Los extraños rituales en torno al mito de Attis y Cibeles se llevaban a cabo en una estancia concreta, el taurobolio. Osés explicó en qué consistían: "Sacrificaban a un toro cortándole la yugular y una persona recibía su sangre. Para ellos era un signo de limpieza". Los escolares se quedaron impactados. "¡Un bautizo con sangre de toro! ¡Qué asco!", se escuchó entre los comentarios. Sin embargo, todos corrieron a acercarse cuando Nuria Osés les mostró una ilustración del ritual. La ceremonia consistía en introducir a la persona en una fosa cubierta con un suelo agujereado sobre el que se sacrificaba el toro para que la sangre cayera sobre el "bautizado". Como testimonio de este rito, en Arellano se conservan dos altares decorados con cabezas de toro.
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