El Gobierno contratará a 800 inspectores para examinar las cuentas de los estadounidenses en el exterior
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer una serie de medidas para impedir la evasión de impuestos hacia paraísos fiscales, una iniciativa que, según él, generará al fisco 210.000 millones de dólares en diez años.
En una comparecencia en la Casa Blanca junto a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, Obama indicó que sus medidas tienen como objetivo "eliminar los resquicios" que permiten que las empresas se beneficien de la deslocalización o no paguen los impuestos que deberían.
Según las propuestas presentadas ayer, el Gobierno estadounidense prohibirá las deducciones que las empresas aplican en sus declaraciones de impuestos por gastos en sus operaciones en el extranjero. Para poder recibir estas deducciones, las empresas deberían pagar impuestos por sus beneficios en el extranjero.
Según la Casa Blanca, hasta ahora esas deducciones hacían que algunas empresas inflaran la cifra de impuestos pagados en el extranjero para poder recibir mayores deducciones en EE UU.
Esta medida, una de sus promesas de campaña, permitirá al fisco estadounidense recibir cerca de 100.000 millones de dólares más en una década.
A esta iniciativa se oponen empresas como la farmacéutica Pfizer o el gigante General Electric. La Casa Blanca asegura que con ello se pondrá fin a los incentivos para la deslocalizción.
A cambio, el presidente estadounidense propone convertir en permanentes los recortes fiscales a las empresas por inversión en investigación en desarrollo, unas deducciones que el código actual preveía que desaparecieran a finales de este año.
Según la Casa Blanca, esa medida permitiría a las empresas recibir un recorte fiscal de cerca de 75.000 millones de dólares a lo largo de los próximos diez años.
Otra de las medidas que propuso Obama es aumentar en 800 el número de inspectores fiscales dedicados a examinar las cuentas de los estadounidenses en el exterior. También se exigirá a los bancos extranjeros que informen al fisco estadounidense sobre los ingresos que los ciudadanos de este país reciben en el exterior.
La presión de las empresas
"Si no cooperan, asumiremos que se trata de un paraíso fiscal y actuaremos en consecuencia", advirtió el presidente. Obama reconoció que el Congreso puede rechazar partes del plan, lo que daría lugar a una fuerte batalla entre el Capitolio y la Casa Blanca.
En marzo, cerca de 200 empresas y asociaciones de ejecutivos suscribieron una carta al Congreso en la que expresaban su oposición a la reforma del código fiscal y el fin de las deducciones por gastos en el exterior.
Según los firmantes, las empresas estadounidenses no gozarían de igualdad de condiciones a la hora de competir con compañías extranjeras, muchas de las cuales no deben pagar impuestos en su país por ingresos obtenidos en el exterior.
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Barack Obama junto al secretario del Tesoro, Timothy Geithner. REUTERS
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