H OY por hoy, Osasuna es uno de los más firmes candidatos a bajar a Segunda División. Unos jugadores que parecen no enterarse de lo que tienen que hacer. Un entrenador que comete tantos errores como excusas saca después para esconderlos. Un presidente encantado de haberlo traído a golpe de talonario. Una afición que no se merece a ninguno de ellos y que será la única que quede siempre. Esto es lo que hay. Claro que también podemos seguir poniéndonos una venda en los ojos y morir dulcemente.
Podemos seguir como si nada, sin autocrítica, hablando siempre de robos arbitrales, de conspiraciones contra Osasuna, y cruzarnos de brazos sin buscar una solución, sin dar un golpe de timón, sin emplear mejor los elementos de los que se dispone, sin exprimir hasta la última gota de sudor. Es más cómodo llorar y echar balones fuera. Lo curioso es que esa idea sí cala en la prensa madrileña, pero nada influye en el comportamiento de los árbitros. ¿De qué sirve, pues?
Decir que a Osasuna no le pasan una no es descubrir América. Que posiblemente el trato no sea igual con respecto a muchos equipos, tampoco. Que tendría más puntos en la clasificación de no ser por los errores arbitrales, otra obviedad. ¿Y por los de los jugadores y el entrenador? Estaría en posiciones europeas.
Si el equipo rojillo está completando una temporada tan decepcionante es por una suma de causas entre las cuales están los fallos arbitrales, pero la única actuación claramente ofensiva para el fútbol fue la de Pérez Burrull en el Bernabéu.
¿Qué pasó con Clos Gómez ante el Málaga? Que fue estricto, pero las tres expulsiones eran perfectamente sancionables. ¿Y en Getafe? Que el penalti de Miguel Flaño existe. Se puede cuestionar la roja, pero el defensa ya llevaba una amarilla demasiado temprana. De hecho, el club ni la va a recurrir ante la contundencia del acta. Es cierto que el equipo se rompe (una vez más), pero eso es no es culpa de la roja, es culpa de los jugadores y el entrenador. El Atlético de Madrid remontó un 0-2 con diez.
Además, Vadocz hizo un penalti de libro pero el árbitro mostró tarjeta a Granero por simularlo, expulsó a Adrián por una entrada con el balón en juego y perdonó un penalti por mano de Josetxo. Pero nada de esto se escuchó en las ruedas de prensa post-partido.
Pandiani, uno de los que menos hay que cargar las culpas en él, hablaba de "sacar los huevos" como último recurso. En Sevilla, ayer, empezaron a sacarlos, pero para tirárselos a los jugadores del Betis. Evidentemente, es una medida desafortunada donde las haya, pero en Pamplona se vive el polo opuesto, el amor incondicional de la afición a cambio de nada. ¿Y eso es recomendable? ¿Es normal aplaudir al equipo después de ir hasta Getafe y verles perder de esa forma? La afición es grandiosa, pero tan buena que el equipo ni se lo cree.
La única razón por la que Osasuna no está en coma irreversible es porque en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, pero eso será inútil ante Sevilla, Barça y Madrid.
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