El arzobispo recalcó que el valor del perdón "es tal vez lo que más siente esta familia en su corazón"
"Esta vida es un puro sacrificio, un puro sufrimiento, y para una alegría que tenemos hay tristezas dobles", dijo ayer María Luisa Portillo Iribarren, abuela del guardia civil asesinado por ETA Diego Salvá Lezáun, a la salida del funeral por éste celebrado en la iglesia parroquial de San Saturnino, de Pamplona.
En la misma ocuparon un lugar preferente, además de ella, Borja, hermano de Diego, con su pareja, la tía Lourdes Lezáun Portillo y su marido Roberto Nekotxea, así como una tía abuela de Diego, Gloria Portillo.
El funeral fue presidido por el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez González, y concelebrado por otros 17 sacerdotes, entre ellos el tío abuelo de Diego, Pedro Portillo Ollobarren, adscrito a la parroquia de San Vicente Paúl, de Pamplona.
El perdón como mensaje
En la homilía, el arzobispo centró su intervención en el mensaje del perdón, mensaje expresado por la familia del guardia civil pamplonés asesinado, como había señalado también, antes de iniciar la Eucaristía el sacerdote Javier Garde en una breve intervención de saludo en nombre de la familia.
El arzobispo recalcó que el perdón "es tal vez lo que más siente esta familia en su corazón como buenos cristianos". Añadió que hay que "vivir ante el mal buscando el bien del perdón y la misericordia".
Citó asimismo unas palabras del Papa Juan Pablo II en las que el fallecido pontífice decía que "la violencia es un mal y es inaceptable como solución de los problemas y es indigna del hombre. La violencia destruye lo que pretende defender".
Puso también en boca de Juan Pablo II la afirmación de que "hemos sufrido demasiada sangre y demasiadas lágrimas se han derramado ya".
Añadió que "el camino justo es el de la vida. El amor es la única fuerza segura, la única fuente de convivencia social. El odio nunca puede construir. Sólo el amor puede construir".
En el mismo tono, prosiguió diciendo que "es necesario levantar una vez más el valor de la vida. La vida no puede ser considerada como un objeto del que disponer arbitrariamente. No puede haber paz cuando falta la defensa de la vida. No se puede invocar la paz y despreciar la vida".
Aseguró también que "el terrorismo nace del odio y se basa en el desprecio de la vida humana".
Invocando a Dios, le pidió que viniese "en nuestra ayuda para que sepamos respetarnos y unirnos para que la fe en Ti no la podamos empequeñecer".
Aseguró que "no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón. Esta familia ha venido hoy aquí con este lema de perdón. Mi paz os dejo, mi paz os doy, nos dice Jesucristo".
Pidió a los presentes que rezaran para que la familia se sintiese consolada y "para que los causantes de este dolor conviertan sus vidas". Rogó por aquellos que "más irracionalmente y por caminos muy equivocados quieren construir algo que desde el odio no se puede sino desde el amor".
Esta conversión de los terroristas fue también una de las peticiones de la misa efectuadas por la tía abuela de Diego Salvá, Gloria Portillo, quien también leyó la primera de las lecturas de la Eucaristía.
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El hermano del guardia asesinado, Borja (izda.) y ka abuela, María Luisa Portillo.
La iglesia de San Saturnino resultó pequeña para acoger a cuantas personas acudieron al funeral por el guardia civil pamplonés asesinado por ETA.
A la salida del templo, cientos de personas que se encontraban en la calle frente a la iglesia y las que se permanecían todavía en el atrio rindieron una larga y fuerte ovación y algún viva a la Guardia Civil, representada por el coronel Benito Salcedo (3º por la dcha.) y otros oficiales de la Comandancia de Pamplona.
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