En memoria de mi padre
- María Jesús Arrondo
Este pasado sábado, Día de Navarra, me emocioné al escuchar la maravillosa jota, que nos representa a muchos navarros. Mi relación con la jota es muy íntima y personal, porque es el recuerdo de mi padre. Él me enseñó a cantarla y a emocionarme con ella. Desde muy pequeña (años 60), lo acompañaba al Concurso de Jotas de las fiestas de mi pueblo. La participación era tan grande, y se alargaba tanto… que mi madre le reñía por volver tarde a casa. Pero se cantaba tan bien que al jurado le resultaba difícil dar los primeros premios. Al acabar, mi padre me preguntaba (yo tenía 10 años): “Hija, ¿cuál te ha parecido la mejor?”, y yo le decía: “La primera, ¿no?” Su respuesta era siempre la misma: “La mejor jota es la que a ti te emocione y te deje sin palabras”. ¡No lo podía definir mejor! A mi padre lo despedí en el Hospital de Tudela con una jota que él me enseñó. Así que ayer me emocioné y lo recordé. Y ese recuerdo y esa emoción se los dedico a todas las escuelas de jotas de todos los pueblos de la Ribera, por seguir manteniendo muy viva esta tradición y fomentando la jota en la gente joven. Para que nunca se pierda.