DOS mujeres. Una de la
nobleza, la otra de la clase más baja. Las dos españolas, de esa España de mediados de los años 40, de
clima gris, con las secuelas patentes de la Guerra Civil. Dos formas de entender y ver la vida totalmente distinta. Y de donde, sin embargo, surge una
amistad, impensable. De esta historia, de Mientras los demás
bailan, habló Ángela
Vallvey con los asistentes al
Club de Lectura de Diario de Navarra. Un título, por cierto, que no es suyo, como reveló a la
pregunta de una de las lectoras que quiso saber cómo había surgido "porque entonces solo bailaban unos pocos, los que habían ganado". Ese Mientras los demás bailaban fue una sugerencia de su editor. "Pero
ni yo lo tenía muy claro y no me he enterado tampoco muy bien", reconoció Vallvey.
Hablar de la amistad entre estas dos
mujeres le llevó a reflexionar sobre la amistad de las mujeres hoy en día. Y ciertamente no salió bien parada. Más bien, lo contrario. Convencida de que es
"rara y preciosa" al mismo tiempo, aseguró que "a las mujeres no nos han educado para ser amigas de otras mujeres. Es un
prejuicio que seguimos transmitiendo a través de muchos patrones de comportamiento: nos educan en la
rivalidad, la competencia, la
sospecha. Nadie me ha ensañado a apreciar la amistad femenina. Al contrario, me he encontrado con frases como "ten cuidado", "¿ves?, algo había...".
La rueda del hámster
Presentada por José Ignacio Roldán, director de Comunicación del Grupo La Información, a lo largo de su intervención la escritora manchega mezcló los temas del pasado, de aquellos
años 40, que trata en la novela, con su opinión sobre cómo son esos temas ahora.
Amistad entre mujeres, sí. Y también política. "A la gente no le interesa la política. Quiere vivir en paz. Y cuando le empieza a interesar la
política, mal, porque eso significa que está
cabreada". Y poder, "que tiene su propio virus y que hace que los que están cerca de él tengan unas debilidades que no poseen los que no aspiran a él". Y relaciones entre las
personas, "porque tenemos interés por los demás, necesitamos a los otros. Porque de ese interés se deriva el amor, las historias, la
guerra, la política, los estados...".
E hipocresía. "La defiendo porque sirve para que tú y yo no nos matemos, para poder hablar antes de llegar a las manos". Y de cómo han cambiado las formas de
comunicarnos.
Y a este propósito relató una anécdota, propia, de cuando era jovencita, "de cuando seduje a uno de los chicos guapos del
instituto". Entonces ella ya escribía, poemas, y no tuvo problema en dedicarle uno y entregárselo. "
Estaba conmocionado. "¿Es para mí?", me preguntó.
Al día siguiente no me hizo ni caso, pero cuando lo leyó le temblaban las manos. Y ahora, te escriben un watshapp con faltas de ortografía y lleno de emoticonos.
¡Trabájatelo, chaval!".
También explicó cómo llega a escribir las
novelas, una pregunta que Roldán suele formular porque le gusta saber "cómo hacen los escritores". Y Vallvey le dijo que sigue un plan,
un plan, no obstante, que no es estricto, "porque en esta vida hay que estar dispuesto a cambiar de opinión, a ser
flexible como el junco, que no acaba destruido por el viento".
"Pero creo que hay que
tener un plan, un armazón. A mí no me ocurre lo que dicen otros escritores de que se dejan sorprender por la novela. Intento sacar adelante el plan de vida de los personajes.
Al lector no hay que malcriarlo, pero sí pensar que escribes para que te lea y que por tanto tiene que ser atractivo intelectual y emocionalmente".
En ese hacer del oficio está la
documentación. Porque Vallvey la sigue para cada uno de sus libros. En ocasiones incluso hasta cuando no lo necesita. Pero es que siente placer por la documentación. Hasta el punto de pensar que es lo que realmente le gusta. "Con cada novela he hecho un
pequeño máster, he aprendido". Y si adora la documentación, ni qué decir de escribir. "Es una forma de leer, y para mí la lectura es la actividad más interesante y democrática que hace el ser humano, sin duda.
Es la aventura más emocionante porque lo hacen mi cuerpo y mi mente a la vez. Si los que manejan el mundo, los que tienen el poder de verdad se dieran cuenta de qué es un libro, los prohibirían todos y no los tendríamos".
La autora de Mientras los demás bailan habló del
miedo de aquella España de los 40. Del miedo y la miseria, "una contribución explosiva
, que fortaleció el carácter del pobre y le hizo duro, pero para bien".
Entre aquella documentación para escribir el libro ha estado la
prensa de la época. "El lenguaje ha
cambiado poco, es tremendo. Unos y otros siguen manejando los mismos tópicos ideológicos, económicos...
es patético. Creo que lo que ocurre es que no nos hemos de lo que ha pasado y estamos siempre en la rueda, como los
hámsters".
Selección DN+