Primero se les disparó un dardo con un anestésico para dormirlos y después se les inyectó un eutanásico
Tres ciervos de la Taconera, dos hembras lesionadas y un macho enfermo, fueron sacrificados ayer por la mañana en el propio minizoo de los fosos, tras suministrarles una dosis de anestésico. La decisión se había tomado unos días antes, cuando los veterinarios encargados del cuidado de estos animales comprobaron el mal estado en que se encontraban y la imposibilidad de su recuperación.
"Las dos ciervas, que eran bastante jóvenes, tenían las caderas rotas y su situación era irreversible", señalaba ayer la directora del área de Desarrollo Sostenible, Maite Martínez. Al parecer, todo hace indicar que la rotura se debió a alguna caída sufrida desde lo alto del revellín de San Roque, donde habitualmente descansa la manada, y que en breve va a ser rehabilitado. "Desde hace algunos días apenas se movían porque les resultaba prácticamente imposible y debía resultar muy doloroso", dijo Maite Martínez.
Con respecto al macho, algo más viejo que las hembras, tenía diagnosticada una enfermedad contagiosa, degenerativa e irreversible, por lo que la decisión de sacrificarlo también se adoptó hace unos días. "Su estado era también bastante malo, aunque no existe peligro para el resto de la manada porque existe un control exhaustivo y ahora de nuevo se hará a todos los animales una extracción de sangre para analizarlos", apuntaba la directora de Desarrollo Sostenible.
Anestésico y eutanásico
Los tres sacrificios se practicaron en la mañana de ayer con la presencia de varios veterinarios municipales y un agente de la policía municipal que fue el encargado de disparar con un rifle los dardos anestésicos cargados con Xilacina y Ketamina.
Una vez que los tres ciervos quedaron dormidos, los veterinarios se ocuparon de su sacrificio. En este caso se utilizaron dosis de un eutanásico habitual entre los veterinarios, el Tiopental. "Generalmente, a los animales pequeños se les inyecta directamente este producto porque también los adormece, pero a los ciervos es imposible inmovilizarlos si no es con un anestésico", explicaba ayer Maite Martínez.
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Varias ciervas descansan en los fosos de la Taconera, en Pamplona. ARCHIVO
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