El 18 de mayo, parte de la grada del fondo sur del estadio de
El Sadar se derrumbó en pleno partido, mientras
Osasuna apuraba sus últimas y remotas opciones de conservar la categoría. Aquel incidente, que por fortuna no tuvo consecuencias trágicas, simbolizó la caída de un club que durante 14 temporadas se había mantenido en la elite y que ese mismo día consumó su descenso.
En esos momentos, lo que antes había sido un estadio coqueto, tradicional, de estilo "inglés" pasó a ser anticuado y viejo, y un
club modélico, familiar, con fama de pagar al día y en el que la comunión entre grada y jugadores era la poción mágica que lo mantenía en Primera, por encima de las posibilidades de plantillas "modestas", pasó a ser una entidad a la deriva, agobiada por las
deudas y con una
viabilidad futura en entredicho.
Los días que siguieron al descenso fueron un vodevil tragicómico en el que el
presidente Miguel Archanco puso el cargo a disposición de los socios (21 de mayo) y estuvo a un paso de firmar a
Enrique Martín Monreal como entrenador (26 de mayo), mientras se sucedían los mensajes desde la Consejería de Hacienda instando a cumplir con el pago de las deudas.
El 28 de mayo, Archanco dimitió, dejando al club en una situación de desgobierno que no se resolvió hasta el 20 de junio, cuando se celebró la asamblea general extraordinaria de la que salió elegida una
comisión gestora liderada por
Javier Zabaleta. La situación era crítica, con poco más de un mes por delante para consolidar acuerdos con Hacienda, Seguridad Social y jugadores que permitieran a Osasuna competir en la
Liga Adelante.
Cuando más negro se vislumbraba el horizonte, empezó a clarear. Primero, la
Liga de Fútbol Profesional garantizó que el fondo de ayuda para el descenso serviría como
aval de pago. Segundo,
Hacienda aceptó el
plan de viabilidad presentado por la comisión gestora y levantó el
embargo de los ingresos del club. Y, tercero, Osasuna volvió a tener entrenador y, por tanto, un referente en la parcela deportiva, al firmar a
Jan Urban.
Desde entonces, la dinámica del club ha cambiado. Las salidas de jugadores importantes como
Andrés Fernández o
Arribas, lejos de entenderse traumáticas se perciben como un ahorro y una oportunidad para los canteranos, teoría reforzada por un sorprendente 0-4 logrado en el primer partido de pretemporada contra el
Brentford inglés. Y en este nuevo contexto llega la noticia que desata la ilusión:
Javad Nekounam, símbolo de tiempos pasados y mejores, quiere regresar al club justo cuando buena parte de los protagonistas del descenso no oculta su deseo de abandonar el barco.
La vuelta del iraní, recibido en su presentación por casi un millar de aficionados, anima a los socios a renovar su abono y Osasuna alcanza los 11.720 socios, una cifra muy poco inferior a la de la temporada pasada en Primera.
Y la guinda llega con los dos amistosos disputados la semana pasada, uno en
El Sadar contra el Athletic y otro en
Buñuel contra el Huesca. Ambos se solventan con victorias (3-1 y 1-0) y especialmente significativa resulta la primera, con tres goles en media hora de juego notable de canteranos como
Mikel Merino y
José García.
Así,
Osasuna llega al tramo final de la pretemporada, a dos semanas del inicio de la competición, con un ánimo completamente opuesto al que terminó la pasada campaña, después de haber pasado de la depresión a la euforia en las doce semanas, quizá, más convulsas de la historia del club.
Selección DN+
Por poner un poco de sentido comun, porque si no pasamos de la depresion a la euforia y viceversa tres veces al dia, hay que decir que el Athletic que jugo en el Reyno era el equipo B. Hay que decirlo antes de que pensemos que en Segunda nos vamos a pasear para ganar la liga.
Responder