Los vecinos del barrio de
San Miguel de Estella tomaron ayer la tradicional patata asada y su pincho de chistorra. Con este reparto, a partir de las ocho de la tarde, iniciaron unas fiestas que les llevarán hasta el lunes. 4.500 euros de coste, la mayor parte sufragado por los donativos de los comerciantes y residentes más lo recaudado en una cesta y rifas, para crear ambiente en un barrio (ayer ayudó la banda de música) que piensa en trabajar por mejorarlo.
En un mes, la asociación
vecinal va a poner en marcha reuniones mensuales de libre participación (de las que se avisará mediante cartelería) para escuchar problemas y poder así abordar soluciones.
Sin conocer todavía los que se puedan plantear, ya cuentan con asuntos encima de la mesa para gestionar según aseguró el presidente, Mikel Roig Garro. “Toda la franja trasera del barrio no tiene la mejor imagen. Me refiero a la zona del parking junto a la orilla del río, el antiguo solar de Renolit, otros solares que están sin asfaltar y
el entorno de la guardería. Todos estos puntos hay que mejorarlos”, precisó.
Quieren dinamizar la zona y empujar con más fuerza desde una asociación menos activa estos últimos cuatro años. “Este año hemos erradicado un foco importante de cucarachas que se encontraba en el entorno de la iglesia en colaboración con el Ayuntamiento”, apuntó también.
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