La maquinaria se activó el 1 de agosto, en plenas vacaciones de verano. La misión no era sencilla. Con
Jean-Claude Juncker ya elegido presidente de la Comisión Europea por la Eurocámara y a falta solo de colocar en septiembre las piezas de comisarios sobre su tablero de carteras, el luxemburgués encargó en la más estricta confidencialidad el diseño de un plan para
relanzar una inversión en caída libre desde 2007, año desde el que
se ha desplomado un veinte por ciento.
El folio en blanco comenzó a llenarse de garabatos, de números, de ecuaciones imposibles que tenían que estar listas "para noviembre", explican fuentes europeas. Sí, la
pócima mágica para combatir seis años de crisis debía elaborarse en solo tres meses. Así se hizo. El pasado día 26 vio la luz y esta semana, los grandes líderes comunitarios de la UE le darán su plácet en la cumbre que se celebrará en Bruselas. Y tener el
aval común de Merkel, Hollande, Cameron, Renzi o Rajoy no es fácil, sobre todo cuando se trata de poner dinero del bolsillo.
Pero, ¿qué es realmente el
'plan Juncker'? Bautizado como el
Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas (EFSI, por sus siglas en inglés), busca
fomentar una inversión privada de al menos 315.000 millones (240.000 para infraestructuras y 75.000 para pymes) entre 2015 y 2017
para crear 1,3 millones de empleo y movilizando solo 16.000 millones de la Comisión y 5.000 del Banco Europeo de Inversiones (BEI), "piedra angular de este plan al desempeñar un nuevo rol más proclive al riesgo", recalcan los medios consultados. 21.000 millones de dinero público pero ni un céntimo de dinero fresco. Lo aportado se utilizará a modo de garantías, para no traspasar la línea roja trazada por Berlín.
La cuadratura del círculo no es sencilla.
Francia e
Italia exigen mucha más implicación pública,
Alemania se niega en redondo a circular sin el freno de mano,
Reino Unido no entiende la pasividad de la Eurozona y
España se limita a estar de parte de todos a la espera de que a las puertas del precipicio las soluciones siempre llegan en Bruselas. Poner de acuerdo al club no es sencillo y, por ahora, "todo está saliendo mejor de lo esperado", admiten en la Comisión.
Como se comprobó en el consejo de ministros de Economía esta semana, existe
mucho interés de los Estados miembros. "Hubo numerosas preguntas y eso significa que hay interés. Incluso del británico George Osborne, quien afirmó que este plan era lo que Europa necesitaba desde hace muchos años", explicaron fuentes presenciales.
Ahora el objetivo es que este interés de los socios comunitarios
se traduzca en una participación activa en el fondo poniendo dinero de sus presupuestos o de su banca pública, ya sea en metálico o en garantías, aportando al bote común o cofinanciando proyectos. "Hay que conocer los detalles, pero
el Gobierno de España está predispuesto a participar", anunció el pasado martes en Bruselas el ministro
Luis de Guindos.
APETITO INVERSOR
Con el aval político, llega el momento de redactar la letra pequeña con la idea puesta en que el 'plan Juncker' sea una realidad a mediados de 2015. Según las estimaciones más optimistas,
desde las capitales de cada Estado miembro estarían dispuestos a aportar unos 20.000 millones. Guarismos que, de confirmarse, cumplirían de lleno las expectativas del Ejecutivo de Bruselas.
"Juncker dijo en el Parlamento que el dinero que aportan
no contabilizará como déficit en las cuentas nacionales. Está grabado. Y los países saben que será así. Tienen todo a favor para que contribuyan", recalcó un alto funcionario. De momento, destacados emisarios del Ejecutivo de Bruselas "empezarán a visitar en breve las principales capitales para explicar a fondo el plan".
Ya existen sobre la mesa una batería de
2.000 potenciales proyectos por valor de 1,3 billones, cuatro veces más del montante que Juncker pretende movilizar. "La idea era presentar un importante paquete para trasladar la imagen de que proyectos hay y muchos, pero obviamente muchos ni se van a hacer y ni siquiera cumplen los requisitos", admitieron estas mismas fuentes corroborando la tesis española.
Y es que
Guindos, que
rechazó publicitar los proyectos presentados por Moncloa para "no crear falsas expectativas", advirtió de que muchos países se han limitado a presentar proyectos "a peso". "Podíamos haber incluido todos los proyectos de las comunidades autónomas o de los presupuestos del Estado. Hemos ido más allá. Esta lista inicial no condiciona absolutamente nada. Va a haber muchísimos
proyectos que no se van a financiar y entrarán muchos nuevos", recalcó tras insistir en que el 'plan Juncker' "no es una concatenación de 'planes E'".
Uno de los condicionantes que señaló para decidir si finalmente España aporta o no dinero es el modelo de gobernanza que se elija. Es decir,
cómo y quién decidirá que proyectos son financiados. Y aquí, insistieron fuentes diplomáticas, no habrá cuotas de países ni políticas. "Se seleccionarán los mejores y lo harán, además, los técnicos del BEI", zanjaron. El volumen de trabajo es tal que se han movilizado a "más de doscientos técnicos".
La música ha comenzado a sonar, la melodía parece gustar, pero
el escepticismo sigue ahí. Porque si bastaba con solo usar "mejor" 21.000 millones de dinero público ya existente para sacar a Europa de la crisis, a una economía con trece billones de PIB, es que algo o alguien ha fallado de forma estrepitosa estos seis años.
La esperanza se llama ahora 'plan Juncker'; para muchos,
la última bala para que Europa resucite.
Selección DN+