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ENCIERROS 2014

Sergio Colás, corredor sordo: "Yo miro, veo, veo más que otros"

Este 2014, este pamplonés casado y padre de una niña de 8,5 meses cumplirá 18 años en los encierros, concretamente, en el tramo de la calle Estafeta

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Sergio Colás, en la plaza de toros
  • J.P.E. PAMPLONA
Actualizado el 07/07/2014 a las 06:00
Baje el sonido de las fiestas de San Fermín a cero. Así las vive Sergio Colás. Bueno, así es su vida desde que, al nacer, hace 33 años, se quedara sordo por una infección. Sumido en ese silencio, este pamplonés casado y padre de una niña de ocho meses y medio cumple este año 18 como corredor de los encierros de Pamplona.

Lo hará en el tramo de Estafeta, viendo más que otros, hilvanando toda clase de detalles captados por sus ojos y, según su hermano pequeño, también corredor, con más facilidades que el resto: "Un grito en el encierro te puede descentrar, pero a él no. Él va centrado, es él y los toros. Conoce sus límites y no se fía de nada más", relata Alan.

A Colás, en este mundo lo adentraron su abuelo Severo y su padre Chema, ambos corredores. Su primera carrera la vivió con 16 años. Entonces, su madre Begoña se enteró por una fotografía en el periódico. "Mira, soy yo", le enseñó Colás. Tras este anuncio, no recibió ruegos, advertencias, prohibiciones o suspiros.

De su chica, Alma, también únicamente obtiene apoyos desde que se conocieran en 2002 a través de unos amigos. Incluso sigue siendo así este año, el primero que corre como padre. "A ella también le gustan los toros. Sólo me dice que vaya con cuidado", apunta este trabajador de Volkswagen, quien niega que la paternidad le haya cambiado de cara a los encierros. De hecho, confiesa que su pequeña, Alaia, ya ha visitado varias ganaderías.

En ellas, Colás ahonda en el conocimiento de estos animales. "Todos los días el ganado te enseña algo. Y hay que verlo en la calle y en el campo", aclara. De esta manera, profundiza en el lenguaje de los astados y, así, le basta con que el toro mueva una oreja para interpretar sus deseos y poder adelantarse y reaccionar.

Cuando empezó como corredor llevaba gafas y se guiaba por las vibraciones. Hoy, que ya corre con lentillas, explica que eso resulta imposible. "Hay mucha más gente y lo tocas todo", aclara. Precisamente, el tacto, ese cuerpo a cuerpo traducido en codazos o agarres, se convierte en su otra guía. "Por cómo me tocan sé si la manada está cerca o no", ejemplifica.

Sus ojos, el tacto y la experiencia constituyen pues sus bazas como corredor, además de una especie de sexto sentido. Sin olvidar, un par de piernas "pura potencia", de acuerdo con su hermano. En alguna ocasión ha tratado de poner palabras a su experiencia: "No sé cómo explicarlo, la verdad. Estoy corriendo en una burbuja y es algo así como... No sé. Pero si en la carrera me agarran, todo se para. Como si el toro y yo desconectáramos".

La tranquilidad define a Colás en el cara a cara. "Resulta muy difícil quitársela", recalca su hermano. De hecho, ni los toros lo logran. Es más, ni en el día del nacimiento de su hija se alteró. "No dio tiempo, fueron dos minutos", sonríe al referirse al parto.

Lo que sí le puede sacar de su sitio es la gente en los encierros y el ambiente. Y un poco, que su hermano pequeño corra desde hace tres años en otro tramo, Santo Domingo. "Sí que supone cierta responsabilidad", admite. Alan, el menor de tres hermanos, sonríe: "He aprendido mogollón de él. De cómo se fía de lo que ve, de cómo se fija en los detalles, aparte de su fuerza física, monumental".

Colás se declara un amante del deporte de alto riesgo. "Me gusta la adrenalina, no hay nada que se le parezca", valora. Y mirando atrás se detiene en la tragedia del montón. "Aquel día corrí en Santo Domingo, porque estaban mi hermano y mi padre, que lleva cuatro años retirándose de los encierros. Si estoy en Estafeta, normalmente llego hasta la plaza. Me podría haber tocado...", sopesa quien segundos antes declaraba: "Entras a las siete al recorrido y lo que tenga que pasar pasará".

"¿No le gustaría oír todo el ambiente del encierro?", le han preguntado. "Sí, tal vez, no sé, está bien así", ha respondido. Y esta vez reitera que sería muy diferente: "Si la gente grita, te asustas. Yo miro, veo, veo más que otros", insiste.
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