La doctora Juana Marín analizó en el Aula de Historia la figura del virrey Pedro Mendinueta y Múzquiz (Elizondo, 1736 - Madrid, 1825) y destacó los vínculos familiares en las élites santafereñas de final del siglo XVIII.
LA particular proliferación de navarros en la alta sociedad de Santafé de Bogotá, capital del virreinato de Nueva Granada, sentó las bases de la tesis doctoral de Juana Marín Leoz y centró la intervención con la que esta doctora, bajo el título de La vida en Santafé de Bogotá a finales de la colonia bajo el mandato de un virrey navarro, abrió días atrás el curso de Aula de Historia que organizan Diario de Navarra y la Sociedad de Estudios Históricos de Navarra (SEHN).
Juana Marín centró su exposición en el virrey Pedro Mendinueta y Múzquiz (Elizondo, 1736-Madrid, 1825) y en la alta sociedad que estuvo vinculada a los organismos institucionales en el virreinato de Nueva Granada (hoy, Colombia, Panamá y parte de Ecuador).
Pedro Mendinueta, que era sobrino del ministro de Hacienda Miguel Múzquiz Goyeneche, desarrolló su carrera militar durante 40 años en la península y territorios de ultramar antes de convertirse en virrey (1797-1803), sustituyendo en el cargo al pamplonés José Ezpeleta y Galdeano.
Juana Marín, vinculada a la Universidad El Bosque, de Bogotá, añadió que en la investigación de su tesis doctoral (recogida en el libro de reciente aparición Gente decente. La élite rectora de la capital. 1797-1803) analiza como característica fundamental de su gobierno la continuidad, la tranquilidad, frente a los dos últimos años del gobierno de Ezpeleta, que fueron muy conflictivos.
Se refirió también a la ausencia de fuentes para llevar a cabo una investigación rigurosa: el Archivo General de la nación, que comenzó a mediados del XVII se quemó en 1786; "hay fuentes que están pero es imposible localizar porque encargaron la clasificación de los documentos a presos de la cárcel, que los clasificaron como Dios les dio a entender. Es una odisea localizar fuentes de la época colonial"; en 1900 se quemó el antiguo archivo municipal de Bogotá, situado junto al mercado, y los comerciantes usaron parte de los documentos para envolver sus productos.
En consecuencia, hay fuentes que hablan de "un Mendinueta autoritario" y otras que lo hacen de "un Mendinueta sin autoridad".
La doctora dio cuenta también de que Mendinueta se resistió a la petición de la metrópoli de elaborar una lista de personas sospechosas y conflictivas para tenerlas controladas; ocurrió en 1801, en un momento en que se estaba gestando un proceso que terminaría nueve años después con la independencia. La lista de Mendinueta se ha perdido, pero no así la que elaboró Ezpeleta en 1796, "una lista de gente decente, virtuosa y honorable con la que se podía contar".
Comentó cómo Pedro Mendinueta fue conociendo a los representantes de la "gente decente" en las últimas etapas de su viaje de Cartagena de Indias a Santafé de Bogotá. Con ellos iba a compartir los siete años de su gobierno.
Marín expuso también las vinculaciones familiares que se daban en los miembros de la élite santafereña y los mecanismos de perpetuación que mantenían. De hecho, "la élite se mantenía siendo élite por el férreo control institucional, por la estrategia matrimonial que beneficiaba los intereses de las familias, por la adquisición de tierras con la que se radican en Santafé de Bogotá y se criollizan, y, a finales del siglo XVIII, por la participación en el comercio internacional transatlántico". En este sentido, las familias extensas aparecen vinculadas a todas las instituciones del virreinato, hasta el punto de que "las instituciones se movían más a veces por intereses familiares" que por los que debían esperarse de las funciones que tenían asignadas.
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