El encuentro, celebrado en Madrid, fue presidido por el arzobispo de Pamplona como director de las Obras Misionales
Los 150 niños navarros que participaron este fin de semana en Madrid en el III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera, difícilmente lo olvidarán. Para muchos de ellos era su primera salida con compañeros, su primera visita a Madrid y sobre todo, su primera participación en un acontecimiento que les unió con toda una gran chiquillada llegada de las cuatro esquinas de España. Seis mil niños gritando todos a una: "¡queremos ser misioneros, queremos cambiar el mundo!.
Los 150 niños navarros que participaron este fin de semana en Madrid en el III Encuentro Nacional de la Infancia Misionera, difícilmente lo olvidarán. Para muchos de ellos era su primera salida con compañeros, su primera visita a Madrid y sobre todo, su primera participación en un acontecimiento que les unió con toda una gran chiquillada llegada de las cuatro esquinas de España. Seis mil niños gritando todos a una: "¡queremos ser misioneros, queremos cambiar el mundo!
Desde el acto pentecostal de la inauguración oficial del sábado que presidió el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, en su calidad de director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), hasta la misa de clausura que el mismo arzobispo ofició ayer en el gran estadio Arena de la Casa de Campo, los niños se asomaron a la realidad de los cinco continentes de una manera festiva y divertida la mano de cuenta cuentos, marionetas, magos, danzas, pasacalles y payasos pero con una idea subyacente: los niños pueden ayudar a los niños. Mas los actos litúrgicos, claro, pero todos ellos también llenos de cánticos, lecturas y una intensa interacción.
Los navarros llegaron en dos autobuses, uno desde Pamplona y el otro desde Estella. Todos vestían su camiseta blanca, como el resto de los que llegaban de toda España, pero con una gorra y un pañuelo verde, el distintivo de África, el continente asignado a los niños que accedían al encuentro desde la zona norte.
Venían conducidos por Ángel Echauri y Josetxo Vera y otras veinte personas entre catequistas, profesores y algún padre que se animó . Los de Pamplona durmieron en el Colegio San Diego y San Vicente y los de Estella en las hijas de la Caridad de Eduardo Dato, cercanas a la iglesia de San Fermín de los Navarros. Todo fue perfecto aunque como decía, Manuel Casado, que venía con el grupo de Estella, lo más problemático fue conseguir que se durmieran por la noche con la excitación de la jornada y con ganas de jarana.
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Un grupo de niños navarros en el Arena de la Casa de Campo. MODEM PRESS
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