a hacer labor de investigación y campo intentando mantener el equilibrio, que la historia no se comiera el argumento de la novela. Lo que más me interesaba eran esos datos que reflejasen el día a día de la ciudad. Me los ha dado la hemeroteca con los anuncios, la hoja de sociedad, la cartelera de cine, los comercios... Como soy un poco obsesiva, todos los datos que he puesto los he contrastado muy bien. Me daba miedo porque Pamplona está ahí, con gente que lo ha vivido, no es Macondo. Un escenario que es casi de terror para la protagonista en los años 40, que piensa que es mejor estar mal casada que “solterona” y se somete al marido. ¿Le dolió meterse en su piel? Sí. Ha sido muy pesado llevar la carga de esta mujer porque era una desgraciada, además de que ella causa desgracias a los demás. Para mí tiene dos caras. Por un lado es una mujer que ha nacido y crecido en un ambiente de violencia, no sólo por los acontecimientos históricos, sino por todas las normas a las que se tiene que someter una mujer de ese tiempo. Si no hubiese vivido en ese contexto yo me imaginaba a Matilde como una abanderada de algo, una bailarina, una revolucionaria.. y sin embargo el ambiente que nos rodea es increíble en qué nos pueden convertir. En el fondo es una mujer que se rebeló como pudo, y su rebeldía la destruyó, pero su rebeldía está en no ser una madre y mujer buena como esperaban de ella. Para mí la violencia en términos absolutos es eso, cuando una persona no puede mostrarse tal y como es y no puede desarrollarse. Utiliza el símil de las matrioskas para hablar de las relaciones entre madres e hijas, ¿Ve un hilo que une a las generaciones? Lo que yo quería transmitir es que madre, hija, nieta... si no rompen con sus antecesoras se pueden ver de alguna manera sometidas a ellas. Cada mujer hace el camino de la maternidad según su forma de ser, según sus convicciones y un montón de cosas. La matrioska representa el salir de dentro de cada una de ellas aunque son iguales en el sentido de que son de la misma sangre. Abarca desde los años 40 hasta hoy, tres generaciones, incluye una guía de personajes y salen 99... ¿Cómo se maneja en la arquitectura de la novela? Aunque parezca mentira esta novela ha sido bastante fruto de la improvisación. Estos personajes han ido saliendo al paso, como pasa en la vida, tú vas andando por la ciudad y te van saliendo personas, interactúas con algunas y otras se quedan en el camino. Al principio era complicado pero creo que una de las mejores maneras de reflejar un personaje es ver cómo interactúa con otros. Si te digo la verdad no había hecho el recuento, pero luego los he ido agrupando por pequeños universos e hice como un mapa con las diferentes constelaciones que forman las tres protagonistas. Me he movido ahí a veces un poco mareada y con un montón de apuntes. Al hacer la lista hice un ejercicio por ver la procedencia de cada persona y ahí opté por ir al cementerio de Pamplona, que no lo conocía, y los apellidos los cogí de las lápidas. O sea que la historia de algún modo le fue brotando, la tenía dentro. ¿Cuál era la idea central? Seguramente mi primera idea está condensada en la primera parte, en la historia de Matilde, la memoria de la violencia, ésa era un poco mi primer impulso. Me inquietaba la relación de madre e hija cuando una madre no quiere a la hija; el abandono y el rechazo que siente ésta. Lo que pasa es que tiendo a que las historias acaben bien y pensé que no podía terminar así, tenía que hacer un recorrido un poco sanador y la cosa empezó a alargarse. Es editora y escritora de literatura infantil y ahora se lanza sin red a una novela así de compleja, ¿cómo se ha visto? Hace muchos años que empecé a hacer los primeros esbozos pero nunca me sentí lo suficientemente madura para abordar los temas que estaban ahí. No es una novela autobiográfica, pero sí puedeo decir que los sentimientos, las emociones, esas heridas de esas mujeres también son mías.

Antxiñe Mendizabal, escritora: “La violencia es no poder mostrarse tal y como uno es”

Matilde, Teresa y Amaia pertenecen a una familia pamplonesa pero en distintas generaciones. A través de ellas, Antxiñe Mendizabal teje una ambiciosa novela que arranca en 1941 hasta hoy

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