Los Aibar, un linaje perpetuado hasta nuestros días (y IV)

Mientras en la corte de los Evreux los bastardos reales comenzaban a acaparar poder y urdían sus discordias, los Aibar mantuvieron su estatus en la corte; tal vez sin presentir que las terribles luchas entre agramonteses y beaumonteses iban a perjudicar su patrimonio y a amenazar sus vidas. Martín Ximénez de Aibar el Joven, hijo de Martín el Chambelán y María Fernández de Rada fue alcalde de Petilla y Corella. Sirvió como escanciador en el hostal de Carlos III y realizó para este rey numerosos servicios. De sus tres vástagos, Pedro se casó con Leonor de Lacarra y fue maestrehostal de la reina Blanca. Sancho sirvió bajo las órdenes del mariscal Godofre de Navarra (hijo natural de Carlos III). Junto a él se le ve en 1412 en Languedoc, donde formó parte del ejército de doscientos soldados y otros doscientos ballesteros que se organizó en socorro del rey Carlos VI de Francia. Un año más tarde lo acompañó al sitio de Balaguer registrándose entre los hombres que integraron el ejército del rey aragonés, Fernando I. Tras la muerte de Martín el Humano el 31 de mayo de 1410 sin heredero, varios candidatos, entre los que se encontraban Jaime II, conde de Urgell, y Fernando de Antequera, se disputaron el trono, saliendo ganador Fernando. Ante este hecho, el conde de Urgell se rebeló. Después de varias batallas, Jaime se encerró en Balaguer, ciudad a la que Fernando puso sitio en julio, terminándose éste el 31 de octubre con la rendición del conde. Por su parte, Fernando “heredó las tierras aibaresas por mayorío y en ellas residió, formando una familia que continuó la sucesión directa del linaje Aibar”, explican las hermanas Iziz en Los Aibar, linaje de reyes. Una sobrina de Fernando, María, se desposó con el canciller García de Falces y un hijo de ambos, Sancho, fue escudero del Príncipe de Viana. CÍRCULO AGRAMONTÉS La rama de los Ruiz de Aibar se movió durante esta época en el entorno agramontés. Juan Ruiz de Aibar “Dinadán” escogió para uno de sus hijos un curioso nombre, Hércules, llevado por la corriente mitológica tan en boga en la época y que inspiró uno de los cuadros escultóricos que aparecen en el refectorio de la seo pamplonesa; que se habría esculpido poco antes de su nacimiento. El historiador Mikel Zuza, en su trabajo El escudo de las amazonas y un ciclo de Hércules en la catedral de Pamplona, señala que este grupo escultórico está situado en la portada del ángulo sureste del refectorio y data su factura en la primera década del siglo XV. Hércules de Aibar perteneció a la corte de la reina Blanca y fue uno de los enviados por el Príncipe de Viana a Bilbao para agasajar a su prometida, Agnes de Cleves, y conducirla hasta el reino de Navarra poco antes de sus esponsales. Desde entonces se mantuvo al lado de Agnes como miembro de su hostal y de él formó parte también su hijo Arnaldo. Y no hay que olvidar que, mientras el príncipe estuvo rodeado por la facción beaumontesa, fueron los agramonteses los que formaron parte del círculo más íntimo de la princesa. En 1446, Hércules aparece como escudero de la frutería de Agnes y, a partir de 1457, fue regidor de Olite. Además, los Ruiz de Aibar emparentaron con los Navarra (rama bastarda de la familia Evreux integrada en el bando agramontés) al casarse Graciana Aibar, descendiente de Dinadán, con Carlos de Ayanz, nieto de Leonel de Navarra y biznieto de Carlos II. Por su parte, otro Juan Ruiz de Aibar (posiblemente hijo de Dinadán) tuvo amistad con Pierres de Peralta, al que nombró, según señalan las hermanas Iziz, procurador de sus bienes en 1424. 1451 Uno de los puntos álgidos de la rivalidad entre beaumonteses y agramonteses fue la batalla de Aibar de 1451. Esta localidad formaba parte de los territorios de influencia beaumontesa. Allí se encontraron el Príncipe de Viana y su padre en octubre de ese año, cuando sus relaciones estaban más deterioradas. Mientras ambos trataban de llegar a una concordia, los agramonteses, que esperaban en posición de combate frente a los beaumonteses, iniciaron la lid sin aguardar el desenlace de las conversaciones y aplastaron a sus enemigos. A partir de ese instante, Aibar (bajo dominio agramontés) se convirtió en lugar de disputa siendo destruido e incendiado en 1456, cuando los beaumonteses cargaron contra ella. Se encargó de reconstruir el castillo en 1570 un nieto de Fernando, Martín Martínez de Aibar. Las hermanas Iziz documentan que este Martín pereció dentro de la torre del castillo poco después, a consecuencia de un fuego provocado por Charles de Artieda y que su mujer, Leonor de Olóriz, y sus hijos Fernando y García, se trasladaron entonces a unas viviendas situadas en la parte baja del pueblo, dándoles el título de palacio. Tal vez fue una disputa familiar lo que llevó a Charles de Artieda, justicia mayor de Pamplona, a terminar con la vida de Martín Martínez de Aibar de esta manera. Ambos estaban emparentados a través de los Ruiz de Aibar, ya que Charles era hijo de Juana Ruiz de Aibar, descendiente