María Oruña: “Me desnudo completamente en cada novela, siempre juego con honestidad”

De abogada laboralista y mercantil a escritora profesional. Así se resume el cambio de vida de María Oruña, la escritora que que sorprendió hace siete años con 'Puerto Escondido', su primera novela, que supuso el inicio de una serie que suma siete libros y que que le han convertido en una de las reinas del suspense del panorama literario nacional. Con más de medio millón de lectores y lectoras que siguen sus novelas, traducidas a varios idiomas, María Oruña participa este miércoles por la tarde (19 horas) en el Club de Lectura de Diario de Navarra donde hablará de su última novela, 'El camino del fuego', y de la teniente de la Guardia Civil, Valentina Redondo, uno de sus personajes imprescindibles. ¿Quién es Valentina Redondo? Representa la dualidad, por eso, de forma deliberada, tiene un ojo de cada color. Todos tenemos, como mínimo, dos caras. Tenemos una forma de vestir y de comportarnos cuando vamos al trabajo, otra cuando estamos en familia, incluso con los amigos. Y en este personaje quise destacar una mujer muy efectiva en su trabajo, pero con tropezones, pequeños desastres e inseguridades en su vida personal. No hace falta ser brillante e inteligente para demostrar que si una persona trabaja, puede llegar a la meta igual. Con esta teniente de la Guardia Civil, ¿ha querido hacer un guiño a la escritora Dolores Redondo? El apellido Redonde obedece más a un motivo personal que literario. Cuando había escrito Puerto Escondido no sabía muy bien qué hacer con la novela. Una noche estaba viendo un programa en la televisión y salió Dolores Redondo contando que ella tenía un restaurante y era cocinera, que no venía del mundo editorial. Le di un codazo a mi marido y le dije: ¡mira, no hay que ser famosa para que te publiquen! Fue esa noche cuando empecé a darle vueltas a la idea de intentar que alguien leyera mi novela. Y ese apellido lo puse por la emoción que sentí y por la broma que hice con mi marido. En El camino del fuego se aleja de Cantabria, escenario de sus novelas, y se sitúa en Escocia. ¿Por qué ha cambiado de escenario? Cada libro es independiente y autoconclusivo, sólo se repiten los investigadores. Intento hacer un guiño a modelos narrativos diferentes e innovadores. Hay novelas intimistas, de estilo gótico, un misterio de habitación cerrada. En este caso es del género “domestic noir” y he utilizado por primera vez la narrativa con documentación epistolar. Me pareció un reto y una oportunidad para salir de mi zona de confort. Llevaba diez años trabajando como abogada laboralista y, de pronto, escribe una novela. ¿Qué le animó a su aventura literaria? Siempre me ha gustado leer, escribir también, pero nunca soñé con ser escritora. Me dedicaba a la abogacía, trabajaba muchas horas y apenas tenía tiempo para leer. Cuando nació mi hijo, me plantee un cambio laboral. Dejé el bufete, abrí mi propio despacho y empecé a trabajar desde casa. Así tenía más tiempo y con el niño en el regazo, escribí La mano del arquero, un librito jurídido. También me animé a desempolvar una idea que tenía en la cabeza. ¿Esa idea tiene algo que ver con Puerto Escondido, su primera novela? Tenía mucha rabia, pues historias que me contaba mi abuela de la época de la guerra y la posguerra no las veía reflejadas en ninguna parte. Eran historias sobre gente humilde, era la España de verdad. Me puse a escribir, sin esquemas, sin pensar en una novela y, mucho menos, que hubiera personas dispuestas a leerla. Así fue el principio de la experiencia que estoy viviendo, que es maravillosa. Hay misterio, aventura, crímenes, investigadores. Con estos componentes, ¿qué reflexiones busca en sus novelas? Siempre hay preguntas que lanzar al aire, no respuestas, pero sí interrogantes. Analizo el abandono de las instituciones de la cultura, el abandono de la ciencia, el propio abandono por parte de todos, incluidos los