La última batalla de Roldán

Hasta que los Sanfermines adquirieron fama mundial, Navarra sonaba poco en el mundo. En 1934 Hemingway ya había publicado Fiesta, pero las fiestas de Pamplona todavía eran para prácticamente los de casa. Sin embargo, ese año, un hallazgo en tierras navarras revolucionó Europa, especialmente Francia. En Ibañeta, en el lugar donde iba a levantarse un monumento a Roldán, aparecieron varios esqueletos, y rápidamente hubo quien aseguró que se trataba del caballero francés y los Doce Pares que formaban la retaguardia del ejército de Carlomagno, la que había sido derrotada en el siglo VIII en la batalla de Ibañeta. El historiador José Andrés-Gallego ha comprobado que más de 750 periódicos europeos recogieron un hallazgo que, más allá de su relevancia arqueológica, ponía sobre la mesa la importancia de las leyendas en la configuración de las naciones, cómo la literatura se impone sobre la historia y cómo los mitos pueden enrarecer las iniciativas en torno a ellos. Al menos, algo así se vio con el primer monumento a Roldán, el que se instaló precisamente en 1934 y de cuyas vicisitudes y polémicas da cuenta Andrés-Gallego en la reciente obra colectiva Mitos fundacionales y estereotipos de la historia de España. En aquel entonces, al poco del hallazgo, el bibliotecario de la Real Casa de Roncesvalles, Agapito Martínez Alegría, contaba en una carta que lo que se había encontrado eran “dos esqueletos, al parecer de proporciones extraordinarias”. “Dos médicos que han visto los restos me aseguran que son de hombre, que son los fémures de tal robustez y magnitud que no han examinado nunca de tales proporciones...”. “La noticia se ha extendido como reguero de pólvora por Roncesvalles y Burguete y ya puede usted suponer que no se habla de otra cosa y que la gente acude en tropel a las venerables ruinas”, señala la carta, tal y como la reproduce Andrés-Gallego en su libro. “En el Archivo de Navarra todavía se guardan entre 200 y 300 de las noticias que aquel hallazgo generó”, señala el historiador, que sin embargo opina “que ayudaron a difundir más el nombre de Roncesvalles que el de Navarra. Era incluso frecuente que muchas noticias colocaran Roncesvalles en Francia”. Hoy no se sabe muy bien qué pasó con aquellos esqueletos. En el libro Andrés-Gallego apunta la versión más conocida, que fueron llevados a la Universidad de la Sorbona y que allí desaparecieron. “Pero tengo que rectificar. Creo que nunca salieron de Roncesvalles. A los catedráticos de paleontología de la Sorbona que vinieron a Navarra les asustó la polémica que se formó en aquellos días en Francia, cuando comenzó a salir gente que decía que los Doce Pares de Francia nunca existieron, que aquello no podía ser más que una falsificación o una equivocación”, dice el autor. “Incluso se hicieron chistes y una obra de teatro humorística sobre el hallazgo. Fue tal el avispero que se creó que los profesores prefirieron no decir nada. Además, en aquella época no existían técnicas como el carbono 14 para poder datar los huesos. Sólo podían opinar por la forma del enterramiento”. EL ESPÍRITU FRANCÉS De esta historia, lo que le sorprende sobre todo a José Andrés-Gallego es que “alcanzase muchísima más notoriedad en Francia que en Navarra y que en el resto de España. Se debe a que en 1934, la batalla de Roncesvalles mantenía su eco en Francia como un hecho fundacional de la nación”. Aquí entramos en el mundo de las leyendas y de su importancia a la hora de configurar las naciones, y no en la realidad de aquella batalla, sobre cuyos detalles existe todavía discusión. El caso es que Roncesvalles encajaba en la fábula que presentaba a Carlomagno como fundador de Francia, y también como creador del Camino de Santiago y hasta del Reino de Navarra. La historia se habría tejido en el siglo XI, unos 200 años después de la muerte del emperador franco, un pueblo de origen germánico y no francés, por cierto. “Esa leyenda dice que Carlomagno habría pasado su mocedad en Toledo, donde se enamoró de una mora con la que se casó después de que se convirtiera”. El franco, añade Andrés-Gallego, quería reconstruir el Imperio Romano y eso pasaba por tomar de nuevo la Hispania que ocupaban los musulmanes. Esa leyenda nace una noche en que Carlomagno se fija en un camino de estrellas que lleva desde el centro de Europa hasta Galicia. Después es el apóstol Santiago el que se le aparece para advertirle de que se