Susana Rodríguez, directora: “He reforzado la parte literaria y este año Pamplona Negra es más redonda”

El frío de los países nórdicos y la oscuridad del espionaje, siempre en las sombras, va a atravesar Baluarte la próxima semana: vuelve a instalarse Pamplona Negra, por noveno año consecutivo, en la edición 'La novela que surgió del frío' donde el país invitado es Noruega, como lo atestigua la presencia de dos de sus autores, Jørn Lier Horst y Helene Flood. Y en una vuelta de tuerca más, la directora de este festival, Susana Rodríguez Lezaun, ha sumado al programa tres actividades más exclusivamente literarias, lo que supondrá ver y escuchar a más escritores y escritoras, nacionales y extranjeros, pues regresa el francés Bernard Minier y se estrena el escocés John Cumming, que no pudo participar cuando en 2021 se invitó a Gran Bretaña. Junto a ellos, Lorenzo Silva, Rosa Ribas, Dolores Redondo, los tres autores que firman bajo el seudónimo de Carmen Mola, Jerónimo Andreu... en un total, una veintena de autores y autoras. Además, habrá un acto con el escritor de novela juvenil Blue Jeans; tres autoras y dos autores participarán en clubes de lectura; Mona León, Pepe Viyuela y Enrique Martínez se subirán al escenario en 'El crimen a escena' para mostrar en vivo su podcast Holmes... Parece que le faltan días para todo lo que quiere programar... ¿Qué ha pasado en esta edición? Que después de los dos últimos años teníamos muchas ganas de hacer cosas. Y también que éramos conscientes de que la presencia de escritores y escritoras estaba quedando atrás y no queríamos que Pamplona Negra dejara de ser un festival literario. Es verdad que buena parte del peso lo lleva El crimen a escena -merecidísimo, porque es además nuestro buque insignia-, pero somos un festival literario y queríamos invitar a más autores. Por eso se nos ocurrió organizar dos encuentros más en dos días, jueves y viernes, que supone salir una hora más tarde, a las nueve. Vamos a ver cómo lo recibe la gente, y, según eso, decidiremos si lo mantenemos, si volvemos a lo de antes, si aumentamos y vamos a más días... ¿A qué se refiere con que la presencia de autores estaba quedando atrás? Tengo la sensación de que el formato en estos años no ha cambiado: mesa redonda y El crimen a escena cada tarde. No había cambiado, pero invertimos mucho esfuerzo a todos los niveles, intelectual, imaginativo y de recursos, en El crimen a escena porque nos encanta y nos parece un lujo tener aquí a policía, forenses, psicólogos... que nos cuentan cómo funcionan las cosas de verdad, y me daba pena, como escritora y lectora, que se quedara atrás la parte literaria: me estaba costando mantenerla a la par porque realmente El crimen a escena estaba saliendo muy bien, con temas fabulosos, súper novedosos, intrigantes, interesantes... Por eso mi apuesta ha sido reforzar la parte literaria, aumentando los encuentros del jueves y viernes y con dos actos literarios en vez de uno el sábado. En mi opinión, Pamplona Negra es esta edición más redonda. ¿Nota en cada edición el yugo de intentar superarse? Me pasa en todo lo que hago en la vida, y en Pamplona Negra también, sin duda. Si ves que la gente responde, que le gusta lo que le presentas, al año siguiente tratas de mejorar, sorprender, echar otro órdago. Llevamos nueve ediciones y estamos en periodo de crecimiento: va a llegar un año en que diremos “esto es Pamplona Negra y así se va a quedar”, y lo dejaremos como esté en ese momento, con equis mesas redondas, con equis El crimen a escena, con equis días... Ahora estamos en proceso de buscar el ideal. Nueve años y aún probándose... Probamos empezando un día antes, desde el lunes; incluyendo actividad el sábado por la tarde; también clubes de lectura por las mañanas; este año vamos con clubes de lectura y autores al centro penitenciario y a la Guardia Civil; incentivamos la presencia de los institutos; vamos a probar con las mesas redondas... Estamos en crecimiento: solo tenemos una prueba al año, así que solo hemos probado nueve veces [ríe]. Le preguntaba antes si nota el yugo de superarse... Lo noto. No es un yugo que me hiera, que me agobie o me quite el sueño, pero es un reto personal. Estoy en Pamplona Negra porque para mí es un reto. El año que esto sea algo más, sin