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Debate del Estado de la Nación 2015

El Debate sobre el estado de la Nación abre la campaña electoral

El jefe del Ejecutivo se jacta de la recuperación y el líder opositor le restriega la corrupción del PP El presidente del Gobierno ningunea al secretario general del PSOE y choca con dureza con IU y UPyD ​Alberto Garzón, candidato de Izquierda Unida a la Moncloa, acusó a Rajoy de estar al servicio de la banca

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El Debate sobre el estado de la Nación abre la campaña electoral
  • Colpisa. Madrid
Actualizado el 25/02/2015 a las 10:40
El Debate sobre el estado de la Nación se alejó bastante de su objetivo, pero abrió una campaña electoral que durará tres meses. El diagnóstico es del portavoz de CiU a la vista del duelo que mantuvieron este martes en el Congreso el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, cuyas intervenciones más parecieron mítines que análisis de la situación del país. Mariano Rajoy se jactó de la recuperación y Pedro Sánchez contraatacó con la corrupción. El debate, por tanto, fue imposible porque ambos contendientes partieron de planos distintos de imposible convergencia.

Los prolegómenos de la cita parlamentaria del año estaban impregnados de aroma electoral y el debate confirmó que de aquí al 24 de mayo todo será campaña. Rajoy construyó un discurso destinado a poner en valor el trabajo de su Gobierno para superar la crisis y para advertir a los tentados de castigar al PP en las urnas que, si se produce un relevo en el Gobierno España volverá al pasado, en definitiva, al caos.

El jefe del Ejecutivo se mostró satisfecho consigo mismo y de su gestión, pero para no sonar demasiado fatuo aceptó que "queda mucho por hacer". Esos deberes tienen nombre: crear tres millones de empleos netos hasta 2019. Fijado este objetivo, recordó, como ha hecho en todos los debates, la herencia recibida del Gobierno socialista, y después soltó las esclusas de los datos para desparramar sobre el hemiciclo del Congreso una avalancha de cifras positivas que, a su juicio, acreditan la recuperación. Como guinda del pastel puso sobre la mesa media docena de anuncios.

Como su objetivo era 'vender' su gestión, pasó como quien pisa unas ascuas sobre la corrupción, a la que dedicó minuto y medio. Pero el líder de la oposición rescató el asunto del corral y lo puso en suerte. Sánchez hurgó una y otra vez en las andanzas de Luis Bárcenas y los "martillazos" a su ordenador para borrar las huellas de la caja B, en la presunta financiación ilegal del PP y le recordó los cariñosos mensajes telefónicos con el extesorero. "Su nombre -reprochó- está ligado inexorablemente a Bárcenas" y para marcar diferencias aseguró: "Yo soy un político limpio y ustedes no tienen vergüenza".

El secretario general del PSOE no se enredó en el combate de cifras al que le invitó el presidente del Gobierno; eso quedó para el debate con Josep Anton Duran Lleida. Se limitó a denunciar que Rajoy pintó una España inexistente, sostuvo que su exposición estaba trufada de mentiras, como la del no rescate, y sintetizó la gestión de Rajoy en "tres años de destrozo descomunal".

El presidente del Gobierno se enfadó, sobre todo por la alusión a la falta de vergüenza, y entró en el cuerpo a cuerpo en un tono por momentos faltón. Despreció las alusiones a Bárcenas y la corrupción porque son cosas de "tiquis miquis". Rajoy, en su tarea de demolición, reclamó a Sánchez "más nivel", lamentó su lenguaje izquierdista incoherente con el PSOE "moderado y sensato" de antes y lamentó que esté más preocupado por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que por los problemas de los ciudadanos. Pero también se mostró condescendiente con su interlocutor, al que dijo "tomar más en serio que muchos de los suyos, y mi trabajo me cuesta". Resumió en tres palabras el papel de Sánchez: "Ha sido patético". Solo faltó que le mandara a casa.

El PP, según se desprende de la intervención de su líder y tal y como confirmaron fuentes parlamentarias, quiere que las próximas elecciones generales sean un duelo suyo con Podemos y que el PSOE pase a jugar un papel marginal. De ahí, el afán de Rajoy en ningunear a Sánchez, resaltar sus diferencias con Susana Díaz y mencionar como referente opositor al secretario general de Podemos a pesar de alergia a citar nombres propios.

El presidente del Gobierno está convencido de que puede obtener una victoria más amplia en las próximas elecciones generales si su alternativa es Pablo Iglesias porque agrupará el voto conservador, algo que es una tarea más compleja si el oponente es el socialista Pedro Sánchez con una oferta electoral más centrista.

El PSOE, en cambio, intentó presentarse como la única alternativa de "izquierda" sensata que puede desalojar del Gobierno al PP, un partido, insistió ni se sabe cuántas veces, que está preso de la corrupción. Sánchez, a diferencia de Rajoy, ni mencionó a Iglesias; sí hablo de "la compañera" Susana Díaz, pero para anunciar que será la ganadora de las elecciones andaluzas del 22 de marzo. Además de batirse con Rajoy, el líder de la oposición, novato en estas lides, tuvo que pasar el examen ante su grupo parlamentario y obtuvo, según los comentarios de los pasillos, un aprobado lejos del sobresaliente. Aunque también hubo socialistas críticos que suspendieron a su secretario general. No entusiasmó, pero tampoco defraudó.

Rajoy encontró algo más de sosiego con el portavoz de CiU, con el que se enzarzó en un cruce de números en el que se movió con suma comodidad. La verdad es que el presidente del Gobierno y el diputado nacionalista no tuvieron grandes diferencias en lo económico. No así con la referencias a Cataluña que hizo Duran Lleida, que acusó a Rajoy de "negligente" por dejar que se "enquiste" el problema. "Hable de algo", espetó el portavoz de CiU. El jefe del Ejecutivo dijo que está dispuesto a hablar, pero en ningún caso de la independencia, de la soberanía nacional ni de la unidad de España. Nada nuevo bajo el sol y las mismas posturas que mantienen desde el comienzo.

La adrenalina volvió a dispararse con el cara a cara entre el presidente del Gobierno y el candidato de IU a la Moncloa, Alberto Garzón, quien tachó a Rajoy de "cuentacuentos" encerrado en "el búnker de la Moncloa" sin contacto con la calle y al servicio de la banca, de la troika comunitaria y de "los mafiosos" del Banco Central Europea para desarrollar unas políticas "suicidas". Rajoy, que pareció por un momento dudar si replicar al portavoz de IU, recurrió a una de sus mejores armas parlamentarias, la sorna. Dijo desconocer a todos aquellos que, según Garzón, le dan órdenes e hizo un repaso de su propia biografía para demostrar que es un ciudadano normal y no un 'hijo de papá' como le afeó Garzón. "Lástima que no haya llegado hasta contar cómo conoció a Bárcenas", respondió el portavoz de IU.

También la portavoz de UPyD, Rosa Díez, tildó de "mentiroso" al presidente del Gobierno por la descripción que hizo de España. Pero fue más lejos que nadie al exigir a Rajoy que asuma responsabilidades políticas por la corrupción. "Usted -soltó- debería haber abandonado ese banco azul (del Gobierno) el mismo día que el juez dio por probado que su partido se financió con dinero negro".
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