lectores, de la historia. Mi anterior novela hablaba del dolor y cómo lo manejamos. Y en El camino del fuego trato sobre los libros perdidos y censurados como un retrato de lo que somos, me adentré por el camino de las apariencias, de quién es quién según las circunstancias socioculturales. También quería hablar del maltrato psicológico, tema en el que no nos metemos demasiado porque es algo ambigüo y definirlo no es fácil. ¿Se siente cómoda con la etiqueta de escritora de novela negra? No me hace mucha gracia resumir mis obras en novela negra. Creo que puedo defraudar a algún lector que espere una novela negra purista. Me siento más cómoda hablando de novelas de misterio, pues siempre hay en ellas historia, ciencia y una búsqueda del conocimiento. Es más fácil presentar algo bajo el amparo de una etiqueta, pero soy un híbrido. ¿Le gusta sorprender al lector? Esa es la gracia, que cada libro sea un juego. Si siempre hago lo mismo, eres muy previsible y, por lo tanto, puedes aburrir. Quien lea mis libros debe saber que cada novela va a ser un homenaje a un género distinto. Es un riesgo que asumo, pero lo hago como una muestra de respeto hacia los lectores. Sé que hay una fórmula que funciona muy bien, pero no me quiero limitar a repetirla. En su universo literario presenta perfiles de personajes muy diferentes. Además de escritora, hay que ser también psicologa? Cada personaje tiene un objetivo y todos tienen dos, tres incluso cuatro caras, que son las que tenemos en la vida real.Tengo muchos libros de psicología y de medicina forense en casa para consultar. Procuro entender muy bien los comportamientos, miedos e inseguridades del ser humano para crear cada personaje. Cuenta con más de 500.000 lectores fieles a sus novelas, ¿cómo vive este fenómeno literario? No hay que tomarse tan en serio estas cosas. Lo mio ha sido paulatino. Cuando escribí mi primera novela no sabía si alguna editorial la iba a publicar. Después, firmé un contrato a distancia con Planeta y un día me hicieron viajar a Barcelona porque querían ponerme cara, nadie me conocía y la gente preguntaba quién era esa mujer que firmaba la novela. ¿Por qué cree que gustan sus novelas? La seriedad con la que están escritas, la coherencia es lo que atrae. Quiero que, cuando una persona termine de leer mi novela, no se sienta defraudado ni engañado. No hay impostura. Con cada novela que publica, ¿siente más responsabilidad? Nunca me va a afectar pensar que estoy sometida a mayor presión conforme mis novelas tengan más lectores. Escribo con el mismo nivel de autoexigencia ahora que antes. Con cada libro que entrego, sé honestamente que es lo mejor que puedo dar de mí porque lo doy todo, me desnudo completamente para escribirlo. Si luego funciona el libro o no tiene éxito, es el siguiente paso. Si alguna novela pincha porque a la gente no le gusta, lo asumiré con deportividad, sabiendo que he jugado con honestidad. Siempre trato al lector con mucho respeto. Lleva siete años publicando novelas. ¿Ha evolucionado, ha madurado como escritora? Desde el primer momento, viendo la que se estaba liando a mi alrededor, sentí muchos nervios pues pensaba que no tenía conocimiento ni fondo literario suficiente para esta revolución. Siempre he querido mejorar y he sido autodidacta. He mejorado la técnica, pero sin perder la magia. Por mucha técnica que tengas, si no hay un toque de belleza, también de dureza, si no hay frases dulces como caricias u otras como hachazos o envolventes, no consigues llegar a nadie.

María Oruña: “Me desnudo completamente en cada novela, siempre juego con honestidad”

Seis novelas en siete años es el bagaje literario de esta escritora, quien dejó la abogacía por la narrativa. Considerada un referente de las novelas de suspense, la escritora participa este miércoles (19 h) en el Club de Lectura de Diario de Navarra con la novela ‘El camino del fuego’

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