más, Pamplona Negra no me merecerá como directora. Mientras note ese yugo que me obliga a ofrecer algo bueno y mejor, puedo hacerlo. Cuando no me motive o no sienta ese reto, dejará de ser mi sitio. Se lo comentaba leyendo firmas de esta programación, nacionales y extranjeras, de distintos países. Hay veces que tienes una mesa temática, como la de espías, y si te circunscribes a que solo vienen noruegos porque es Noruega el país invitado y el resto no pueden ser extranjeros, te pierdes mucho. Es muy interesante que si una mesa reclama un autor de primer orden como Charles Cumming, un comunicador estupendo y un escritor brutal, lo aproveches; Bernard Minier ya estuvo aquí, pero si organizas una mesa redonda sobre autores de largo recorrido, tiene que estar. ¿Podríamos haber invitado a otras firmas nacionales? Sin duda. Pero el refrán “en la variedad está el gusto” se aplica de maravilla aquí, lo que tampoco significa que el año que viene vaya a haber autores extranjeros en mesas redondas: es simplemente una circunstancia que hemos abierto y que este año se lleva a cabo. El espionaje es el leitmotiv de esta edición, junto con la novela nórdica. El tema ya estuvo presente en 2021. ¿Qué supone para usted? Me chifla. Soy una fan de toda la vida de las novelas de espionaje. Creo que tengo la colección completa de Forsyth, de Le Carré, de Daniel Silva... -también el cine de espías ha dado mucho juego, no solo Ian Fleming y su 007-. Tocamos el tema muy de refilón en 2021 y, sin embargo, percibí en la gente que era algo que le gustaba, y aprovechamos y traemos además a un policía que ha trabajado en brigadas de agentes encubiertos; al periodista Fernando Rueda, para que nos hable de la Casa Real, de Pegasus, del CNI... Me parece un mundo fascinante, negro, oscuro, el mundo de la mentira, del camuflaje, de la traición constante... Y de hecho con la palabra espionaje ya no solo pensamos en historias de cine o novelas... No, pensamos sobre todo en los móviles. Recuerdo que el último año en que estuvo como director Carlos [Bassas] vino un inspector que dijo que aproximadamente el 51% de los móviles en España estaban intervenidos, algunos por orden judicial y otros, de manera aleatoria y preventiva. Es decir: en algún momento de la vida tu móvil ha podido estar intervenido durante minutos, horas o días. Me parece impresionante. Y también todo lo que se puede conseguir de una persona a través de las antenas de telefonía, de los ordenadores... Es el espionaje perfecto, sin tener en cuenta lo que cada uno expone de manera voluntaria en las redes sociales. ¿Qué tiene el noir nórdico? Si hay un autor de novela negra sin importar su origen que destaque sobre otros es Henning Mankell, de Suecia, creador del inspector Wallander. Es otro tipo de inspector, de trama, de historia y de literatura. Mankell me abrió una puerta a un estilo literario que desconocía -consumía mucha literatura británica, americana, española-. Y luego ocurrió Millennium, las novelas de Stieg Larsson, con la primera hacker de la literatura negra. Después vinieron Asa Larsson, Camilla Läckberg, sus paisajes fríos, su trato interpersonal tan diferente al nuestro... Los países nórdicos debían estar en Pamplona Negra. Hay temas de mesas redondas a partir de obras de autores que participan en ellas. Pero en otras los temas son qué es escribir en otras lenguas, ser un autor de largo recorrido, denunciar... ¿Es clave para este festival? Sí. Salvo excepciones -tenemos a Dolores Redondo con la novela que acaba de publicar, pero ella viene a su casa-, es más importante el tema que el libro. Hay autores de mesas redondas que vienen sin novedad. Cumming, por ejemplo, publicó hace dos años su último libro en España y nos da igual. Nos interesa lo que tienen que aportar. Como las tres autoras de la mesa sobre denuncia [Marta Robles, Susana Martín Gijón y Noelia Lorenzo Pino], con novelas Robles y Martín Gijón de hace más de un año, considerando que tienen mucho que aportar en cuanto a la denuncia que trasciende de sus páginas y llega a los lectores. Los lectores saben qué publica cada autor: aquí quieren verlo y qué puede aportar en otros campos, siendo un plus escucharle y que les pueda firmar el libro.

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