Camacho, hay que ponerse las pilas

El gesto de Juanfran parece una petición de perdón a los aficionados, a la vez que un sincero agradecimiento por su presencia en Getafe y apoyo prestado. JOSÉ ANTONIO GOÑI

C ON el sosiego que regalan los lunes, los partidos del domingo a veces se ven mejor, y a veces peor, caso del de Osasuna en Getafe. La calentura con que cualquier aficionado terminó el domingo no aconsejaba hacer juicios drásticos de valor. La prudencia decidió pasar de puntillas a la espera del día siguiente, pero ayer el análisis más frío y pausado todavía resultó más demoledor.

Decían que los experimentos se hacen con gaseosa y cabría preguntarse si el partido de Getafe, el último ante un rival directo y, a priori, el más asequible del calendario final, era momento lugar para introducir cinco cambios en el once. Sin embargo, la temprana lesión de Monreal y la roja a Miguel Flaño impiden valorar el funcionamiento del novedoso sistema. No obstante, hasta la lesión y expulsión, el Getafe en llegó más y mejor, lo que deja en entredicho la eficacia de Osasuna.

Tampoco pareció que la actitud de salida de los jugadores fuera mala. Basta ver su reacción tras el gol para asegurar que querían y empujaron lo suyo. Por tanto, la parte táctica seguiría soportando la mayor crítica.

El empuje no puede con todo, especialmente si el despliegue táctico no acompaña. El equipo choca contra una pared hasta desfondarse, que ocurrirá inevitablemente. Y para que un jugador se aclare, primero debe hacerlo el entrenador, y transmitirlo. Es lógico que el futbolista se hunda ante tanto despiste táctico, y ya son demasiados partidos igual. El equipo acaba sin saber a qué juega, ni dónde o para qué. Veamos.

Cambios de posición sin sentido. Con la salida de Monreal, por lesión, entra Juanfran, Azpilicueta se retrasa y Javier Flaño pasa a la banda izquierda. ¿No recuerda Camacho que ya puso a J. Flaño en esa banda, en el Bernabéu, y dejó claro que no era su banda? ¿No sabe Camacho que César Azpilicueta ya ha jugado de lateral izquierdo, su puesto en el Promesas? ¿No se planteó Camacho que dejando a Flaño en su puesto natural y poniendo a Azpilicueta en la izquierda el trastoque del equipo hubiera sido el menor? Hay más.

Tras la roja a Miguel Flaño, Camacho dejó a Vadocz solo en el centro y retrasó a Patxi Puñal al centro de la defensa, algo que probó con "Neko" ante el Málaga, y tampoco le dio resultado. En Getafe le hizo además un flaco favor al centrocampista de Huarte, que evidenció que el de central no es su puesto.

Más de media hora de juego tardó Camacho en sacar a Cruchaga. Lo hizo con el 3-0 en el marcador, es decir con el "goal average" perdido, y, más sorprendente todavía, en vez de Pandiani (¿Font de "9"?). ¿Qué quería, evitar el cuarto gol, que nada importaba ya? ¿No hubiera sido mejor entonces ir a por uno y recuperar el "goal-average"? ¿O es que el técnico ni se lo planteó?

Esto no puede seguir así. Es autocondenarse. En los tres partidos que restan hay que llevar atado el mínimo detalle desde Tajonar. El entrenador es el primero que debe ponerse las pilas, pero ante el vestuario, sin cámaras de televisión delante, donde sólo le ven sus jugadores. Los gestos y gritos que sean entrenando, donde su plantilla le escucha, y no en los partidos, donde ni le ven.

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El gesto de Juanfran parece una petición de perdón a los aficionados, a la vez que un sincero agradecimiento por su presencia en Getafe y apoyo prestado. JOSÉ ANTONIO GOÑI