Si
Igel, veterinaria en el
Centro de Atención a Animales de Pamplona, y
Ramón, uno de los responsables de la
Protectora de Animales de Navarra, pudieran pedir
un deseo, desearían unos
centros más grandes.
"Sería maravilloso", se sonríe la veterinaria. "Con más espacio para que los perros y gatos
pudieran salir a correr, a tomar el sol...", sueña Ramón, "y con sitio para que nos visitaran colegios y pudiéramos enseñar a los niños qué significa el abandono".
Sin embargo, el responsable de la protectora
es realista: "Sobrevivimos sólo gracias a donaciones de particulares,
las administraciones nunca se acuerdan de los animales".
Mientras tanto, estos dos amantes de los animales se centran en cuidar a los perros, gatos, hurones, "y a veces
hasta ponis perdidos", dice Ramón, que hay en sus centros. Su
misión es lograr
que encuentren un buen hogar; como
Txiki, un simpático springer spaniel que entregó un cazador al centro municipal y que fue adoptado por una chica de Zarautz que se enamoró de él nada más verlo en la web.
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