El alcalde prendió la mecha y los asistentes acompañaron a los gigantes para terminar con un zurracapote
Cada uno de los momentos de nuestra vida tiene varias perspectivas desde las que pueden ser observados. Ana Celia Ayabar Garriz, de 45 años, es de las pocas afortunadas que tuvo el privilegio de presenciar ayer el inicio de las fiestas de Santacara desde su balcón, situado justo enfrente del Ayuntamiento. Aparte de sentir una "emoción distinta", desde ahí "se escucha mejor" y "sin ensuciarse".
Y no es para menos. Cinco minutos antes de que el alcalde, Daniel Ayabar Garriz, pronunciase las esperadas palabras, "¡santacanenses, santacanensas, viva la Virgen de la Asunción, viva Santacara!", la plaza ya estaba sucia. A los lados descansaban los pocos que no quisieron mancharse. En el centro, muchas personas, la mayoría jóvenes, se perseguían tirándose harina y cava.
Tras el chupinazo, la charanga soltó sus primeras notas. Los asistentes, mientras coreaban la melodía, danzaban en medio de la plaza, sorteando los vasos de plástico vacíos y los charcos de suciedad del suelo. Una manguera de agua iba rociando a los chavales.
Ander Palomar, un niño de 10 años, era uno de los presentes en medio de la fiesta. Estando lleno de mostaza, colorante y cava, comentó: "Llevo mucho tiempo esperando este momento, la noche anterior no me lo creía".
Por su parte, Teresa Aguas, una vecina de 53 años, no se metió en el centro de la plaza, pero afirmó estar muy contenta: "Es una cosa del pueblo muy tradicional y siempre te gusta venir aquí a participar y celebrarlo con todos los demás".
El primer teniente alcalde, Juan Antonio Villaba Alfaro, de 53 años, se mostró contento con la participación de la juventud, aunque no le gustó tanto que la plaza quedase sucia: "No está bien que los chavales ensucien el suelo, pero tenemos un servicio de limpieza muy efectivo".
Tras el cohete, los gigantes emprendieron la marcha al ritmo de la charanga Strapalucio a través de las calles del municipio.
Uno de los encargados de bailar los gigantes por las calles fue Eduardo Marco, miembro de la comparsa. Era el segundo año que portaba el gigante, y afirmó que pesaba "un poco".
Al final del recorrido, una degustación de zurracapote en la bajera del médico. La receta: 60 litros de vino, 4 kilos de azúcar y 6 latas de melocotón en almíbar.
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Varias personas se divierten en medio de la plaza tras el inicio de las fiestas. NOEMI LARUMBE
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