Sequía: ¿emergencia climática?

Sabemos que desde siempre y de manera cíclica han existido episodios de sequía en el mundo. Es una anomalía en las condiciones normales de disponibilidad de agua, más o menos prolongada, derivada de la ausencia o menor precipitación y vinculada a una región específica, que se propaga a todo el ciclo hidrológico. Evidentemente, su causa inicial es la escasez de precipitaciones, la sequía meteorológica, seguida de una insuficiencia de recursos hídricos, la sequía hidrológica, que pondría en compromiso nuestra demanda de agua, generando otros tipos de sequía. En cuanto a la sequía meteorológica o escasez de precipitaciones que sufrimos, es el primer indicador de disponibilidad de agua, por menor recarga de las aguas subterráneas. Está relacionada con la dinámica entre los océanos y la atmósfera, alterada por factores naturales, pero sobre todo por factores humanos, como la deforestación o los gases de efecto invernadero. El cambio climático genera aumento de la severidad de las sequías, y según los expertos, el calentamiento global produce cambios duraderos en el sistema climático, aumentando la probabilidad de eventos extremos. Las sequías se volverán frecuentes y graves en todo el mundo, con un impacto enorme en nuestros recursos hídricos. Si la sequía es persistente pueden agotarse los volúmenes de los embalses y los niveles de agua subterránea, con impactos económicos y ambientales. La sequía hidrológica, que tarda más en manifestarse, está relacionada con caudales de cursos de agua o volúmenes embalsados menores de lo normal, lo estamos viendo en nuestros ríos y pantanos, con disminución en la disponibilidad de agua superficial y subterránea en determinado plazo de tiempo, que si se prolonga podría conllevar el no poder asegurar nuestra demanda de agua, con evidentes restricciones. La sequía agrícola, otro tipo, es el déficit de humedad en las raíces de las plantas, que implica no poder satisfacer las necesidades del cultivo, aunque depende de cada uno y varía según el periodo de crecimiento de la planta, la capacidad de retención de agua del suelo o las posibilidades de riego comprometidas. No hay unos umbrales establecidos, pero ya hemos vivido las quejas de agricultores por sus pérdidas en este sentido, ellos sí lo saben. La sequía socioeconómica sería el último eslabón de la cadena, con afectación de la cantidad e incluso la calidad del agua disponible en nuestros hogares o actividades económicas, siendo obligado tener un Plan de Emergencia en localidades de más de veinte mil habitantes. Algunas localidades ya sufren o han sufrido restricciones y algunas ciudades, como Ciudad del Cabo, denuncian la posibilidad del día cero en que podrían quedarse sin agua. Pero se verían también afectados otros sectores económicos, con consecuencias desfavorables. Recordemos que en Navarra el sector agroalimentario, gran demandante de agua, es la segunda área de nuestra economía, con gran importancia en el PIB. Es verdad que esta sequía, en función de su duración, puede producir mayor o menor incidencia en el suministro de agua, según la demanda y los recursos. Esperemos que sea un ciclo climático y que llueva pronto ya que, si no, las consecuencias serían graves, teniendo en cuenta los informes publicados sobre que estamos viviendo las épocas más calurosas desde que hay registros, con olas de calor cada verano. Desde Sanidad se va a activar antes el Plan de calor de este año, a mediados de mayo, por las altas temperaturas de estos días y por lo que nos viene de previsiones para este verano y se van a lanzar en breve recomendaciones a la población. El calor genera problemas de salud y aumenta la mortalidad. La sequía que nos afecta no es solo una conversación de ascensor, es algo más grave. No hay planeta B y aun diría más, para cuando aparecimos en la Tierra, ésta llevaba millones de años, así que me apuesto que seguirá aquí si todo va mal y no hacemos nada por enmendarlo. Existe una emergencia climática según la comunidad científica, que reclama acciones urgentes para salvaguardar el medio ambiente y nuestra salud y deben estar en la agenda política de los Gobiernos. Teresa Ferrer Gimeno Jefa de Sección de Sanidad Ambiental

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