En septiembre del 2001, el concejal Jaime Garín decidió incluir al catálogo de flora y fauna estellesa los patos. El edil trajo al río Ega diez ejemplares procedentes de La Taconera de Pamplona. Al día de hoy, su capacidad reproductiva impide un conteo ni tan siquiera aproximado de esta especie cuya inclusión en el caudal trajo las críticas de los pescadores. Según argumentan, los ánades devastan los huevos de truchas, cangrejos y barbos del Ega . Pero también han añadido colorido al río y el extendido entretenimiento -sobre todo en familias con niños pequeños- de echarles de comer. "Se han adaptado muy bien aquí. Ha sido sorprendente porque no era su hábitat pero ahora te encuentras con que ponen entre seis y ocho huevos que llega a término", explica el veterinario Javier Martínez Beruete, de Clínica Monjardín.
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