habían olvidado de su sepulcro”. Así que Carlomagno, y conviene aquí recordar que todo es una leyenda sin mucho fundamento histórico, armó todo un ejército, reconquistó España entera y creó los servicios para apoyar el peregrinaje a Santiago. “Como no se rinde Zaragoza, y a la vez se le sublevan los sajones en el sur de Alemania, regresa” y es en esa vuelta cuando Roldán y los demás nobles son derrotados. “Sin embargo, no se olvida del Camino, y dicta que ha de pasar por un lugar diferente a donde ha ocurrido lo de Roldán. En ese sentido, Carlomagno aparece como fundador de Roncesvalles y de Navarra. Lógicamente, todo eso no se tiene en pie”, apunta. EL MONUMEMTO Si a los profesores de la Sorbona les asustó la polémica que suscitó la aparición de unos huesos, a los miembros del Consejo de Cultura de Navarra aquella repercusión les entusiasmó al principio, por cuanto difundía el nombre de Roncesvalles y Navarra por el mundo. Sólo que poco después la polémica también les alcanzó a ellos. Aquel Consejo, que tenía la encomienda de divulgar la historia del Reino de Navarra, había comenzado a trabajar en 1933 con un homenaje a Juan Huarte de San Juan. Un año después decidieron celebrar la aparición del primer manuscrito de la Canción de Roldán, el poema épico escrito en el siglo XI que realmente dio a conocer la historia de Roldán y a Roncesvalles. En 1834, aunque se publicó tres años más tarde, se había descubierto un manuscrito en la Biblioteca Bodleyana de Oxford. 100 años después la Comisión decidió levantar un monumento en Ibañeta. “Entonces los nacionalistas vascos, a través del periódico La voz de Navarra, ponen el grito en el cielo asegurando que se estaba rindiendo homenaje a unos invasores, que hablar de Carlomagno era lo mismo que de Fernando el Católico, incluso se preguntan si no es lo mismo que homenajear a Wamba”, rey visigodo. La bola de nieve se “ hace aún mayor cuando se dan cuenta de que el Cantar de Roldán decía que eran musulmanes y no vascones los que derrotan a los francos”, explica Andrés- Gallego, que incide en que estas críticas estaban indirectamente dirigidas a Rafael Aizpún, el político que había integrado su formación, Unión Navarra, en la CEDA, la coalición derechista de Gil Robles. Todo esto ocurría en un tiempo convulso, con Hitler ya en el poder, al poco del asesinato del canciller austríaco Dollfuss, y cuando se temía también un levantamiento comunista. “Por eso la Comisión, ante todas las acusaciones, cambió de tercio y aseguró que aquel de Ibañeta iba a aser un monumento, no a Roldán, sino a la paz”. La paz de los Pirineos, lo bautizaron. Sea como fuere, nada logró disipar el mal fario que parecía acompañar al proyecto. Una intensa lluvia deslució la inauguración a primeros de septiembre del monumento, que había creado el médico y escultor Victoriano Juaristi con la ayuda del escultor villavés José María Íñigo y del campanero Vidal Erice. Apenas tres años más tarde, en enero de 1937, un gran temporal de nieve y viento lo destruyó. Un año más tarde, se erigió de nuevo y otra vez el tiempo lo destruyó. Hoy sólo quedan algunos sillares en Ibañeta de aquel arco de piedra bajo el cual se había colocado un altar con un bajorrelieve antropomorfo de Roldán. EL PODER DE LA LITERATURA Episodios como estos demuestran la importancia de las invenciones y de la literatura en la política. “La gran fama de Roncesvalles se debe a la Chanson de Roland. He visto huellas de eco literario de Roncesvalles en Suecia, Alemania, Italia o Inglaterra además de Francia y España. Al fin y al cabo, aquel manuscrito de Oxford se encontró en la época de la épica romántica y se convirtió en el estandarte del romanticismo medievalista de la época”, explica el historiador aragonés, autor de varios libros sobre historia de Navarra, sobre todo contemporánea. “Siempre hay un intención política en la deformación de la historia. Si los atacantes de Roncesvalles eran musulmanes, como dice el Cantal, Roldán y los demás pueden ser mártires. Si son vascones, no. Y para las familias reales europeas contar con mártires era fundamental”.

La última batalla de Roldán

El historiador José Andrés Gallego rastrea las dificultades con que se topó la iniciativa de levantar un monumento a Roldán en 1934: desde la oposición del nacionalismo hasta el hallazgo de unos esqueletos que se atribuyeron a los Pares de Francia

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