El problema de las
especies exóticas invasoras ya se ha convertido en el segundo factor responsable de la pérdida de biodiversidad
hasta el punto de causar la
extinción del 39 por ciento de las especies del planeta, pero también tiene un impacto negativo en las áreas de la salud humana y la economía.
Así lo explicaron, entre otros expertos, la conservadora de colecciones vivas del Real Jardín Botánico de Madrid, Silvia Villegas Navarro, quien precisó que la introducción de este tipo de especies, en el caso de las
vegetales, puede deberse a dos motivos: que lleguen como "acompañantes o polizones de otras en forma de
semilla o propágulo"
o por motivos ornamentales como la "jardinería o acuariofilia".
Este último caso es por ejemplo el del
jacinto de agua y el del
nenúfar mejicano, que "en algún momento llegaron a un medio acuático sin control y prosperaron sin competencia alguna", detalló.
En el caso de la
fauna, la causa principal de su propagación se debe a que mucha gente adquiere
animales exóticos "como mascotas y cuando se cansa de ellos los suelta en el campo", según el director biológico del zoo Aquarium de Madrid, Agustín López-Goya.
Estas especies
afectan también a la salud humana, porque
transmiten parásitos que causan enfermedades como la salmonelosis, la rabia, la gripe aviar, la peste bovina o el dengue, además de provocar molestias como malos olores, ruidos o alergias.
En su
competición con las especies autóctonas, también les "pueden transmitir enfermedades que disminuyen sus poblaciones e incluso pueden llegar a extinguirlas", añadió López-Goya.
Desde el
punto de vista económico, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, este tipo de especies generan
pérdidas anuales de doce millones de euros en Europa.
Eso sin contar los daños en infraestructuras, el impacto en el turismo y la compraventa de viviendas o las
pérdidas en las cosechas y la producción forestal.
Según Villegas, la denominación de
"especie invasora" se adjudica a la que, proliferando "de forma rápida y agresiva, causa perjuicios sociales o económicos, incluyendo pérdida de la biodiversidad".
Su
rápida expansión puede deberse a una
mayor capacidad de reproducción frente a especies nativas, lo que les permite una amplia colonización del territorio, o a que
sobreviven en hábitats secundarios donde carecen de competencia.
Es el caso del
ailanto, un árbol "con crecimiento muy rápido" y cuyas hojas y corteza producen "toxinas que al acumularse en el suelo inhiben el crecimiento de otras especies".
Según los especialistas, para combatir estos exotismos es imprescindible un "exhaustivo control fitosanitario en las fronteras" porque "buena parte" de los casos podrían frenarse allí.
Cuando una especie ha logrado introducirse, según Villegas es preciso
que la Administración actúe con "rapidez y contundencia" durante la fase de colonización, ya que si logra consolidarse es "prácticamente imposible disminuir su población y evitar que se extienda aún más".
En ese momento, hay que controlarlas con "técnicas manuales (incluyendo el fuego), fitoquímicas o biológicas, o una combinación de todas ellas para favorecer una amplia respuesta".
Un mayor control de las especies animales requiere también la
colaboración ciudadana y, así, López-Goya recomendó
evitar el comercio ilegal a través de internet y comprar los animales exóticos "en tiendas especializadas, donde te asegurarán que tu mascota está legalmente importada y libre de enfermedades y parásitos".
Es también necesario conocer a los animales antes de comprarlos para asumir su propia naturaleza porque "algunos requieren
cuidados e instalaciones adecuadas, otros cambian de aspecto y comportamiento cuando crecen..." y de esta forma se evitan
sorpresas, ya que "no son juguetes, sino seres vivos a los que hay que cuidar con responsabilidad".
Por último, es preciso
acudir regularmente al veterinario, porque "tu salud depende de la de tu mascota" y por ello "son imprescindibles
campañas de concienciación que adviertan del peligro que suponen estas especies".
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