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Cómo hablar a un niño de la crisis de los refugiados

Algunos consejos para despertar la conciencia social y la empatía en los más pequeños sobre la crisis de los refugiados, un fenómeno que seguirá presente en los medios y del que conviene hablar “sin tapujos” y cuando el niño esté receptivo

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Cómo hablar a un niño de los refugiados
  • iñigo sota. Pamplona
Actualizado el 11/01/2016 a las 08:40
España se convertirá, con una cifra de 17.680 refugiados, en el tercer país receptor tras Alemania y Francia, según la estimación de la Comisión Europea. Ante un fenómeno sobre el que los niños van a recibir información a diario, parece lógico fomentar en casa esa preocupación por las circunstancias que rodean a sus semejantes para que desarrollen una conciencia clara de ayuda, generosidad y solidaridad. ¿Cómo podemos hablar con los más pequeños de una realidad que seguirá presente en las portadas de los periódicos durante los próximos años?

¿Qué es mejor, guiarse por las preguntas que nos hagan nuestros hijos o hilar una explicación cerrada sobre el tema? “Lo importante es el momento en el que hablamos de estos temas. Los niños tienen que estar receptivos, mostrar interés y, si no lo tienen, lo podemos generar cuidando la forma de presentar la noticia”, comenta la pedagoga pamplonesa Leticia Garcés, quien recomienda utilizar cuentos, historias narradas o artículos de prensa. Eso sí, explica: “Cuando hablamos de la situación de otras personas, nunca debemos utilizarlo para consolarnos con pensamientos como ‘bueno, otros están peor que nosotros’, el fin debe ser estar informados, que nuestro hijo empatice con el sufrimiento de otros, que sea consciente de que siempre hay algo que se puede hacer por otra persona”.

David Ramírez, psicólogo clínico e investigador de la Universidad de Navarra, opina que no debemos esperar a los niños lo planteen: “El tema de los refugiados tiene un fuerte impacto emocional y por eso es preferible abordarlo sin tapujos. Para el niño, que va desarrollando el pensamiento lógico y la capacidad de empatía junto con la imaginación, es fácil imaginar la situación aunque no la haya vivido y hasta me atrevería a decir que es capaz de empatizar mucho más que los adultos”, sostiene.

A la hora de abordar un tema, el tono resulta casi tan importante como el contenido que se desea transmitir, mucho más en el caso de los niños, cuya imaginación y creatividad pueden fácilmente reenfocar los asuntos a su antojo. Garcés da mucha más importancia, sin embargo, al momento que al tono de la conversación: “No hay un tono mejor que otro, hay un momento mejor, que es cuando tanto el adulto como el niño están a gusto, compartiendo un ambiente agradable y relajado mientras prestan atención. Hablar de la crisis migratoria, con todo ese componente emocional, será una actividad más fructífera si sabemos escucharnos”.

David Ramírez cree que el tono debe adaptarse a la inquietud y al nivel de comprensión del niño, pero ante todo: “Lo importante es crear en nuestros hijos una clara conciencia social que les haga capaces de comprender que en el mundo hay desastres fruto de la desigualdad, del etnocentrismo o simplemente del radicalismo, y que pueden llevar incluso a provocar una guerra”.

IMPLICACIÓN DE LOS PADRES

Los niños toman como ejemplo de conducta aquello que ven en sus padres, de modo que, como dice Ramírez: “El mundo que perciben nuestros hijos en los primeros años de vida lo ven a través de nosotros. Nuestro comportamiento o modo de abordar un problema le da directa e indirectamente las claves para que él se comporte del mismo modo”.

La forma de hablar de los refugiados, la opinión que demos a diario sobre si deben ser acogidos o no en Europa, los comentarios que hagamos al ver alguna escena dramática en televisión… Si los padres opinan desde la solidaridad, la generosidad y el sentir del otro, será más fácil que los niños se impliquen con la desfavorable situación de sus semejantes, por lejos que estén. Enseñar al niño a valorar lo que tiene es el primer objetivo. Si uno no valora lo que tiene, difícilmente va a entender lo que le falta a los demás”.

ACCIONES CONCRETAS

La empatía con los refugiados también puede despertarse a través de acciones concretas, como las que se suelen realizar en los centros escolares, en opinión de Leticia Garcés: “Al poner en marcha mercadillos solidarios, enviar material escolar a otros países o visitar residencias de ancianos, ya se está educando la empatía”.

Ramírez, en el caso de la crisis migratoria, propone dar ejemplo y lo explica a través de un caso real: “Hace unos días, un compañero psicólogo que trabaja atendiendo refugiados en una ONG me contó que una familia de Hungría había acogido en su propia casa a una familia de cinco miembros de refugiados. El padre de la familia que los acogió, nada más llegar a casa, preparó una cena con los mejores productos que tenía en su despensa. Al día siguiente, antes de que nadie se levantara, el hijo pequeño de la familia de acogida madrugó y puso dos onzas de chocolate por cada miembro de la otra familia en los sitios donde se habían sentado a cenar. Sorprendido, el padre le preguntó de dónde había sacado el chocolate. El pequeño de siete años le respondió: “Lo tenía guardado en mi habitación. Como tú ayer les diste lo mejor que teníamos en la nevera, yo también les quiero dar lo mejor que tenía guardado”.

CONSEJOS

1. Debemos buscar un momento en el que el niño esté receptivo y cuidar bien el modo de plantear el tema.

2. Hablar sin tapujos. La imaginación del niño le permite empatizar más rápidamente que los adultos.
Mantener una conversación, en la medida de lo posible, y escucharse mutuamente.

3. Es importante hacerles comprender que en el mundo existen desastres causados por la desigualdad.
Si opinamos desde la solidaridad y la empatía, será más fácil que ellos también desarrollen esa conciencia social.

4. Hacerles partícipes de actividades solidarias que les conciencien sobre la importancia de ayudar a los más necesitados.

EN CIFRAS

Más de 900.000 personas llegaron a territorio europeo en 2015 huyendo de la miseria y de las guerras, según los últimos datos de la Organización Mundial de las Migraciones. Se trata de la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Entre enero y diciembre de 2015, Grecia e Italia fueron los países que más afluencia registraron, según la ONG ACNUR.

A España arribaron en torno a 3.800 personas procedentes de África.
Más de la mitad de los refugiados que han llegado a Europa proceden de Siria, un país en guerra civil desde 2011.
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