x
Diario de Navarra | Facebook Se abrirá en otra página Diario de Navarra | Twitter Se abrirá en otra página Hemeroteca Edición impresa Boletines
Mi Club DN ¿Qué es? Suscríbete

La Hemeroteca
    Navarra
CRÓNICAS DE ASFALTO | FRANCISCO JAVIER ZUDAIRE

Pecados confesables

La ira es como la creme de la creme del enfado, un bocado reservado para personas de carácter muy especial y, básicamente, enquistado entre gente con recursos económicos de cierta limitación.

Actualizada Domingo, 26 de abril de 2009 - 04:00 h.
  • OPINION@DIARIODENAVARRA.ES

D IRÍAMOS, pues, que la ira tiende a repuntar cuando se entra en recesión. En mi modesta opinión, tan absurda e inútil como todo lo que viene a continuación, la ira es un pecado de clase, como aquellos sindicatos que defendían al trabajador y a los que nadie ha vuelto a ver, y se da entre los estratos medio y bajo. El resto, si acaso, no pasa de conatos, y no me pregunten qué son conatos, no soy responsable del idioma, me limito a copiarlo. Sigamos.

No se entendería a Gabriel Escarrer (1.600 millones de euros lo contemplan) en plan irascible porque un cliente de Sol Meliá, su cadena hotelera, se ha ido sin pagar la habitación. Tampoco veo a Alicia Koplowitz (1.860 millones) con el rimel corrido y de mala gaita, al enterarse de que un YouTube reproduce imágenes suyas con unos Manolos flojos de betún. Podría seguir poniendo ejemplos entre los ricos del país, pero acabaría cayendo en la envidia, otro pecado clasista del que cuesta lo suyo desprenderse. Contra la ira, paciencia, pelota al suelo, ése es el antídoto recomendado. Eso es muy fácil de aplicar si eres un personaje bíblico que se llama Job y al que han puesto ahí para ser paradigma de una actitud pausada y racional, por más irracionalidades que te ocurran. Quiero decir que, si te elige Dios para ser ejemplo de algo, no te queda otra que cumplir con el encargo, y no le vas a decir: Mira, Dios, ahora me viene muy mal no ser irascible, ¿te importa si lo intentamos otro día? Por cierto, cuentan que Jobse volvió insoportablemente iracundo cuando desaparecieron sus desgracias, no consiguió adaptarse a su nueva vida, de donde cabe deducir que el hombre es capaz de acomodarse a cualquier situación consuetudinaria, incluida la obstinación patronal de que el trabajador acuda al tajo cada día. Pero nada importa ese pequeño lapso en la lección de Job, para entonces ya tenía el cielo ganado, y eso es bastante más de cuanto podemos decir muchos. Hay personas equivocadas que viven con la ira a cuestas y no se dan cuenta. Dicen que lo suyo sólo es un pronto. ¿Un pronto?, pero ¿desde cuándo un pronto dura años? No se puede vivir instalado en un pronto, es como ponerse a enhebrar una aguja en un Fórmula uno, y alguien debería poner orden y establecer la duración de los prontos. A mí, la verdad sea dicha, este pecado de la ira no me ha llamado nunca la atención; los pecados tienen que decirme algo, han de ofrecer algún beneficio contante y sonante, en dinero o en especie, porque pecar por pecar, menuda tontería; la gula, por ejemplo, te pones morado, y eso que te llevas. Mi escasa cólera me ha sobrevenido de improviso, en sucesos puntuales, apenas momentos muy especiales. Ráfagas concretas, y a veces, incluso, contradictorias. Recuerdo cómo en determinado pasaje de mi vida pasé del frío al calor en décimas de segundo. Iba a cumplir un encargo de la empresa con cierta prisa cuando, parado en un semáforo, me dieron un buen golpe por detrás. Allí brotó mi ira, unos cien puntos por encima del enfado, y fue al abrir la puerta, para enfrentarme a aquella especie de idiota causante del incidente, cuando me sobrevino la relajación, seguida de generosas dosis de educación y compostura. Hasta di ánimos al otro conductor. No debería contarlo, pero es que me entró la risa. Parece increíble que la ira de un hombre pueda mutarse en paz y sosiego en un tic-tac del reloj, y así fue. Total, por un detalle de nada: el coche que yo conducía -acababa de recordarlo- era el de mi jefe.

También, puede ocurrir que, yendo con tu coche, destierres la ira al ver a la curveada rubia que baja de la parte contraria y, así, te ofrezcas a comentar sandeces del estilo: No te preocupes, que todos los males fueran éstos, sólo la muerte no tiene remedio,etcétera, mientras procuras sacarle el teléfono aunque maldita la falta que hace ese dato (no vale la pena, los hombres somos tan idiotas que, si vemos una belleza impresionante, no nos da la cabeza para pensar que ya la han visto otros antes e, incluso, la tienen pillada). El mismo ejemplo serviría para esas situaciones en las que te levantan la plaza de aparcamiento: la reacción variará si se trata de un tipo, un imbécil, o una encantadora usurpadora de generosos argumentos. Con el paso de los años y a la vista de que la ira difícilmente soluciona nada, este pecado se va diluyendo y se termina por desechar ese caviar de la mala leche a cambio de contentarse con el desahogo de la casquería, vale decir, el exabrupto y el socorrido taco de toda la vida. Ciertamente, la metamorfosis viene dada en buena parte por la constatación de que la ira resulta inútil a la hora de solucionar algo, sólo produce impotencia. Pero no nos enredemos demasiado, un domingo ha de ser festivo y alegre, tiempo habrá para hacer unos buchitos de ira si nos pegan por detrás.

Eso sí, recuerden, sólo deben airarse si conducen su coche.

Diariodenavarra.es no se responsabiliza ni comparte necesariamente las ideas o manifestaciones depositadas en las opiniones por sus lectores La discrepancia y la disparidad de puntos de vista serán siempre bienvenidos mientras no ataquen, amenacen o insulten a una persona, empresa, institución o colectivo, revelen información privada de los mismos, incluyan publicidad comercial o autopromoción y contengan obscenidades u otros contenidos de mal gusto.
Diariodenavarra.es se reserva el derecho a decidir las noticias que admiten comentarios de los lectores.

Atención: Tu petición no ha sido procesada correctamente. Comprueba que has rellenado todos los campos obligatorios correctamente y vuelve a intentarlo.

(*) Todas las opiniones que tengan rellenados estos campos pueden aparecer publicadas en el periódico impreso


Comentarios
Te recomendamos que antes de comentar, leas las normas de participación de Diario de Navarra

© DIARIO DE NAVARRA. Queda prohibida toda reproducción sin permiso escrito de la empresa a los efectos del artículo 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual