Existen dos tipos principales de situaciones por las que un usuario de bici convencional se pasa a la bicicleta eléctrica. Por un lado, aquellas personas que se mueven habitualmente por la ciudad a fuerza de pedaleos y que no quieren llegar sudados a su lugar de trabajo. Y, por otra parte, los que se dan cuenta de que los años no pasan en balde y que ya no tienen la misma capacidad física de cuando eran jóvenes, pero que se niegan a abandonar la bicicleta y esas mañanas de marchas ciclistas con los amigos.
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