Félix G. Modroño: "Demonizo el acceso a redes sociales a edades tempranas"

A Félix G.Modroño el sol de brujas le parece “de una belleza brutal”. Lo descubrió por unos pescadores en la bahía de Santander, donde vive hace cuatro años. “Es un sol que, como reverbera en las nubes que tiene por encima, crea un instante precioso que embellece personas y edificios”, describe de este momento más habitual a primera hora de la mañana y al que sigue el de las nubes oscureciéndose, comenzando a llover. “Para los supersticiosos, son los días que el demonio elige para casarse...”, añade. También, que es la primera vez que ha tenido el título antes que la novela. Y alrededor de él ha inventado una trama con crímenes y acoso escolar, con menores de vida en las redes sociales desconocida para sus padres y con una voz narradora omnisciente que sorpresivamente interviene en la historia. De 'Sol de brujas' habla este miércoles en el Club de Lectura de 'Diario de Navarra' (19 horas). Es autor fundamentalmente de thriller históricos. ¿Qué ha ocurrido para que esta sea su primera novela negra contemporánea? Dos cosas. Primero, una niña muy cercana a mí acosada en el colegio, algo que se convirtió en tan cruel que yo no daba crédito cuando me contaba cosas, me enseñaba el móvil... Coincidió además, a finales de 2019, en Santander, una niña activista contra el acoso escolar que se suicidó porque también estaba siendo acosada. Me removió. En la novela, a la vez que la policía investiga el acoso escolar hay quien recuerda la diferencia con el pasado, cuando este acababa en el momento de llegar a casa. Los raritos hemos sufrido acoso en el colegio o en nuestro entorno. En mi caso, había unos chavales del barrio que no admitían que yo fuera empollón, y me pegaban. Pero llegaba a casa y estaba a salvo. Ahora el acoso continua las 24 horas del día a través de las redes sociales. Los chavales son incapaces de no mirar el móvil, y ese hostigamiento es muy cruel. Investigando me ha llamado la atención la falta de empatía, brutal. Hace poco, también en Santander, a un niño de 11 años dieron una paliza llamándole maricón. ¿Cómo es posible que estemos peor que en los años ochenta y noventa? Creo que a los chavales no se les educa ahora en la empatía, además de que, con el aislamiento que existe por culpa sobre todo de las redes sociales, es más complicada que exista. Me están llegando cantidad de testimonios de madres de niños acosados... Una novela negra debe tener una denuncia social, y qué mejor que esta, tabú: a nadie le interesa hablar, ni a los acosadores ni a los padres de los acosadores que se creen que tienen angelitos en casa; con colegios a los que cuesta iniciar los protocolos; con niños acosados que se sienten avergonzados y para quienes la única forma de superar el acoso es creer que no ha ocurrido... Usted lanza la pregunta de si los padres saben qué hacen sus hijos cuando miran la pantalla de su móvil. Así como madres de niños acosados se lo están contando, ¿le hablan de esto también? Sí, para decirme que cuando se dan cuenta de lo que está pasando ya es tarde. Hay un problema de comunicación: los padres no entienden demasiado bien el lenguaje de sus hijos. No demonizo la digitalización, todo lo contrario: creo que es fundamental y necesaria. Demonizo el acceso a las redes sociales demasiado pronto. Hay que tener 18 años para conducir, pero damos acceso a las redes sociales a los niños a unas edades tan tempranas que es como darles un arma. Y por mucho control que quieran tener los padres es imposible: hay mil medios de evitar ese control. Existe una exposición demasiado temprana a las redes sociales. Escribe en la novela que hemos creado una sociedad sexualizada de adolescentes prematuros. Antes, las niñas se ponían los tacos de sus mamás y hacían obritas de teatro delante de los abuelos. Pero ahora, vídeos de Tik Tok, que cuelgan. Y son conscientes de que si enseñan un poco, tendrán más visualizaciones. Funcionan a golpe de likes. Uno de cada tres niños quiere ser influencer, creador de contenidos digitales, y trabajan para ello. No somos conscientes de la sociedad que les estamos generando. ¿Por eso lo compara con que los padres viven en la realidad? Esto me lo dijo un policía después de lo que había hablado con su hija preadolescente: le estaba contando que habían detenido a uno que compraba bragas usadas y coleccionaba fotos de pies de niñas de 9 y 10 años, a lo que la hija le preguntó qué tenía de malo, que si a ella le pagaban por enviar unas fotos de pies, las enviaba. No tenemos un control de lo que los menores piensan y estos no son conscientes de la cantidad de depredadores que tienen al otro lado de la pantalla.

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Su octava novela, ‘Sol de brujas’, una trama de acoso escolar, crímenes y redes sociales, protagoniza este miércoles el Club de Lectura de 'Diario de Navarra'

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