Las mejores ocasiones fueron para los rojillos, que no se vieron inquietados por un Sporting que no existió
Cuando Estrada Fernández (un árbitro debutante que ayer rubricó una actuación sensacional y no dudó en el penalti) pitó el final, Manolo Preciado se acercó a cada uno de los jugadores de Osasuna. Les dio la mano y una palmadita en el hombro en señal de reconocimiento al trabajo realizado. "El sistema defensivo de Osasuna ha rayado hoy la perfección", señaló el cántabro en la sala de prensa del Reyno de Navarra.
El gesto es de agradecer, más allá de los elogios de turno que pronuncia el entrenador que sale victorioso del estadio navarro.
El preparador del Sporting dio en la diana en su explicación del partido. Su equipo no existió porque los robos de balón se produjeron lejos de la portería de Ricardo. Así no encontraron los sorprendentes caminos de la velocidad del año pasado. ¿Por qué? Por el fútbol directo de Osasuna, el recurso de los envíos en largo que a veces atasca los partidos. Se buscan los rechaces, las prolongaciones y las aperturas a banda. Hay quien se queja de que el juego no sea vistoso, y tiene todo el derecho del mundo. Pero quizá éste no sea el estilo.
La fórmula de Camacho se refiere más al fútbol subterráneo, esa parte oscura del balompié que permite que tu rival esté atado de pies y manos para crear ocasiones. En la dos últimas jornadas, entre el Valladolid y el Sporting no han sumado ni una clara. Por tanto, no será casualidad este trabajo defensivo, desde el utillero hasta el que abre el campo. Desde Aranda hasta Ricardo. Todos se empeñan en defender con orden, como si de un reloj se tratara. Acompasados y con rigor.
Ricardo, un espectador
El Sporting cayó en esta tela de araña rojilla. Pasó problemas para atravesar la línea de centro del campo en superioridad y por consiguiente se limitó a disparar con lanzamientos de fuera del área. Atentos al dato. No tiró entre los tres palos y sólo dispuso de un córner. Ricardo fue un mero espectador y sus defensas cumplieron su mejor partido. Oier cada día tiene más poso, Flaño recuperó seguridad, Josetxo fue un bastión y Monreal no dejó ni un milímetro. Les ayudó la labor de Puñal y Nekounam en la presión, y sobre todo de un Walter Pandiani que recordó al mejor Milosevic. El Rifle apenas piso el área, pero su labor dando la pausa al partido, oxigenando el juego y pegándose con todo el que se le arrimaba resultó encomiable.
Camacho volvió a colocar a Masoud por la izquierda, y aunque el iraní protagonizara el centro del penalti que decantó el partido, la apuesta no funcionó. El filón fue la banda derecha, en la que Juanfran ofreció su mejor versión. Ayer sí. Rompió, dribló, centró, se movió y fue un defensa más en uno de sus partidos más completos. Suya fue la primera jugada reseñable de un partido apagado en el inicio, coincidiendo con el silencio de los Indar Gorri que quieren instaurar como protesta. Osasuna se armó de paciencia para soltarse la melena cuando el reloj había pasado la media hora. Tras irse de varios contrarios, Juanfran templó la pelota al área chica, justo a la frente de Aranda. El malagueño, como le pasó en Valladolid, no conectó el remate, franco y asequible para marcar.
De menos a más
La afición rojilla, que ya animaba para entonces, vio instantes después el segundo acercamiento de los de verdad. Masoud recogió un envío de Aranda y su volea, algo mordida, superó a Juan Pablo, pero no a Gerard, el central del Sporting que despejó debajo del larguero.
Osasuna mantuvo la compostura defensiva en la segunda mitad y no quiso dejar pasar más tiempo para adelantarse. Fue de penalti, pero habría que recordar la jugada: Pandiani se libró de la presión, vio a Aranda, y el malagueño abrió a la izquierda de Masoud. El iraní centró y Sastre, su marcador, regaló el penalti. Mano clara. Era el minuto 55 y Nekounam no erró desde el punto fatídico. Osasuna ya ganaba.
Los rojillos supieron después manejar los tiempos del partido. Le dieron más la pelota al Sporting, pero controlaron la situación. Incluso pudieron aumentar la renta con un disparo de Juanfran que pegó en el palo tras un grave error de Rivera. Sólo un remate de cabeza picado de Bilic inquietó a una afición que recibió con sendas ovaciones a Camuñas (sorprendió su suplencia) y, sobre todo, a Galán.
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Momento en que el colegiado señala el penalti que decidió el partido. No hubo dudas ya que la mano fue clara. EDUARDO BUXENS
Puñal pelea con el sportinguista Míchel. EDUARDO BUXENS
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