Otra Logroño es posible

Festivales de cine, de teatro, de fotografía, novela negra, coros o flamenco; certámenes indies, de jazz, magia, títeres... prácticamente se pueden encontrar festivales de todo tipo en la agenda cultural, pero faltaba algo. “Yo percibía que la arquitectura y el diseño tenían mucho más que ver con el ser humano que la música o la pintura o la fotografía, que tienen mucha más cabida en los medios de comunicación, las exposiciones o los museos pero que están mucho más desconectadas de la construcción del ideario de tu vida”, explica el arquitecto riojano Javier Peña Ibáñez. Hace cinco años decidió sacar esa disciplina de las bienales y de un ambiente más académico para crear Concentrico, Festival Internacional de Arquitectura y Diseño de Logroño, que ayer presentó en 948 Merkatua. En este tiempo, el festival se ha hecho un hueco en la ciudad, a la que transforma y repiensa durante cinco días. Empezó en el núcleo histórico de la ciudad, desde la que se fueron creando más capas -de ahí su nombre- en las que se va dando valor a espacios que se reinventan con intervenciones efímeras de arquitectos de París, Berlín, Oporto, San Sebastián, Eindhoven, Praga, Helsinki, Madrid, Bruselas o Varsovia. Durante estos cinco años se han llevado a cabo 59 intervenciones site specific (se han recibido más de 400 propuestas), generalmente en madera, además de exposiciones, encuentros, actividades y performances. A Javier Peña le interesaba trabajar la ciudad como un espacio sobre el que investigar y cuestionar sus usos urbanos. La iniciativa partió de él hacia el ayuntamiento, que colabora junto con otras instituciones, empresas e institutos culturales hasta completar en total un presupuesto aproximado de 180.000 euros. La respuesta ha sido muy favorable.“Ha habido una recepción entregada de la ciudad, que sale en masa a ver las propuestas, así como visitantes de Navarra, del País Vasco, de Madrid... estamos muy satisfechos de haber constituido un festival que con la palabra arquitectura y diseño en el sufijo ha generado que la ciudad se pueda usar de una forma lúdica, y además sin alcohol de por medio”. Al final esos visitantes que recorren la ciudad con el enorme panfleto despegable que edita el festival lo hacen suyo. “La imaginación de las personas da capacidad a pensar que las cosas son como son, pero que podrían ser de otra manera”, apunta. El último año contaron 35.000 visitas que fueron recorriendo las diferentes instalaciones. Por la sala de exposiciones del colegio de arquitectos, donde hubo una exposición de paneles de arquitectura, pasaron en los cinco días del festival 3.150 personas. Además hay visitas guiadas por la mañana y por la tarde que reúnen 200 personas cada una. La intervención más exitosa del año pasado fue la del arquitecto francés Benedetto Bufalino, que planteó una terraza de madera sobre tres coches aparcados en El Espolón (imagen superior). “Bufalino siempre trabaja sobre conceptos de movilidad y de cómo el coche y los vehículos tienen esa presencia dura, metálica, fría, agresiva”, explica Peña. “Él quería generar una pieza mucho más dúctil, que se pueda tocar, una estructura de madera casi como una chaise longue en la que puedas tumbarte y tomar el sol”. Para instalar la pieza se quitaron cinco plazas de aparcamiento y construyeron la estructura sobre coches de desguace. Una vez puesta, fue “tomada” por gente que se sentaba allí, personas con bici, skaters o niños que jugaban. “Era como empoderarse sobre los coches, parece que el coche consume todo el espacio y con esta instalación el ciudadano se posa sobre ellos para decir ‘Estamos por encima del coche”, apunta el director del festival. Otra acción espectacular fue la del colectivo berlinés Tools for Action, una performance colectiva en la que 85 personas con una escultura de luz inflable a sus espaldas iban visitando la ciudad por la noche y, a la vez, iluminando sus edificios. “También queremos trabajar sobre lo instantáneo y que no se tenga el mismo relato todos los días”, apunta Peña. La nocturnidad también forma parte de la ciudad, explica el arquitecto, y ellos proponen generar espacios de luz en la oscuridad. “Nosotros con nuestros recorridos marcamos aspectos centelleantes, cuando las figuras andan en línea, y generan unos diálogos, también es un discurso de empoderar a la persona, de darle una especificidad, de portar algo que ilumina una fachada o un contexto concreto, el ser humano con una pequeña herramietna y en colectivo tiene mucho poder”. El festival también colocó un enorme anillo dorado sobre el antiguo ayuntamiento de la ciudad. “Era una intervención que no podías tocar, pero planteaba cómo se altera una esquina posando algo en un sitio, cómo se puede alterar ese componente historicista de la ciudad”, apunta. Estas instalaciones efímeras son propiedad de los autores, pero se intentan reciclar las obras. La propuesta Taburete Tower, por ejemplo, vino de Polonia y eran unas torres redondas que estaban formadas por una pila de taburetesque se desmembraban y que pertenecían a cada uno de los asistentes que al final querían quedarse con uno. “Se trata de que quede en la ciudad, pero no en el espacio público sino en la casa de cada uno, como una estantería u otras piezas”, explica Javier Peña. La sexta edición del festival se celebrará del 29 de abril al 3 de mayo de 2020, y las convocatorias para participar están abiertas hasta el 23 de diciembre (www.concentrico.es).

Otra Logroño es posible

Javier Peña Ibáñez presentó el jueves en 948 Merkatua Concéntrico, Festival Internacional de Arquitectura y Diseño que él fundó en Logroño y que reflexiona con intervenciones efímeras sobre el ámbito urbano y la ciudad que es y que podría ser

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