Los rojillos hicieron todo bien para ganar, salvo
la definición, y cayeron por un gol afortunado
de Pedro León
El Coliseo se frotaba los ojos al ver el marcador. Su equipo no sólo se había salvado de una goleada. Sí, una goleada. Además había ganado. Ni en el Reyno ni a domicilio. Los rojillos no acostumbran a gozar de tantas oportunidades como las de ayer en Getafe. Las erraron y perdieron. No hay más. Es fútbol.
la definición, y cayeron por un gol afortunado
de Pedro León
Carlos Aranda tuvo el partido en sus botas y en su cabeza. Ni siquiera le puede consolar el tanto que, a duras penas, marcó. Tuvo hasta cuatro opciones de anotar y es cierto que para estar ahí, uno se tiene que buscar su espacio. Pero su pólvora estuvo mojada. Sus remates salieron desviados, cuando tenía todo a su favor: dos con la testa y dos con el pie. Si hubiera atinado en la mitad, Osasuna estaría celebrando ahora un resultado positivo.
El infortunio no sólo se cebó con los rojillos en forma de mala definición. También lo hizo en el tanto que decidió el partido. Un balón que olía a centro desde la derecha de Pedro León, golpeó en Nekounam y se envenenó con un efecto parabólico para colarse por la escuadra. Ese 2-1 a falta de un cuarto de hora noqueó a un Osasuna que lo había hecho todo para ganar. Suyo fue el mando, suyo fue el juego y suyas fueron las ocasiones. Pero no los goles. Ya se sabe. El que perdona la paga, y ayer más que nunca. Maldito tópico, pensará alguno.
Carrusel de oportunidades
Osasuna mantuvo a raya al equipo de Míchel, el técnico que durante la semana había puesto en entredicho las prestaciones navarras. Más le valdría mirarse lo suyo, porque trabajo va a tener. Dice que le gusta el fútbol de toque, pero ayer el Getafe apenas enlazó jugadas y se encontró con dos goles cuando en ningún momento los mereció.
Será también porque Osasuna funcionó como una acordeón en sus basculaciones y ayudas. Su contención neutralizó al Getafe en la primera mitad, incapaz de saber qué hacer con la pelota. Los rojillos aplicaron su estilo del fútbol directo y rozaron el gol en cuatro ocasiones antes del descanso. Nekounam avisó primero con un cabezazo picado. Después, Aranda comenzó su recital de fallos cuando se quedo sólo ante Ustari tras el pelotazo de Ricardo y la incapacidad de la zaga madrileña. En vez de parar la pelota, optó por romper el cuero y el disparo se le fue alto. Tampoco se atinó en las faltas laterales que mandó Puñal. En una, Pandiani remató a las manos del portero, y en la siguiente, Aranda se anticipó a la zaga para elevarse con autoridad. Pero su golpeo fue tan tímido que el balón ni se inmutó, como le ocurrió en Valladolid y contra el Sporting.
Osasuna parecía tener controlado a un Getafe que sólo había inquietado a Ricardo con lanzamientos lejanos y un par de contraataques anulados en fuera de juego que pudieron ser gol. Eso y la buena salida rojilla en el segundo tiempo, albergaron esperanzas de victoria. Victoria, además, clara.
Pero Aranda siguió gafado. Pandiani le templó el pase perfecto en una de las mejores jugadas del partido y con todo a su favor, cabeceó fuera. Minutos después, un remate suyo en clara posición volvería a salir desviado. Osasuna desperdició su momento y dejó vivo un partido que debió sentenciar. Tras un disparo de Casquero que salvó Ricardo, Cata Díaz se aprovechaba de un error rojillo de marcaje en un córner para adelantar al Getafe, que ya tendría el viento a su favor.
La derrota navarra pareció estar escrita. Aranda, por fin y con apuros, igualó el partido enseguida sin que su gol sirviera para, ni siquiera, puntuar. Soldado y Albín se molestaron para anotar el 2-1, y en una jugada aislada Pedro León encontró la suerte que se le resistió a Osasuna. El gol alteró el estado de ánimo de unos y otros. Nadie daba crédito. Pero mandó el marcador.
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Aranda, en el suelo, fue el protagonista del partido por sus errores y por el gol. Junto a él, caminan Cata Díaz y Mario. J.C. CORDOVILLA
Carlos Aranda disfrutó de media docena de ocasiones, tres de ellas muy claras.
Neko pone la mano en la cara del defensa del Getafe Mario. J.C. CORDOVILLA
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