LENGUA
El nuevo diccionario de la RAE, lleno de polémicas
Palabras como 'judiada', 'sudaca', 'hacker' o 'marica' generan críticas en diferentes colectivos sociales
- COLPISA. MADRID
La Real Academia de la Lengua Española presentó hace dos semanas la última edición de su Diccionario, que, como suele ocurrir siempre que se actualiza, ha levantado polémicas entre algunos sectores, que se sienten ofendidos por la permanencia de algunos términos, definiciones y acepciones. La 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española ha visto la luz tras trece años de espera, incluyendo en torno a 5.000 entradas nuevas y 22.000 modificaciones totales, entre las que destacan algunas por su significado llamativo. Como a sus antecesores, este nuevo Diccionario no se ha librado de las críticas y no sólo por la incorporación de algunos neologismos y vulgarismos que entran a formar parte de las palabras aceptadas por el organismo oficial.
"El Diccionario tiene que ser científicamente correcto y, si es posible, políticamente correcto, pero sólo si es posible", suele repetir José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española (RAE), ante la cuestión de la corrección política del DRAE. Una idea que comparte Pedro Álvarez de Miranda, el director de la nueva edición del Diccionario: "No debe plegarse de manera irreflexiva a los dictados de la corrección política. Debe estar atento a no herir sensibilidades gratuitamente. La Academia recibe demandas constantes de modificación. Las estudia, y si parece razonable, las introduce. Pero no siempre se da gusto a todo".
Algunos de los términos han sido criticados por ser demasiado vulgares como 'culamen', 'pepero', 'ugetista', 'beisbolero' y 'okupa', mientras otros lo han sido por estar demasiado actualizados por las nuevas tecnologías, como la inclusión de 'tuit', 'tuitear', 'link', 'wifi', 'tunear', 'intranet' y 'nube' -en alusión al espacio de almacenamiento en la Red- o 'hacker'. Precisamente la inclusión de este último término como "pirata informático" en el nuevo Diccionario de la lengua española ha levantado ampollas en un colectivo que se siente criminalizado por una definición que no se ajusta a la realidad de su labor profesional. Un caso similar ocurre con la quinta acepción de la palabra 'gitano', en la que aparece la palabra 'trapacero'. Según la propia RAE, un trapacero es una persona 'que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto' y claro, los gitanos han montado en cólera ante semejante definición.
MASCULINO Y FEMENINO
Una situación similar ha provocado alguna de las acepciones de otras palabras como 'Alicantina' o 'Valenciano'. Según la nueva edición del Diccionario, 'alicantina' se identifica con "treta, astucia o malicia con que se pretende engañar", mientras que 'valenciano' se define, en una de sus acepciones, como "variedad del catalán": en junio de 2013, el grupo parlamentario popular presentó una proposición no de ley en Les Corts en la que solicitaba a la RAE que en la próxima edición del Diccionario "se reconociera al valenciano su categoría de lengua o idioma propio de los valencianos, que se habla en la mayor parte de la Comunidad".
Entre las acepciones más polémicas y retocadas en esta nueva edición del Diccionario se encuentran femenino y masculino. De la primera han desaparecido los adjetivos débil y endeble, mientras que en la segunda ya no aparecen términos como varonil y enérgico. Unas modificaciones que argumenta José Manuel Blecua: "La mujer ha dejado de ser el género débil". Según Blecua, hasta ahora determinados usos de la lengua que muchas voces ciudadanas han calificado como machistas "estaban documentados". Ahora, "ha cambiado el uso de masculino y femenino" y esto se refleja en la nueva edición del DRAE. "La Academia vive en su sociedad y, como todo hablante que vive en la sociedad, escucha lo que la sociedad le dice", recalca. Pedro Álvarez de Miranda va más allá al afirmar que "la lengua va detrás de la realidad, y el diccionario detrás de la lengua. Es la escoba que recoge lo que los hablantes deciden".
De otras palabras como 'gallego' se ha eliminado la definición de tonto y tartamudo, de igual forma que en el término 'gozar', la acepción de "conocer carnalmente a una mujer" ya no aparece. En otras palabras se ha quitado una coletilla obsoleta, como en 'huérfano', en la que la edición anterior se definía como "una persona menor de edad a quien se le había muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre". Esa última frase es la que ha sido eliminada. De otras palabras como 'rural' o 'chusma' se han eliminado acepciones que podían ser ofensivas y despectivas como "inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas", para referirse a 'rural', y "soez" para definir al "conjunto o multitud de gente grosera o vulgar" como 'chusma'.
Algunas voces como 'judiada', 'sudaca' o 'marica' siguen siendo palabras que no dejan satisfechos a muchos sectores. En la primera continúa apareciendo la acepción "mala pasada o acción que perjudica a alguien". Desde la RAE justifican que se mantenga en el DRAE porque "la palabra no ha muerto, y quien quiera es libre de usarla. Quien la considere hiriente para la comunidad judía, que no la utilice. Su presencia en el diccionario no obliga a usarla. Nos pidieron quitar la palabra sordomudo por falsa, inexacta e hiriente. ¿Cómo vamos a hacerlo?". Mientras, en 'sudaca' se conserva la marca de despectivo, coloquial y España que tenía desde 2001 para referirse a los sudamericanos, y en el caso de 'marica' se organizaron las acepciones, se cambiaron unas palabras por otras y se aclara que es malsonante y despectivo. Aun así, la polémica ha permanecido ya que en la anterior edición una de las acepciones decía que se trataba de "un hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo". En la actual aparecen tres acepciones: "1. Femenino. 2. Dicho de un hombre: Apocado, falto de coraje, pusilánime o medroso. 3. Dicho de un hombre homosexual".
Pero más allá de polémicas concretas, en esta nueva edición del Diccionario de la Lengua Española destacan las voces coloquiales, como 'botellón', 'chupi', 'amigovio', 'gorrillas', 'papichulo', 'mileurismo', 'birra', 'plomizos' o 'cagaprisas'. Y es que está claro que actualizar el uso de la lengua no siempre va ligada con la realidad.