La Policía Nacional ha desarticulado tres comandos en ocho meses y detenido a doce terroristas no fichados cuando se disponían a atentar
DICEN en la policía que en la lucha antiterrorista sólo hay una "satisfacción mayor" que la de atrapar a un comando con asesinatos a sus espaldas: la de desarticular "con las manos en la masa" a un talde antes de que empuñe las armas o apriete el botón del detonador de una bomba.
Eso es lo que viene haciendo el Cuerpo Nacional de Policía en los últimos ocho meses, en una racha sin precedentes en la lucha contra ETA. En ese período ha logrado neutralizar a los tres comandos con los que la banda pretendía rellenar los agujeros que los continuos golpes policiales han dejado en Navarra, Álava y, ahora, parte de Guipúzcoa. Esos grupos desmantelados, estaban compuestos exclusivamente de legales (sin antecedentes policiales), lo que hace mucho más difícil su detección y seguimiento.
Respuesta inmediata
Los mandos de la Comisaría General de Información no ocultan su alegría por "responder" en sólo cuatro días al asesinato de uno de sus hombres y, sobre todo, por completar con éxito la desarticulación de un comando recién nacido, algo inusual en la batalla contra ETA, ya que habitualmente las pruebas para perseguir a los comandos surgen de los propios atentados. Hasta hace no mucho tiempo las fuerzas de seguridad sólo tenían constancia de la existencia de un nuevo comando una vez que perpetraba una acción.
La nueva táctica de golpes "preventivos", como ayer la definió el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, ha llevado ya a la detención en menos de un año de doce terroristas sin delitos de sangre pero a un solo paso de los asesinatos.
La primera operación sucedió en octubre de 2008 cuando cayó el comando Hego Haizea que debía actuar en Navarra. Además de detener a cuatro terroristas, el CNP se incautó de 100 kilos de explosivos y desbarató los planes para atentar contra policías, militares, jueces y políticos. Dicho comando se había reunido incluso con el entonces jefe militar de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, para recibir instrucciones.
El segundo golpe fue en abril con la detención del cabecilla Jurdan Martitegi, que condujo a la desarticulación del comando Aihur, días antes de recibir la camioneta-bomba con la que iba a reventar en Vitoria la investidura como lehendakari de Patxi López. Durante su detención, Martitegi se reunía en Francia con Alex Uriarte, el jefe del futuro comando, para instruirle sobre la inminente campaña de atentados. En España cayeron los cinco activistas que había reclutado Uriarte.
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Material intervenido ayer por la Policía Nacional tras los registros. EFE
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