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CULTURA Y SOCIEDAD

Cuando ascender es explorar

"Hay 150 sietemiles, y que en 2009 no se hubiera subido a uno da idea de su dificultad"

Actualizada Lunes, 22 de junio de 2009 - 04:00 h.
  • MARÍA ANTONIA ESTÉVEZ . MADRID .

EL economista pamplonés Salvador García Atance (1951), presidente del comité de expediciones de la Sociedad Geográfica Española, ha regresado a Madrid desde el Himalaya con el grupo que compartió con él la coronación de la cima virgen del Dome Kang (7.260 m). Ha vuelto teñido por los rayos de un sol radiante y por los destellos indescriptibles de las cumbres y los glaciares del Nepal.

Y lleno de documentación, fotografías y mil recuerdos que nunca olvidará porque les costó dos intentos fallidos en años anteriores.

¿Cómo decidieron ascender al Dome Kang?

Así es. Esta fue nuestra tercera expedición al Dome Kang, cumbre virgen de 7.260 m situada en el vértice geográfico de Sikkim, Tíbet y Nepal. Descubrimos este pico en el 2002 porque había un pico cercano que entonces no se había escalado y fuimos a verlo para preparar una expedición. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que aquello era de un nivel superior a nuestra capacidad técnica. Nos dijeron que había otro pico que se creía que se había subido en el año 30 pero como tantas veces ocurre en la historia del montañismo, los datos no eran ciertos sino confundidos con otra punta cercana así que decidimos ir a ese pico inexplorado.

Usted es director de expediciones de la Sociedad Geográfica Española. ¿Cómo eligen ustedes los lugares? ¿En qué se diferencian sus exploraciones del resto de expediciones?

Buscamos picos raros, que no se hayan hollado, como este sietemil que nunca se había subido. Si en el mundo sólo hay unos 150 picos de esa altura y el que hubiese uno que en el 2009 no se hubiese subido ya indicaba su dificultad. Bien, buscamos picos raros, con marchas de aproximación largas, vírgenes o que se hayan hollado muy pocas veces, alejados de los circuitos turísticos, solitarios, que tengan un carácter alpinistico pero también explorador. Los ochomiles, sin embargo, son picos que están sumamente llenos de expediciones y sus vías de acceso están muy trilladas. Este año en el Everest, en el campo base de la cara sur, había 25 expediciones que si cuentas a seis o siete personas por expedición mas sherpas, mas porteadores te suma quinientas personas por la montaña. Y además van cientos de turistas a hacer trekin y husmear por los campos base para ver aquello. Nosotros tratamos de vitar todo eso y buscar un componente exploratorio, no digo de descubrimiento, que hoy sería un sueño, pero sí movernos por caminos poco trillados por occidentales, atravesar pueblos para nada frecuentados, transcurrir por zonas prácticamente vírgenes.

¿Y lo consiguen?

Sí, sí. Por ejemplo, nadie se había ni siquiera acercado a los puntos de aproximación ni a los otros picos desde que nosotros hicimos nuestro último intento hace tres años.

Así que lo suyo son picos vírgenes, lejanos, raros, solitarios.

Y con una característica muy peculiar: somos un grupo de amigos que tratamos de vivir una experiencia humana y alpinística conjunta extraordinaria. La motivación es muy fuerte. No hacemos expediciones con ingredientes comerciales, en las que la gente se pone de acuerdo para compartir costes y luego cada uno se organiza su vida. Nosotros trabajamos en equipo, unas seis o siete personas. Son expediciones clásicas, tal como se hacía el himalayismo hace 30 años. Y luego todo lo publicamos en nuestra página web: http://www.sge.org

Decía que este era su tercer intento.

En el 2004 probamos acercarnos por una arista indicada en un plano que conseguimos de unos polacos. Fuimos diez personas y de entrada nos sorprendió la parte baja del glaciar en su base que es terriblemente duro. Tardamos 25 días de marcha sobre el glaciar y cuando llegamos a la arista estábamos muy cansados. Conseguimos escalarla unos 400 metros pero colgados en la arista se nos vino encima un tiempo terrible. Estábamos completamente fundidos y decidimos volver.

¿Y qué falló en la segunda expedición?

Volvimos por el mismo sitio pero ya habíamos aprendido la tortura del glaciar así que lo cogimos por otro lado mucho más rápido con lo que llegamos a la arista mucho más descansados. Cuando estábamos a 6.000 metros colgados de aquella temible, peligrosa y afilada arista, nos sorprendió una tormenta de nieve que multiplicó el peligro de la ascensión. Había que jugarse el tipo y decidimos bajarnos porque como dice nuestro compañero Carlos Soria, el buen montañero es que el que sube. y el que baja.

Y a la tercera...

Ya sé que no es normal este empecinamiento con una montaña pero el lugar nos fascinó desde el principio. Está en el extremo noreste del Nepal, en el vértice entre Tíbet, Sikkim, y Nepal. Ahí hay un 8.000 maravilloso, el tercer pico del mundo, y al norte de ese punto hay una plataforma de nieve a 7.000 metros de altura con tres picos, la "mítica" cumbre del Jongsang Peak (7.460 m.) sólo ascendido previamente por Dyhrenfurth en 1930, otra cumbre que ascendieron dos eslovenos hace tres años, y nuestro Dome Khan. Se podría ascender a esa plataforma de forma más sencilla por el lado de Shikkin pero la frontera entre Tíbet y Shikkin está cerrada desde hace muchos años por una vieja disputa entre chinos e indios y nadie puede acceder al plateau por el norte así que no te queda otra opción que subir por esta plataforma, una pared de 5 km de ancho y de mil metros de vertical, prácticamente sin fisura alguna. Una vez allí, ya no han dificultad alguna en ascender a los picos. Desde arriba se divisan otros cuatro ochomiles y hasta siete sietemiles juntos, es un lugar de una belleza espectacular.

A la que sí consiguieron llegar en esta ascensión.

A la tercera, la vencida. Ya le teníamos tomadas las medidas al glaciar así que cambiamos completamente la ruta de la ascensión: dejamos la arista y subimos por esa gran muralla de nieve y hielo con 1.500 m de cuerdas fijas. Subimos haciendo relevos y el último día siempre solemos decidir que suban los que están mejor porque a esas alturas casi todo el mundo está enfermo: Subió Carlos Soria, con sus 70 años, y el amigo Lagunilla. En el campamento me quedé yo con el cámara Daniel Salas, Elena Goded, profesora de la Uned, y los médicos Miriam Ferrer y Miguel Bonet. Pero fue el triunfo de toda la expedición porque desde la base de Katmandú salimos con 93 porteadores más los sherpas. Cuando llegamos al campo base, los porteadores se retiraron y se cambian por los yaks, toros muy peludos de cuernos enormes que cargan 60 kilos, lo que dos porteadores. Son muy difíciles de cargar y más difícil aun de descargar: tiran unas coces tremendas. Una vez cargados, ponen la primera y no hay quien los pare, y si por cualquier razón tienes que deshacer el camino no hay quien los haga volver.

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Salvador García Atance, en primer término, camino de la cima del Dome kang.


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