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Un estudio medirá la contaminación que sufren los ciclistas en Pamplona
De momento hay 110 voluntarios para este proyecto nacido en la Universidad de Navarra

- M.M. Pamplona
Una conversación entre compañeros de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra ha terminado como un proyecto de investigación que ha involucrado a 30 personas para conocer qué niveles de contaminación sufren los ciclistas en Pamplona. La iniciativa, bautizada como Life Respira, cuenta con la colaboración de 110 voluntarios en una lista que sigue abierta. Ellos llevarán en las bicicletas los dispositivos que medirán la polución en diferentes tramos de la ciudad. Y así durante dos años para pergeñar finalmente un mapa con las rutas más saludables o, aquellas otras que es mejor evitar.
La investigación se presentó con éxito al proyecto europeo Life, destinado a financiar actuaciones medioambientales y que en este caso ha concedido 1,2 millones de euros. Y es que, como indica el profesor de Química Analítica en la Universidad de Navarra e impulsor del proyecto, Jesús Santamaría Ulecia, los datos son extrapolables al resto del continente. “El 80% de las ciudades europeas son del tamaño de Pamplona y de similares características”, indica Santamaría que lleva unos 4 años trabajando en un proyecto que, a partir de enero, comenzará su andadura en las calles de la ciudad.
“La idea comenzó a raíz de preguntarnos varios compañeros que veníamos a la universidad en bicicleta si en realidad era saludable o no debido a la contaminación del tráfico”, recuerda Jesús Santamaría. Una cuestión cuya respuesta encajaba perfectamente en el perfil académico de este biólogo dedicado a la docencia y a investigar la calidad del aire.
Para acceder a las ayudas europeas era necesario involucrar a más sectores y a día de hoy se han sumado a la investigación Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas Medio Ambientales en Madrid); Ganasa (la empresa pública de Gestión Ambiental de Navarra) y Pavimentos Tudela, que ha desarrollado un tipo de piedra capaz de absorber la contaminación. Y junto a ellos las facultades de Periodismo; Medicina; Ciencias y Filosofía. Además, se cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Pamplona y de la Mancomunidad.
50 SENSORES
El equipo de investigación dispone de 50 sensores que irán rotando entre los voluntarios que cada día se desplacen en bicicleta por la ciudad. “Cuantos más ciclistas se presten a esta iniciativa mejor, ya que nos permitirá tener los sensores el mayor tiempo posible recogiendo datos”, dice Jesús Santamaría. En este dispositivo se almacenarán los niveles de ozono; óxidos de nitrógeno; monóxido de carbono y partículas.
Junto a estos 50 medidores, habrá tres aparatos con un cometido doble. Un equipo medirá los 35 tipos de partículas y otro hará la misma función pero con el black carbon, la fracción que no se quema en una combustión. “Y cuanto más finas, peor. Pueden entonces llegar hasta los alveolos pulmonares, algo muy nocivo para nuestro organismo”, añade Santamaría. Y los 53 dispositivos llevarán incorporado un GPS para mediante el localizador ver cómo evolucionan los contaminantes en diferentes puntos de la ciudad.
La investigación se aprovechará para probar el pavimento de la empresa de Tudela. “Colocaremos aproximadamente cien metros en un carril bici para detectar qué nivel de diferencia se produce con respecto a un asfalto convencional”, desvela el profesor de la Universidad de Navarra.
APLICACIÓN INFORMÁTICA
Como ya se ha comentado, la intención de los impulsores de este proyecto es ir más allá de la recogida de datos. “Queremos que esto tenga también una utilidad para los ciclistas urbanos, indicarles qué rutas u horas son mejores para desplazarse y exponerse menos a la contaminación”. Y para divulgarlo se cuenta con la empresa informática D2D, que creará una aplicación para móviles y ordenadores detallando estas vías saludables.
Será la primera vez, destaca el equipo de investigación, que se analice de forma tan exhaustiva el aire de Pamplona. Aunque sí había estudios previos que hablan de una ciudad que no ofrece graves problemas de polución. “Entre otras cosas porque sopla el aire y llueve, lo que contribuye a limpiar la atmósfera”. Y también, remarca Jesús Santamaría, gracias a su masa arbórea. “En este sentido somos unos privilegiados. Un estudio previo indicaba que sus muchos ejemplares eran capaces de retirar del aire cada año 35 toneladas de agentes contaminantes”.
Con esta investigación, avanza Jesús Santamaría, se podrá conocer por ejemplo si además de los árboles, también los arbustos son capaces de ejercer esta función “limpiadora”. Y quizá entonces una simple solución para mejorar la atmósfera del ciclista urbano sería poblar con este tipo de vegetación las medianas. “Yo espero que los medidores nos den pistas sobre lugares en los que hay que actuar. Y lo considero muy útil para gestionar de una forma saludable esta actividad del ciclismo urbano cada vez más creciente en todo el país”, concluye Santamaría.