Las excavaciones que se están realizando en la antigua iglesia de
San Nicolás de Tudela ya están dando sus primeros frutos. En apenas cuatro días de trabajo, los alumnos del taller que dirige el arqueólogo
Juanjo Bienes han sacado a la luz varios restos humanos de los enterramientos ubicados en la nave central, y fragmentos de cerámica y monedas hallados en el ábside.
Estas excavaciones tienen como objetivo investigar los orígenes históricos y el trazado original de esta antigua iglesia -ahora de propiedad municipal-, cuya construcción data de entre los siglos
XII y XIII -el actual se levantó en el siglo XVIII-. Los trabajos se prolongarán durante todo este mes de agosto para concluir antes de que el consistorio tudelano inicie las obras de consolidación del edificio entre septiembre y octubre.
Uno de los rasgos distintivos de este templo es que en él estuvo enterrado el rey
Sancho VII El Fuerte (1160-1234). Esta iglesia custodió el cuerpo del monarca durante cuatro años hasta que se decidió su traslado definitivo a la colegiata de Roncesvalles. Así, entre los atractivos de los trabajos arqueológicos está la posibilidad de hallar algún resto del primer enterramiento de este legendario rey.
TRES ZONAS DE INTERÉS
Pero mientras se persigue este hito, algo que el propio Bienes reconoce que es “muy difícil” de conseguir, los trabajos avanzan logrando otros objetivos importantes.
Así, durante estos primeros cuatro días de excavación se ha levantado una de las decenas de fosas familiares ubicadas en la nave central del templo. En los primeros 90 centímetros de profundidad se han recuperado calaveras completas, trozos de cráneo y otros huesos pertenecientes a
7 individuos distintos -6 adultos y un niño-.
Bajo todos estos restos, los trabajos hallaron ayer lo que podría ser la primera tumba intacta de esa fosa, algo importante para el trabajo. “Nuestra labor es determinar el número de personas que puede haber enterradas en cada fosa para, de este modo, orientar los trabajos de consolidación del edificio que se realizarán después”, indicó Bienes. Por ello, además de esta fosa abierta en el centro de la nave, los trabajos contemplan la apertura de otra en los pies.
Por su parte, las catas que se están realizando en el ábside han sacado a la luz un buen número de fragmentos de cerámica, la mayor parte del siglo XVII; y varias monedas de los
siglos XVII y XVIII.
La tercera zona de interés fijada por los trabajos es la base de la actual torre de la iglesia. Bajo la escalera de acceso al campanario ha aparecido una escalera de caracol hasta ahora cegada. “Vamos a excavar para ver hacia dónde nos conduce”, explicó Bienes.
Selección DN+