Un remate picado de Nekounam en la prolongación aviva las esperanzas de un Osasuna que despertó a tiempo
Era la ocasión perfecta para la celebración del año nuevo persa. En la segunda parte, Camacho reactivó su ataque con la entrada de Masoud y el iraní desquició a los defensores pericos con sus gambetas. En media hora se bastó para enviar cuatro centros al área y provocar otras tantas faltas. En el epílogo, con Osasuna volcado en el juego directo, Puñal se encargó de ejecutar el último cartucho forzado por el ayer interior derecho.
Al segundo palo y templado, el balón fue directo a la frente de Nekounam, que llegando desde atrás batía a Kameni. Minuto 92.
¿Quién no se acordó de su gol al Girondins? El Reyno explotaba. El Espanyol se derrumbaba. Y Osasuna encontraba un emotivo premio. Se necesitaba una alegría de éstas. Las consecuencias del triunfo no pueden ser mejores. El equipo se marcha al parón inmerso en el pelotón y con la moral por las nubes. No por su fútbol sino por su fe en buscar una victoria que se le escapaba.
Además, se incrustó el rejón de muerte a los pericos, ya a siete puntos. El Espanyol apenas lanzó un par de veces a puerta y sin peligro. Nunca dio la sensación de intimidar pese a los futbolistas que posee, aquellos que no hace mucho deslumbraban con sus pases y goles. Tamudo, Luis García y De la Peña ya no son los de antes. Ayer estaban más pendientes de protestar que de jugar. Huelen a Segunda. Y en el Reyno chocaron de bruces con el carácter navarro de Azpilicueta, Miguel Flaño, Josetxo, Monreal y Puñal, los grandes motores de un equipo al que le costó carburar más de la cuenta.
Sacudirse la presión
Osasuna y Espanyol llegaban al partido en una situación límite y por eso se agarrotaron tanto. El juego estuvo demasiado parado y el fútbol brilló por su ausencia. Quien le echara más carácter se llevaría el tesoro. Ante tal lectura, las acciones de estrategia debían ser determinantes.
A Osasuna le costó un mundo quitarse las legañas. Su esperada salida en tromba no se produjo, si bien su sobriedad defensiva le dio esperanzas. El ataque, con Dady como punta de lanza, resultó nulo. Ni por el centro ni por las bandas. El caboverdiano completó su tercer partido sin oler el balón. Se pisó demasiado con Pandiani, que al menos jugó con el cuchillo afilado. En este mar de precipitaciones y tensiones, un par de cabezazos fuera a sendos saques de falta de Puñal, cómo no, coparon los mejores acercamientos. El primero de Neko fue a los seis minutos, en idéntica situación al gol que marcaría. Y el segundo, de Miguel Flaño.
Pasada la media hora, Fernández Borbalán pitó un manotazo de Juanfran décimas antes de que la pelota llegara a Puñal para firmar un golazo. No valía. Su enemigo en el centro del campo y defensa reconvertido a pivote ayer por Pochettino, Sergio Sánchez, también intentó suerte con un misil lejano que anuló Roberto. Poco más se le vio al Espanyol, que a medida que pasaron los minutos pareció conformarse con el empate. Que su portero perdiera tiempo es la evidencia más clara.
Despiertan los navarros
Osasuna se limpió la cara en el segundo tiempo y dejó en el vestuario sus temores. El minuto 56, después de que Chica rozara el gol en propia puerta, reflejó los estados de ánimo. Al más puro estilo inglés, los rojillos en sintonía ejercieron una presión asfixiante. Mordieron y ya no se olvidarían de hacerlo. La grada jaleó.
Camacho dio en el blanco al dar entrada a Masoud para imponerse en esa revolución que ofrecía el partido. Salió por un desquiciado Juanfran. Luego, Dady también se marchó a la ducha para dejar su puesto a Portillo. Osasuna era otro. Nekounam cogió por fin el liderazgo del juego y eso se notó. Una genial acción del iraní desde la banda terminó en un balón a Pandiani, que mandó cerca de la cepa. El Rifle tendría después el gol en la cabeza. El Reyno se tiraba de los pelos. El reloj corría.
El equipo no paraba de enviar centros. Plasil y, especialmente Masoud. Neko se atrevía al disparo desde la frontal. A Osasuna no le servía este empate. Arriesgó el punto y el Espanyol pudo darle algún disgusto. Callejón puso a prueba a Roberto y Azpilicueta fue providencial ante Iván Alonso, la última bala de Pochettino. Osasuna no había perdido la fe. Masoud forzó una falta. Él mismo la sacó mal y provocó otra. Camacho gritó que la tirara Puñal. El de Huarte la puso como sabe. Y allí apareció Nekounam. Éxtasis en el presente y esperanza para el futuro.
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Momento en el que Javad Nekounam espera el remate de cabeza para marcar el gol de la victoria en el minuto 92. CORDOVILLA / GALDONA
Puñal, que sacó la falta que remató a gol Neko, se abraza con Pandiani ante Flaño yTamudo
Miguel Flaño y Monreal recriminan a Luis García. CORDOVILLA / GALDONA
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