El centro, que se abrió en 1993, presentaba graves deficiencias en las infraestructuras, luz, ventilación e higiene
La empresa propietaria de la residencia de tercera edad Ciudad Jardín de Sarasa ha sido multada por Asuntos Sociales con 264.003 euros -por dos faltas graves y una muy grave-, además del cierre cautelar provisional previsto para el próximo 5 de octubre, por las graves deficiencias detectadas en las infraestructuras. Se trata de la sanción más alta impuesta en Navarra a un centro de servicios sociales y del primer cierre de una residencia geriátrica.
El único caso similar ocurrió el año pasado, en una vivienda de Mendavia donde una persona acogía a mayores y les cobraba. Para el Ejecutivo era "una residencia ilegal" y se sancionó con multa grave (12.001 euros) y el cese de dicha actividad.
El centro de Sarasa abrió en 1993, con 90 plazas. En enero de 2009 residían en él 54 usuarios. Ahora quedan tres o cuatro; el resto han sido distribuidos por otras 11 residencias: Amma Argaray, Amma Mutilva y El Vergel (Pamplona), Landazábal (Burlada), San Manuel y San Severino (Tafalla), Santo Domingo y Luz de Estella (Estella), y las de Lumbier, Cáseda, San Adrián y Olite.
Según los informes, el centro incumple normas técnicas, sanitarias y de seguridad: defectos en fachada, instalaciones térmicas y de climatización, falta de luces, señalización de emergencia y plan de evacuación; falta de mobiliario suficiente; y carencia de una correcta iluminación, ventilación e higiene, entre otros.
Cinco denuncias anteriores
Fuentes del departamento admiten que el centro había recibido denuncias, pero "en cifras porcentuales similares" a otros centros, si bien las dos últimas sí fueron por hechos "graves". En concreto, hubo 5 denuncias, tres antes de la apertura del expediente -octubre del 2008- y dos después. Las tres primeras denuncias, en 2005, 2006 y 2007, fueron por diversos motivos. Una fue archivada por falta de pruebas, otra acabó en una sanción leve y otra, en un requerimiento.
En 2008 hubo otras dos denuncias, ya más graves. Un usuario denunció en 2008 una supuesta mala atención, que finalmente se sancionó como falta.
Por otro lado, un familiar denunció la caída de una residente por una ventana, que le causó magulladuras. Tras la correspondiente inspección, se constató "falta de medidas de seguridad", cuestión que se incorporó al expediente sancionador ya abierto entonces y que finalmente ha terminado con el cierre.
Con todo esto, desde Asuntos Sociales destacan que "el cierre de una residencia es una medida que hay que tomar con mucha seguridad jurídica", ya que, sin pruebas suficientes y rigurosas, los propietarios pueden recurrir a los tribunales y lograr incluso fuertes indemnizaciones.
Es decir, hay que realizar una inspección a fondo y cuidadosa, lo que lleva su tiempo, pedir informes periciales a los expertos oportunos, respetar el derecho a la presunción de inocencia y a presentar alegaciones, etc.
Una normativa obsoleta
Además, la normativa sobre las condiciones para autorizar centros y servicios sociales es antigua, sin las exigencias de calidad que se han ido demandando en los últimos años, y se ha quedado obsoleta. Por eso, está previsto elaborar nuevo Decreto foral al respecto.
Hay que aclarar que el cierre del 5 de octubre es una medida cautelar para evitar peligros a los usuarios. Los expedientes sancionadores no se pueden ejecutar hasta que se resuelve el recurso de alzada por el Gobierno foral -ya resuelto- y la sanción se notifica, con dos intentos directos -el primero ha sido fallido- y uno final en el Boletín Oficial (BON). A partir de ahí, el propietario tiene un mes para pagar la multa y el cierre se convierte en firme.
Sobre las tarifas, ayer se publicó que oscilaban entre 700 euros la plaza de válido y 1.300 euros al mes la plaza de persona dependiente. En realidad, las cuantías exactas en 2008 fueron de 1.598 euros al mes para dependientes y de 789,82 euros la plaza de válido en habitación compartida, cantidades que subieron algo en 2009.
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Vista general de la residencia geriátrica Ciudad Jardín de Sarasa, en una fotografía tomada ayer. JESÚS GARZARÓN
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