El Villarreal aprovechó los agujeros que le concedió Osasuna

El mal está perfectamente detectado al cabo de las seis primeras jornadas. Osasuna se ha encontrado con un serio problema en su dispositivo defensivo. Su orquesta no anda nada afinada porque los rivales se cuelan entre los músicos. Cayeron los rojillos en El Madrigal con tres goles en la primera mitad que rompieron cualquier planteamiento, reacción o desarrollo. El Villarreal aplicó su calidad combinativa para meterse por los pasillos y ganar balones a la espalda a una defensa siempre mal coordinada. VILLARREAL 3 Asenjo, Mario, Álvaro, Víctor Ruiz, Jaume Costa, Bruno, Trigueros, Roberto Soriano (Cheryshev, m.72), Castillejo, Pato (Dos Santos, m.62) y Sansone (Santos Borré, m.78). OSASUNA 1 Mario (Álvaro Fernández, m.46), Tano, Miguel Flaño, David García, Fuentes, Roberto Torres, Fran Mérida (Olavide, m.59), Oier, Clerc (Jaime, m.50) Rivière y Sergio León. GOLES 1-0, m.4: Pato. 2-0, m.24: Bruno, de penalti. 3-0, m.39: Sansone. 3-1, m.44: Roberto Torres, de penalti. ÁRBITRO Ocón Arraiz (colegio riojano). Amonestó a los visitantes Mario y Olavide. INCIDENCIAS El Madrigal, 18.300 espectadores No encuentra Osasuna de momento la solidez que debería cimentar su éxito en la categoría, como ha venido sucediendo en la historia. Al equipo le falta atinar en la colocación de sus piezas defensivas porque parece que en la otra faceta del juego, la ofensiva, se están encontrando soluciones interesantes. Martín tiene trabajo por delante. No le funcionó la defensa de cinco ni parece que lo haga la de cuatro. Ayer colocó un doble lateral izquierdo, con Fuentes y Clerc, y el Villarreal consiguió con una facilidad pasmosa superar ese frágil muro de contención. La zaga tampoco acierta a la hora de tirar el fuera de juego cuando adelanta metros (la mayoría de los que pitó el árbitro no lo fueron para fortuna de Osasuna) y le cuesta horrores correr hacia atrás. Lo hace tarde y mal. En Primera nadie perdona. UN INICIO PREMONITORIO La salida al campo no estuvo a la altura de las circunstancias. Los rojillos se quedaron pasmados observando el toque del Villarreal, un equipo exquisito en clase y mecanizado, pero que se encontró con demasiadas concesiones. Castillejo fue su verdadero motor, imparable para Osasuna. El marcador quedó inaugurado en el minuto 4 cuando Trigueros, otro pelotero que movió a los castellonenses, abrió hacia la derecha para la entrada de su socio. Pato, de cabeza, solo tuvo que empujar. Lo dicho, Osasuna defendiendo a remolque y todos mirándose. Digna fue la reacción a la bofetada. Riviere erró el empate con un balón que mandó a las nubes llegando en carrera. Otra llegada del francés, que pareció jugar con una marcha menos que sus compañeros, y un remate de Oier de cabeza en un saque de esquina hicieron pensar en que la igualada podría llegar en cualquier momento. Pero llegó el frenazo en seco, en otra de esas acciones dinámicas de los amarillas que acabaron en tragedia. Cada acercamiento era casi gol. Otro balón ganado a la espalda lo ganó Pato para poner el centro y cortocircuitar a la defensa navarra. Despejó como pudo Miguel Flaño y la pelota le llegó a Roberto Soriano para sortear la salida a la desesperada de Mario, que picó para derribarle. Penalti claro que convirtió Bruno con la misma tranquilidad y eficacia que la mostrado por su propio equipo. Martín había salido con Torres y Mérida como medioscentros, y tuvo que rectificar sobre la marcha. Oier pasó de la derecha a jugar por dentro para dar más empaque y no dejar pensar tanto a los organizadores contrarios. Es evidente que a Osasuna le falta el equilibrio que ha dejado huérfano Mikel Merino. En la enfermería tiene a sus centrocampistas defensivos y el técnico no encuentra sustitutos que socorran a sus compañeros. El siguiente error en el achique deparó el 3-0 en el minuto 38. Castillejo tiró la pared con Pato y vio el pase a Sansone para quebrar a la defensa osasunista. El delantero libró con maestría a Mario. El desconcierto se vio aliviado por un golpe de genio de Sergio León, un nueve de raza que demostró su valía para pelear contra el mundo y ganarse los garbanzos. En la acción que originó el penalti del 3-1 trazó varios recortes mientras se incrustaba en el área hasta que Álvaro le derribó. Anotó Torres desde los once metros ese gol para la esperanza que al menos serenó a Osasuna en la segunda parte. DEBUT DE ÁLVARO FERNÁNDEZ Mario pasó a formar parte de la enfermería con una lesión muscular que le obligó a quedarse en el vestuario. Con Nauzet en Pamplona también lastimado, tuvo que debutar forzosamente el meta del filial Álvaro Fernández, que siempre recordará que logró mantener su portería sin daño alguno. También salieron Jaime y Olavide, dos jugadores que mejoraron la cara al equipo con balón y que estuvieron por encima de los sustituidos Clerc y Mérida. Jaime sacó su instinto vertical por la izquierda y Olavide expuso su clase con la pelota ante un equipo que el año pasado quiso ficharle. Su mejor maniobra estuvo a punto de acabar en gol. La conducción terminó con un buen pase a Sergio León, que en carrera disparó a Sergio Asenjo, bien colocado para tapar el primer palo. El Villarreal ya no poseía el mando de la primera parte pero en cuanto pudo también encontró el agujero de rigor rojillo. Osasuna tenía una cuesta arriba importante que subir. Ese segundo gol no llegó de ninguna forma. Para Riviere fueron las dos últimas ocasiones en la recta de llegada, con sendos remates de cabeza fuera. No hubo más historia.

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