Edurne Arizu, compositora y acordeonista: “Nuestra obra es una distopía retrofuturista”

Usted es música y su hermana actriz. ¿Hay tradición artística en su familia? No. Pero mis padres siempre nos animaron a hacer música, danza, pintura... Somos cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos, y todos hemos tenido formación musical. Mis dos hermanos tocan instrumentos. Pero las lanzadas son las chicas. Sí. En ese sentido sí. Nacida en Barcelona y criada en Pamplona. Sí. Nací en Barcelona. La mitad de mi familia es de Pamplona y la otra mitad, de Granada. Vinimos aquí y mi hermana ya nació en Pamplona. Cuando terminé el grado superior del conservatorio me fui a Barcelona. Pero he vivido siempre en Pamplona desde pequeña. La infancia, el cole, mi pueblo Mendibil... Ahora, vivo en Barcelona, pero vengo mucho a Pamplona. Donde tiene varios proyectos. Sí. Tengo bastantes trabajos. Con una compañía de aquí que se llama Pasadas las cuatro y que hace conciertos didácticos infantiles. Es teatro musical. Hace poco hicimos un espectáculo en Castejón. Con el acordeón he tocado con varias formaciones y lo último fue la música para un espectáculo del 50º aniversario de los Encuentros del 72. Con la autora y directora de teatro y danza, Inés Boza. Sí. El espectáculo Bihotz. Estuvimos aquí trabajando cada día casi dos meses. Creé la música y también la interpreté en el espectáculo. ¿Por qué el acordeón? ¿Lo eligió usted? No (risas). Es un instrumento popular y a mi padre le gustaba mucho. De hecho, me apuntó con él. Pero él lo dejó enseguida. A mí se me daba bien, pero tampoco es que me interesara demasiado. Creo que lo relacionaba con la gente mayor. Cuando fui al Conservatorio y empecé con Nekane Iturrioz, que es la catedrática, me dio una visión del instrumento mucho más contemporánea y más compleja. Así que me enganché completamente desde esta nueva mirada. ¿Hizo en Pamplona el grado superior de acordeón? Sí. Y en Barcelona hice musicología y también música jazz, moderna, canto, composición... Ahora estoy muy centrada en la composición aunque sigo interpretando. También como acordeón solista para formaciones clásicas. Sí. En Barcelona he tocado como solista de obras de clásico contemporáneo. Y he revisionado el instrumento desde un bagaje más clásico contemporáneo. Es súper interesante. Hay una nueva ola, también el pop, de traer la música popular tradicional al ahora, a cómo sentimos y cómo bailamos... Un ejemplo sería Rodrigo Cuevas. O los hermanos Cubero. Eso es. Quizás lo mío es más experimental. Ahora estoy con la electrónica. Pero este año he estrenado cuatro espectáculos. Uno con mi hermana, Gracias por haber existido. ¿Gracias por haber existido? Sí. Es una distopía retrofuturista. La música que he hecho es electrónica, con unos sintes como muy ochenteros. Me he inspirado en James Blake, que me parece increíble. La hacemos el 26 de marzo en Civivox Iturrama. Yo es que me formé como acordeonista, pero siempre hice electrónica con un grupo de dance en euskera, que era Hemendik At. La canción Goazen, goazen (la canta). ¿En serio? Sí. Yo cantaba allí. Siempre he estado entre la acordeón y la electrónica. Y lo curioso es que sigo ahí, entre esos dos terrenos. ¿Ha escuchado al acordeonista de la plaza del Castillo? Sí, sí. De hecho, le grabé y lo metí en el espectáculo de Bihotz con un delay (un efecto de eco modulado). Estuve grabándole de extranjis... Es que forma parte ya de la ciudad. Y de su banda sonora... Sí. Eso es. Además del proyecto con mi hermana, estoy en un Ensemble de jazz, que será mi próximo disco. Hice un disco en cuarteto más jazzero con acordeón, contrabajo, batería y flauta. Lo estrené en el festival de jazz de Granollers. Y estoy hablando para poder traerlo al Baluarte en algún ciclo de música de cámara. Y esto sería una revisión de mi música de acordeón, pero más contemporáneo. ¿Qué le parecieron los actos del 50º aniversario de los Encuentros del 72? Hay quien cree que se diluyeron entre tanta propuesta, que no había un relato del aniversario. Bueno, yo creo que el relato iba hacia el pensamiento. Yo me perdí muchas cosas porque estábamos ensayando, pero sí que me dijeron que faltaba un poco de acción, que era lo que pedíamos los de las artes escénicas. Creo que iba demasiado a la palabra, al pensamiento, a la filosofía. Supongo que fue un punto de partida que podría repetirse de forma bienal. ¿Cómo encuentra Pamplona una persona que se fue de la ciudad hace 20 años? Pues siempre que vengo encuentro gente que hace cosas alucinantes. Siempre me entran ganas de quedarme. Y veo a la gente muy receptiva. A las artistas de La Zurda les planteé presentar mi proyecto de electrónica y estaban encantadas. Barcelona, después de la pandemia, está bastante cerrada. La gente no se arriesga.

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