Pizzas que se han ganado que las llamemos así
Hoy, en el día mundial de la pizza, tres ideas sanas para comerla sin remordimientos
Nunca me han gustado los bordes. Ni las personas bordes que jamás las he entendido. Ni los extremos de las comidas. Soy de esos indeseables que dejan los bordes de la pizza. Que cuando la terminan pueden volver a formar un círculo perfecto con lo que ha sobrado, Eso sí, si me quedo con hambre me los como. Mi manía tiene un límite. Pero prefiero llenarme de chicha, asegurarme de que me lleno con la parte rica de queso y demás, y ya si eso, terminar con los bordes. Toda esta técnica forma parte de un ritual perfectamente estudiado. La misma sabiduría adquirida con los años que me ha llevado a saber que jamás hay que pedir un mordisco del bocadillo de alguien cuando todavía no lo ha empezado. ¡Jamás! Porque en ese bocado, alma de cántaro, sólo te vas a llevar pan. Hay que esperar a cuando lleva un tercio del bocadillo, por lo menos. También ese momento es clave porque el amigo ya ha saciado parte de su ansiedad y no te va a poner la mala cara de no haberle dado ni tiempo a él a probarlo. Todos salimos ganando. Tú más porque catas la parte top del bocata. De nada. Pero este truquillo bocatil es un extra que les doy, por majos, por seguir ahí con la que está cayendo, por no tenerme en cuenta el blanco y negro en la edición impresa. Truco extra porque hoy vamos a hablar de pizzas, que para eso celebran este martes su día mundial. Los puristas se llevarán las manos a la cabeza si les llamo pizza a estas preparaciones con masa de quinoa, de coliflor y de berenjena. Pero los puristas también me dan bastante pereza, las cosas como son. Así que los platos de hoy me vienen genial para alimentar a la rebelde que llevo dentro. La puñetera que disfruta haciendo rabiar a los cuadriculados que me voy encontrando por la vida. Los que están a régimen, porque los propósitos de año nuevo siguen vigentes en febrero, agradecerán las ideas de hoy y a esos seres que están sufriendo me debo. ¡Ánimo, camaradas! Este verano el tanga es nuestro.
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