de Dinadán. Fernando Martínez de Aibar (hijo de este último Martín) permaneció en fidelidad de los reyes Catalina y Juan III, posicionándose en el bando agramontés. Los propios reyes lo reconocieron como “continuo familiar nuestro”. Fernando asistió en 1507 junto con las tropas de César Borgia (cuñado de Juan III) al sitio de Viana, donde resistía Luis de Beaumont en nombre de Fernando el Católico. Su participación debió de ser efímera, puesto que está documentado que murió de peste durante el asedio. Su heredera, María, fue criada por su abuelo, Gil de Redín. Tras casarse con Miguel de Ugarra, el palacio de Aibar quedó ligado a este nuevo linaje, aunque curiosamente, un nieto suyo de nombre Martín, cambió el orden de sus apellidos, documentándose como Martín de Aibar y Ugarra. En 1521, cuando los partidarios de Enrique II de Navarra lucharon por él en los campos de Noáin, Joan de Aivar, mercader y vecino del Mercadal de Tudela, debió de estar entre ellos ya que en la carta de perdón otorgada por el rey Carlos V y fechada el 10 de mayo de 1522 en Vitoria, su nombre aparece en la lista de los quince exceptuados de ese perdón, a los que se les acusa de lesa majestad. Puede que Joan, que seguía apareciendo entre los no indultados el 15 de diciembre de 1523, consiguiera el perdón el 29 de abril de 1524, cuando el rey concedió la amnistía a “nuestros súbdictos e vassallos del dicho nuestro Reyno, que estávades dentro de la dicha villa de Fuenterrabía y a los que estábades0 fuera della en nuestro deserbiçio e fuera de nuestra obediencia de la parcialidad agramontesa”, transcribe el padre Tarsicio en Los perdones del rey emperador Carlos V a los navarros deservidores (1521-1524). A partir del siglo XVI los Aibar se movieron en un contexto muy variopinto dentro de la escena laboral, política y religiosa. Jerónimo de Aibar trabajó como veedor en la fábrica de armas de Deba. Según expone José Antonio Azpiazu en Fabricación y comercialización de armas en el valle de Deba (1550-1600), el 24 de marzo de 1591 el rey instó a Jerónimo a mantener la cota de producción y le solicitó “nuevos asientos de veinte mil arcabuzes, tres mil moxquetes y veinte mil picas”. Simón, hijo del primer matrimonio de Martín de Aibar y Ugarra con Isabel Tapia, heredó el palacio de Aibar y un nieto de este, de nombre José Joaquín, ingresó en la Orden de Calatrava en 1673 y perteneció al Consejo de Su Majestad en el Tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas. Se casó con María Micaela Martínez de Aibar, natural de Quito. Un hijo de ambos, Juan Dionisio Aibar y Martínez de Aibar, fue paje del rey e ingresó también en la orden de Calatrava en 1697. También pertenecieron a esta orden Ignacio Martínez de Aibar (1694) y Luis Urriés Aibar y Gurrea, descendiente de Martín de Aibar a través de su segundo matrimonio con María de Ezca. Luis fue oídor de la Real Audiencia de Aragón y caballero desde agosto de 1767. Por su parte, don Victorian de Vilada y Aibar fue fiscal de la Real Audiencia de la Plata y se le cuenta entre los suscriptores del Mercurio Peruano, un periódico de corte liberal editado por los jóvenes de la Sociedad de Amantes del País que se distribuía por buena parte de Hispanoamérica. Y Damiana de Aybar, se desposó con Juan Castro y del Hoyo, natural de Santoña, que estuvo en Buenos Aires. En Puerto Rico, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX está documentada la presencia de Jesús María Cómas y Aybar, Luis Eduardo Aybar Jiménez, Ernesto Cuebas y Aybar y Antonio Cardena Aybar. Singular es el caso del pintor barroco Pedro Aibar Jiménez, nacido a comienzos del siglo XVII en Zaragoza. Pedro realizó varios encargos para la familia Lastanosa. Según ha rastreado Juan Carlos Lozano parece que sus primeras obras pudieron ser una Glorificación de los santos Orencio y Paciencia y una Inmaculada para la catedral de Huesca, que realizaría entre 1665 y 1668. También pintó seis lienzos para la iglesia parroquial de San Martín en Huesca, entre los que están un san José con el Niño y la Anunciación. Trabajó en la iglesia parroquial de la Purísima Concepción de Alfocea (Zaragoza) y en la iglesia de Farasdués, donde destaca su Inmaculada. Suyos son también los cuadros de La Epifanía y la Adoración de los Reyes Magos de la colegiata de Santa María de Calatayud. En la actualidad, el apellido Aibar se encuentra entre los 3 500 apellidos más comunes de España. Hay censados 1 464 Aibar como primer apellido y 1 505 como segundo. Están asentados en Barcelona, Jaén, Zaragoza, Valencia y Castellón, principalmente. En Navarra hay inscritos 26 Aibar y fuera de España se documenta en Argentina, México, Perú y Francia.

Los Aibar, un linaje perpetuado hasta nuestros días (y IV)

El linaje de los Aibar continuó ligado a la corona durante toda la baja edad media y participó en diversas acciones relacionadas con Francia y con Aragón, además de estar inmersos en las luchas entre agramonteses y beaumonteses del siglo XV

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