Sergio fue expulsado en el minuto 53 y, sumido en el pánico, el equipo rojillo no pudo defender el gol que había anotado Pandiani
Osasuna se ha lanzado al charco del fango, el fatídico lugar del que nunca puede alejarse. Antes de afrontar un calendario aterrador, se ha metido un lío gordo. Suma un punto de los últimos doce y las tres plazas que mandan al infierno están en el aire. Nadie está descartado, ni siquiera un Recreativo que ayer ganó vida.
Lo que se escribe a continuación es la crónica de una de las mayores decepciones de la temporada. La confianza era plena, nadie dudaba en sacar estos tres puntos, y pasó lo que pasó. Osasuna se dejó en el camino un partido hasta cierto punto controlado que se definió por una segunda parte marcada por el miedo y la inseguridad. Terminó el cuadro navarro hecho un flan. Rendido, entregado y abatido. Sin alma, sin pasión y sin rumbo, a merced de un rival que simplemente le bailó ante sus propios aficionados.
¿Por qué esta imagen de Osasuna en este punto de la temporada? No se entendió el pánico, acrecentado cuando se quedó con uno menos por la justa expulsión de Sergio. Si hasta entonces flirteaba con la incertidumbre, lo que sucedió en casi toda esta segunda mitad restante respondió al nombre de suicidio. En inferioridad, otra vez acusó el daño psicológico colateral más que el físico. Se vislumbraba una tragedia de tal calibre cuando el Recre tocaba sin oposición y se presentaba en el área con un ejército de jugadores.
En catorce minutos, del 80 al 94, los onubenses le dieron la vuelta con dos goles que pudieron llegar en cualquiera de sus aproximaciones. Osasuna se dejó en el vestuario su agresividad, concedió unos espacios tremendos para defender y leyó fatal el partido. Pudo sentenciar con el 2-0 y, sin remedio, se atrincheró en torno a Roberto para evitar lo inevitable. El problema es que a su solución no le acompañó la actitud exigida. Se vio superado y ni siquiera Camacho acertó a cortar esta sangría desde el banquillo.
La jugada que dejó helado al Reyno de Navarra resultó esclarecedora. Con Sergio expulsado y Delporte roto por enésima vez, Plasil cedió un córner innecesario. El tiempo de prolongación ya estaba cumplido. Lo puso en juego Colunga y en su segundo envío apareció el sudafricano Morris completamente solo para marcar. Todo esta sucesión de errores destapó a Osasuna. Para su desgracia.
Pandiani y poco más
Los fallos, sin embargo, no sólo se dieron en las postrimerías. A los dos minutos de comenzar el partido, Miguel Flaño ya le había regalado a Sisi una oportunidad que desbarató con su fugaz salida Roberto. A Osasuna le costó demasiado crear fútbol y con buen criterio atacó a la endeble defensa andaluza en las continuas acciones de estrategia.
Pandiani adelantó a los rojillos. Azpilicueta puso un saque de banda en el punto de penalti y el uruguayo cazó la pelota con el flequillo para llevarla la red. El Rifle no sólo marcó en un gran remate. También peleó sin límites en su esfuerzo, y repartió buen juego a sus compañeros. Pero estuvo demasiado solo. Muy solo.
El equipo navarro no carburó y para mayor preocupación siguió concediendo llegadas del Recreativo. Camuñas y Colunga, dos futbolistas de una técnica y movilidad exquisita, comenzaron a asociarse. A la media hora, el primero se fue de Azpilicueta (rozó el penalti), ganó la línea de fondo y la pelota terminó en los pies del segundo. Tiró al palo. El partido ya discurría por los cauces del descontrol. El primer acto acabó con un par de disparos de Pandiani y Azpilicueta, y otro cabezazo de Adrián Colunga, para dar paso a un segundo imperdonable.
De mal en peor
En el primer minuto de la reanudación, el cuadro de Lucas Alcaraz ya se había plantado tres veces en el área, al primer toque y al pie. El riesgo comenzó a ser extremo cuando Osasuna no pudo sentenciar su ventaja en el marcador. No era el día de Plasil y de Masoud, muy desacertados. El checo gozó de un par de llegadas infructuosas y el iraní erró en tres acciones que pudieron ser gol: un pase de la muerte mal dado en una contra, un remate de cabeza que se le marchó fuera a pase de Puñal y una mala finalización sin ángulo en vez de servir a un compañero.
Algunas oportunidades llegaron cuando Osasuna campaba en el Reyno con un hombre menos. Perdonó el segundo y en el cuarto de hora final se sumió en el desastre. El equipo perdió orden con el cambio de Puñal. Quemaba demasiado el balón, y el Recre apeló a la heroica plagado de hombres ofensivos. Primero fue Colunga quien se topó con Roberto con toda la portería para él, tras una jugada de Camuñas, y minutos después Ersen Martin anotó el empate, casi sin oposición.
La fragilidad defensiva continuó. Otra vez Colunga rozó el gol, lo mismo que el turco Martin en la prolongación. Se colocó como quiso la pelota y mandó el lanzamiento alto. Pero el partido no había terminado. Faltaba la volea del central Morris.
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Pandiani, autor del gol, se duele de un golpe recibido
Gesto de desesperación de Masoud tras una de las oportunidades falladas durante el partido contra el Recreativo. JAVIER SESMA
Momento en el que el Recreativo celebra el segundo gol. JAVIER SESMA
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