Las suscripciones a Diario de Navarra, algunas de las cuales hunden sus raíces muchas décadas atrás, suelen pasar de generación en generación, de padres a hijos. En este caso, ha sido al revés. “Me hice suscriptora pensando en mis padres”. Habla Ylenia Pérez Barenas, vecina de Corella de 51 años, que ha pasado a engrosar las filas de los lectores más fieles del periódico. Ha sido este mismo año, en enero de 2023.
“Siempre hemos comprado el Diario en el punto de venta, cada día junto a otro de perfil deportivo. Era además una excusa diaria perfecta para que mis padres salieran a la calle. Pero desde el parón de la pandemia están más torpes para andar, y de esta forma, con la suscripción, es todo más práctico y nos aseguramos de que lo tengan en casa cada jornada”, apunta Ylenia Pérez, que trabaja como operaria en una fábrica local.
Javier Pérez García, de 89 años, y Teresa Barenas Baztán, de 86, son los beneficiarios del gesto de Ylenia. Padres de tres hijos y abuelos de dos nietos, se muestran “muy coordinados” a la hora de disfrutar de la lectura del periódico. Por las mañanas, es Javier quien le dedica más tiempo. Jubilado como agricultor, es un gran aficionado del deporte, y seguidor tanto del Barça como de Osasuna. “Al despachar Laporta a Messi estuve a punto de dejar de ser blaugrana, pero bueno”, apunta resignado. Por eso, enfoca principalmente su repaso a Diario de Navarra en las novedades de los rojillos (“este Arrasate es un buen entrenador”), pero no desestima otro tipo de disciplinas, como el balonmano o el baloncesto. “Veo partidos de todo tipo en la tele o en la tablet, estoy al día”, refiere quien además, de joven, llegó a jugar en el Corellano de fútbol. “No sabría decir si era muy bueno”, confiesa. Siguieron sus pasos su hijo Jesús y su nieto Óscar.
En el caso de Teresa, que trabajó como dependienta en una zapatería familiar, da una “rápida ojeada” mañanera al periódico, y después de comer le da “un repaso completo”. “Empiezo por las esquelas y el chiste de Ramón, y luego me voy parando en lo que más me llama la atención. Más en noticias de Navarra, está claro, eso es lo nuestro, y en las de la Ribera. Aunque antes salía más Corella y ahora me da que sale más Cintruénigo. No sé si será porque antes estaba Miguel Sanz en el Gobierno y ahora María Chivite”, ironiza. Destaca asimismo las tiras de César Oroz. “Ahí no se salva nadie, y bien está”.
EL APOYO AL CAMPO
En una familia tan vinculada al campo, también los reportajes centrados en el agro tienen buena acogida. “Está la cosa un poco revuelta, creo que sobre todo por causa de los políticos, que solo se preocupan de discutir y cobrar. Hace falta más apoyo, así no habría que hablar de la España vaciada”, aventura Javier Pérez, quien mantuvo activos cultivos de cereal, olivo, viña y hortalizas, y hasta hace poco todavía mantenía una huerta. “Hoy los precios están por los suelos, y los gastos por las nubes. Y si hace falta grano, se trae de fuera. El día que no se pueda importar...”.
Evoca que fue también concejal en la legislatura 1983-87, en la que “se logró impulsar la elevación del agua del Canal de Lodosa para regar la zona de secano del Ombatillo”. “Hoy, en esta zona productiva de regadío se están poniendo molinos de viento, como en muchas otras zonas rurales, según leemos en el periódico. Una pena”, cree.
Si bien la suscripción diaria de Diario de Navarra que llega a su casa está enfocada principalmente en Javier y Teresa, es “toda la familia” la que lo ojea cuando les visita. Así lo asegura Ylenia Pérez, quien añade que, asimismo, “todos estos periódicos reciben una segunda vida una vez dejan de estar de actualidad”. “Unas vecinas nos piden los diarios viejos para encender la chimenea, otras para la limpieza de las verduras, otras para envolver patatas... Aquí se reutiliza todo”, sentencia
En corto
Ylenia Pérez Barenas tiene 51 años y es vecina de Corella (localidad de la Ribera de 8.336 habitantes). Trabaja como operaria en una fábrica local. Es titular de una suscripción diaria de papel de Diario de Navarra desde comienzos de este año 2023, enfocada en sus propios padres, Javier y Teresa, si bien en su casa ya se leía desde hace años.