Kutz alertó de la alta incidencia en la sociedad de ambos trastornos
Durante el pasado año fueron atendidos en los centros de salud mental de Navarra 482 niños diagnosticados de déficit de atención y/o hiperactividad y 126 más en la Unidad Infanto-Juvenil, según ha indicado hoy la consejera de Salud, María Kutz. La consejera se ha pronunciado en este sentido durante la inauguración de las VII Jornadas de la Asociación Navarra de estudio de Déficit de Atención e Hiperactividad, en la que han intervenido Raimon Pelach, pediatra de Atención Primaria y presidente de la Sociedad Navarra de Pediatría, la doctora en pedagogía Isabel Orjales y el concejal del Ayuntamiento de Pamplona Javier Llorente.
Durante su intervención, según ha informado el Ejecutivo foral en un comunicado, la consejera ha explicado que el déficit de atención y/o hiperactividad es "un trastorno con una alta incidencia, con importantes consecuencias psicológicas y en el que en muchas ocasiones, padres y profesores se ven desbordados".
Muchas veces, además, puede producir "baja autoestima, dificultad para entender las normas sociales o controlar las emociones", algo que motiva que el niño no entienda "el castigo de los adultos o por qué sus compañeros le rechazan", ha subrayado.
Asimismo ha señalado que se trata de un problema que tiene una importante incidencia en la vida familiar y social, y que debe ser valorado desde un enfoque "farmacológico, psicológico y psicoeducativo".
En este contexto, según ha recordado, se enmarca el nuevo Plan de Atención Infanto-Juvenil, dentro del cual se ha diseñado "un programa específico para este tipo de trastorno, que contará con un equipo multidisciplinar de profesionales altamente especializados y centrados en este tipo de patologías".
El Trastorno por Déficit de Atención (con o sin hiperactividad, TDA-H) es un problema que consiste en una dificultad del niño en los procesos de atención y se manifiesta en aspectos concretos como que no acaba las cosas que empieza, da la sensación de que no escucha o tiene dificultades para concentrarse en tareas escolares o juegos prolongados, entre otros aspectos.
La hiperactividad provoca dificultades para que el niño esté quieto en un mismo sitio y le lleva a enfrascarse en situaciones peligrosas, según la citada fuente que ha añadido que los síntomas de impulsividad le hacen actuar antes de pensar, pasar con excesiva frecuencia de una actividad a otra, no ser capaz de esperar el turno en juegos, presentar dificultad para organizarse o perder constantemente objetos y materiales.
El tratamiento del trastorno va dirigido a paliar sus consecuencias, para lo que es preciso un enfoque de varios especialistas, además de los padres y madres: profesores, orientadores, médicos y profesionales de salud mental.
En este sentido se considera importante aclarar que la persona afectada sufre un trastorno que debe ser diagnosticado y que no se trata de "ganas de llamar la atención", "poca motivación" o "nerviosismo".
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