Pedro Echeverría Ollobarren, de 39 años conoce por experiencia propia los dientes de sierra de la crisis. Natural de Muniáin aprendió el oficio de pintor carrocero en Volkswagen, donde trabajó durante 17 años. Después lo hizo durante otros tres en un taller de Alsasua hasta que decidió crear una empresa junto con su esposa, Otilia Nieves Fernández, de 35 años, que se afincó en la localidad de La Solana al casarse y que ahora ejerce como gestora de la empresa familiar.
Después de casi un año de preparativos, Talleres Muniáin arrancó en mes de octubre en una nave de unos 320 m2 cerca de las piscinas. "Al principio fue fantástico. Tenía muchísimo trabajo y estuve a punto de coger una persona. Pero al empezar el año, todo cambió. El volumen de actividad de mis clientes bajó drásticamente y, por tanto, también el mío", relata Echeverría, que ha trabajado mucho para grandes empresas carroceras, como Integralia, Carbus o Sunsundegui. Pese a que su especialidad son las piezas de vehículos, Echeverría pinta muchos otros materiales, como el plástico o la carpintería metálica.
De hecho, con la captación de empresas más pequeñas de estos sectores se va defendiendo. "La verdad es que si antes de montar el negocio hubiera sabido que esto iba a ser así, lo hubiera pensado dos veces", admite aunque tenía la determinación de ser su propio jefe hace mucho tiempo. "Pese a todo, me defiendo porque no le digo que no a nada", rectifica.
La pareja sabe bien que algunos de los titulares más resaltados de la crisis no son una leyenda urbana. "Lo más difícil fue la tarea de tratar con los bancos porque aunque parezca un mito". Y eso que la financiación que requerían, unos 100.000 euros, tampoco era descabellada. "Al final conseguimos un crédito en Caja Rural. Es una suerte porque en los sitios pequeños hay gente que te conoce y confía en tus posibilidades, concluye.
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